Su nerviosismo lo invadía por completo, nunca en sus 16 años de vida creyó que se mudaria de su hogar, pero lamentablemente con la pérdida de su madre, una tristeza lo llenaba a él y su padre por completo cada que estaban en su casa. Todo lo que en algún momento eran recuerdos felices, se convertían en recuerdos tristes, logrando que sus ojos se llenarán de lágrimas y cayeran lentamente por sus mejillas.
Sumergido en sus pensamientos, escucho por el altavoz como su vuelo era anunciado, por lo que se levantó de su sitio y caminó junto a su padre con las maletas en mano. A decir verdad, tenía mucho miedo, nunca antes había volado en un avión y esta sería su primera vez, así que sus nervios aumentaban cada vez más, y con cada paso que daba, su corazón se aceleraba poco a poco.
Finalmente pudo llegar al avión, sorprendido con su gran tamaño, buscaba entre los tantos asientos de color rojo cual era el suyo, hasta que pudo ver el número que tenía en su papel y se sentó en su lugar correspondiente. Se colocó su cinturón y descansó ambas manos en sus piernas, tratando de hacer lo posible por controlar su respiración y nerviosismo.— Tu le pera con la papaya.— Se escuchó pronunciar cercar suyo, por lo que giro su rostro para ver de quien provenía esa curiosa voz, y al ver que no había nadie, decidió bajar la mirada para encontrarse con una azafata minion, un espécimen bajito, de un color amarillento, luciendo sus minis tacones y una sonrisa de punta a punta, quien le ofrecía un vaso de agua o una chocolatada para poder calmarse un poco.
Gustosamente había aceptado la chocolatada, bebió de esta, cerrando sus ojos para respirar profundamente. Sin poder darse cuenta, se quedó dormido por todo el viaje directo a Buenos Aires.
Las horas pasaron y el viaje finalmente había concluido, el primero en percatarse de la situación fue Domingo, el padre de Belgrano, quien levantó su mini maleta, para luego agarrar la de su hijo.— ¡Llegamos! Levante, por favor.— Los ojos de
Belgrano se abrieron lentamente, cerrandolos por inercia a la vez, gracias a la brillante luz que había. Con pereza se estiro un poco, sujetando sin gana alguna la maleta que traía con él y así poder bajar con Domingo del gran avión. Una vez fuera tanto del ya mencionado avión y del aeropuerto, la suave brisa choco contra su rostro, sintiendo un gran alivio cuando ya se encontraba en su nueva ciudad. La curiosidad se apoderó de él y comenzó a mirar a lo lejos el gran paisaje que tenía frente suyo, quedando fascinado por lo poco que había visto hasta ahora.— Belgrano, deja de distraerte y sube al auto.— Pronunció su padre, por lo que blanqueo sus ojos y de mala gana se subió al taxi, que nunca supo cuando lo pidió, pero que ahí se encontraba.
El viaje hasta la casa donde se quedarían fue algo largo, pero se encontraba en una zona de mucha gente con dinero. — ¡Odio este maldito lugar! — Retumbó por el vehículo. — ¿Por qué lo odias? Vamos a vivir en un lugar decente, con gente muy buena y amorosa.— Solo soltó un bufido, cruzó sus brazos y se dedico a mirar por la ventanilla hasta poder llegar a su nuevo hogar.Pasado un lapso de tiempo, escucho al conductor decir que ya habían llegado. Se bajo del coche recogiendo sus cosas y caminó lentamente hasta el gran portón de la mansión donde vivirían...o eso creía él.
— Bienvenidos sean, pasen por favor.— El dueño del hogar los recibió con entusiasmo, les dio un apretón de manos a ambos hombres mientras lo guiaba hasta dentro de su casa, detrás suyo se encontraba una hermosa mujer, quien se presentó como la esposa de este y les preguntaba que tal había estado su viaje.
Todos juntos se sentaron en los cómodos sofás de la sala, Belgrano estaba algo ansioso mirando por el lugar los adornos que reposaban en las repisas blancas, mirando algunas fotos de la familia, objetos y algunas cosas de valor. Le resto importante a esas cosas y solo se centro en la conversación de los adultos, quienes le explicaron detalladamente cual sería el trabajo de su padre, donde se quedarían a dormir, y que contaban con una prospera respuesta de parte de Belgrano, quienes le dejaron en claro que se esforzará en sus estudios para mantener su beca y esperaban que se lleve bien con su hijo.La charla concluyó, todos quedaron satisfechos con la agradable conversación que tuvieron. Belgrano y Domingo fueron llevados a una mediana casa que se encontraba a la par de la gran mansión, era de esperarse que estuvieran separados aunque antes haya creído que estarían juntos. Belgrano simplemente estaba frustrado, toda esa situación no le gustaba, pero no le quedaba de otra más que aceptar las cosas y continuar con su vida.
Dejó sus maletas a un lado, se recostó en la cama de su habitación y cerró sus ojos para poder dormir, mañana sería un gran día acomodando sus cosas y viendo donde sería su nueva escuela una vez que se acabaran las vacaciones.
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La historia jamás contada • Belgrano x San Martin (hot)
FanfictionTodos piensan que fueron solos dos veces las que se encontraron, pero lo que la historia no cuenta, es que fueron más de una noche de pasión y encuentros románticos.