"He oído que Quackity esta celoso."
Cuando se lo contaron soltó una risa como si hubiera sido el mejor chiste que le contaron en mucho tiempo.
Uno de los mayores orgullos de Luzu era conocer casi a la perfección a su Quacks; sabía que cosas le desagradaban y que cosas le gustaban, los gestos que hacía cuando estaba enojado o triste o feliz, sus comidas favoritas y hasta sabe exactamente cuales groserías suele decir su novio o que tipo de personas no soporta, pero jamás, desde que empezaron a salir, tuvo la dicha de ver a su novio celoso, así que solo le quedó pensar que Quackity no era una persona que sintiera celos habitualmente.
No iba a negarlo, admitía que era él quien solía celar al menor y, aunque fuera una costumbre que lo avergonzaba un poco, adoraba cuando su novio lo mimaba y le recordaba que solo tenía ojos para él mientras le decía que no fuera tan celoso. Sonrió ante el recuerdo y se volteo a su acompañante, Rubius.
— Nah, no lo creo Rabis. – Luzu rió otra vez. — Lo conozco, él nunca me ha celado desde que salimos y ya llevamos más de 3 meses, debería haberme dado cuenta.
— Tu Luzu, escucha cabron. – Habiendo rodeado los hombros del castaño con su propio brazo, habló. — te juro por mis garras que ese pato esta celoso.
— ¿Pero de quién lo estaría...
— ¡Suelta a mi gótica, maldita rubia tetona!
Oh...
Cuando Rubius lo soltó de forma abrupta y lo hizo tambalear tras darle un fuerte empuje con fuerza descontrolada, Luzu entendió que, al parecer, los rumores eran ciertos.
Volteo a mirar a su pequeño patito quien se veía mucho más serio de lo que usualmente (no) era. Sus manos cerradas en puño a ambos lados de su cuerpo, su mandíbula tensa y su ceño fruncido, sus ojos desbordaban enojo contra el híbrido de oso.
¿Estaba mal pensar que, esta versión de Quackity, le gustaba demasiado?
Apenas en un pestañeo el mexicano lo agarró de la muñeca y lo posicionó a sus espaldas, casi gruñendole al oso quien se veía atemorizado por aquel celoso pato.
— ¡No estaba haciendo nada, Quackity tio cálmate! – Las manos de Rubius se alzaron hasta la altura de su pecho realizando un claro gesto de rendición mientras pedía ayuda silenciosa a Luzu.
Grave error, Luzu había dejado de funcionar.
–— ¡Que tio ni que nada, pendejo! sácate a la chingada, no te quiero ver cerca de mi Luzu. Como vas.
Y Rubius no pudo hacer nada más que correr de ahí cuando el pelinegro chasqueo los dedos, ya vería Luzu como se las iba a arreglar pero ese ya no era problema suyo.
ESTÁS LEYENDO
Darle la vuelta al mundo. → Luckity Oneshots.
FanfictionUna serie de o.s Luckity en su mayoría felices:)