Capítulo l

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Otra noche sin dormir, o más bien, donde dormir.

Esto es una de las miles de veces que me echan a la calle por no pagar la renta, okey si soy una persona irresponsable por no pagar sus deudas, pero a mi defensa, no tengo suficiente dinero para pagar universidad y casa al mismo tiempo.

Bueno, bienvenida a la vida de adulta Caden, eso es lo que diría Chris si me viera en esta situación.
Quisiera pasar la noche en un hostal pero no es que mi situación económica se de esos privilegios y no es que no tenga ni un solo peso en el bolsillo, pero no puedo gastar el poco dinero que tengo guardado para costear la universidad.

Porque mi carrera universitaria es lo único que me mantiene en pie, una de las cosas que más anhelo es que cuando me gradúe tome el primer vuelo a Alemania y le muestre mi título universitario a mi familia y decirles “Hey lo logré, miren ¿quién dijo que no podía?”
Es algo ridículo u estúpido para muchos, pero para mi es un proceso, un punto final.

Desde que tengo uso de razón siempre me ha gustado el arte, el arte para mi es vida, la razón por la que me gusta soñar y perseguir mis sueños. El arte abarca tantas cosas que cada vez te enamoras más de ella y es difícil dejarlo ir.

En esta vida pocos comprenderán lo que te gusta, siempre habrá gente que se empeñe en arruinar tus anhelos y te hagan dudar de ellos. A las personas les importa un carajo tu vida pero les encanta meterse en ella y juzgarte sin siquiera saber una pizca de ti.
Pero es la sociedad en que nos toca vivir, sociedad de machistas, de misóginos, de homofóbicos. Sociedad que discrimina y corrompe tu ser.


Llevo tres años alejada de mi hogar, es raro llamarlo así, ya que nunca me sentí bien en ese lugar. Mis padres siempre fueron personas ausentes que llenaban mis huecos con regalos caros y viajes a Disneyland.

— ¿Quieres un aventón, preciosa? — un hombre con aspecto de acosador estaciona su auto frente al porche donde vivía, si no tuviera aspecto de violador no dudaría en subir.

— No, gracias.

El hombre me mira de pies a cabeza y acelera rápidamente. Pensé que insistiría más pero ya se dio  cuenta de lo miserable que soy.
Miro el reloj en mi muñeca y marca las once, bueno no es tan tarde sólo faltan unas horas para amanecer.
Quisiera llamarle a alguien y decirle “Hey, me echaron a la calle ¿podrías recogerme?” Pero es algo que no va a pasar, en esta ciudad no tengo a nadie que se preocupe por mi, no tengo amigos, ni un ligue, nada.

"Pero esto es lo que te pasa por estar lejos de casa, Caden" eso es lo que diría mamá.

Saco el móvil y lo miro por varias horas, como si eso pudiese resolver mis problemas. Ya son las tres de la mañana y la calle es silenciosa, tengo la cabeza recostada sobre uno de las maletas y el cuerpo entumecido por el frío, la madrugada esta dando con todo.
Estoy acostumbrada a esta situación, lo llevo pasando más de cinco veces desde que llegué a California, así  que no es novedad.

“Solo unas horas más” trato de manipular a mi mente.

Frente a mis ojos pasan muchos escenarios, me veo a mi cumpliendo mis sueños y firmando mis cuadros en todas las galerías del mundo, soy de las personas que crea escenarios falsos para  escapar de la realidad y es una de las cosas que me ayuda a seguir adelante.

El día cae y el cielo nos regala un maravilloso día, todo parece tan simple y tan hermoso, pareciera que la vida no es una mierda, la cabeza me duele cosa que ignoro ya que no tengo tiempo para estar perdiéndolo. Debo llegar temprano a la universidad olvide que hoy tenía clases con una de las maestras más exigentes y aburridas que tiene la universidad de San Francisco.

Caden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora