Auri correteaba grácilmente por los pasillos y pasadizos oscuros de la Subrealidad, llevando a Kvothe de la mano. Fueron atravesando estancias, una tras otra, algunas húmedas como las paredes de un pozo, otras iluminadas débilmente por pequeñas luciérnagas erráticas de luz verdosa. El eco de la risa de Auri llenaba los rincones de cada escalera y salón abovedado que cruzaban. Kvothe se esforzaba por mantener el paso de ella sin tropezarse. Tras atravesar una serie de columnas de mármol semiderruidas, Auri se detuvo, habían llegado a su destino.
Se trataba de una angosta y pequeña habitación con aspecto de celda de prisión. El elemento que más destacaba en la estancia era una ventanita situada en el centro de la pared del fondo. La luz de la luna se colaba por las gruesas rejas de la ventana, bañando la celda de luz lechosa. El pelo de Auri flotaba alrededor de su cabeza mientras observaba la luna con regocijo. Kvothe hizo memoria del camino recorrido, intentando discernir hacia qué punto cardinal apuntaba esa ventana y si era posible divisarla desde las afueras de la Universidad.
- Bienvenido a Cementerio -anunció Auri.
Kvothe miró a Auri con extrañeza.
- ¿Cementerio?
Auri sonrió de oreja a oreja y señaló a una esquina de la celda. Kvothe pudo apreciar unos bultos entre las sombras, tapados por una especie de sacos de esparto.
- Adelante, echa un vistazo. Ven, te ayudaré -se ofreció Auri, adelantándose y echando los sacos a un lado. Bajo la tela se pudieron ver una especie de enormes huevos blanquecinos.
Auri tomó uno de los huevos y lo levantó del montón, de modo que la luz de la luna lo iluminase.
No era un huevo.
Era un cráneo humano.
Auri volvió a sonreír y colocó el cráneo en su regazo, como si lo acunase. Kvothe contempló la escena con extrañeza.
- Auri, ¿cuánto tiempo llevan esos cráneos aquí?
- Oh, algunos llevan mucho tiempo, otros menos. -contestó Auri, acunando el cráneo mientras hablaba.
- ¿El número de cráneos ha aumentado? ¿Quién los ha apilado aquí?
Auri volvió a levantar el cráneo para que lo volviese a bañar la luz de la luna. Las cuencas eran negras como un abismo. Auri rió mientras bailaba grácilmente por la habitación, llena de júbilo.
- Mira, Kvothe, son tan bonitos, tan blancos y relucientes. Por eso están aquí, para verlos a la luz de la luna.
- Auri... ¿tú los has traído aquí? ¿De dónde los has sacado?
Auri siguió bailando y sonriendo, ignorando las preguntas de Kvothe.
- Cuando son nuevos no son blancos. Pero con el tiempo se vuelven blancos como la luna. Hay que darles tiempo.
- ¿Nuevos? ¿De qué estás hablando?
- Hay que dejarlos ahí. Les salen gusanos como las manzanas del patio. En ese tiempo no vengo aquí. No es bonito. No huele bien. Pero cuando pasa un tiempo vuelvo y aquí están, brillando como la luna.
Kvothe dio un pequeño paso atrás. Auri continuó hablando. Esta vez no sonreía tanto. Su rostro adoptó un aspecto apenado y cansado.
- Siempre intento dejar los cuchillos dentro de la mantequilla, pero no siempre lo consigo.
- ¿De qué estás hablando?
-Es mi sino. Es la Subrealidad. Nadie puede verme. Si me ves debes pagar un precio. Todos deben hacerlo.
Desde detrás del vestido de Auri salió una pequeña bola de luz flotante que comenzó a revolotear por la habitación. Kvothe dio otro paso atrás. Dos. Miraba alternativamente a Auri y a Foxen.
La luz finalmente se detuvo en una esquina de la habitación. Era una luz débil y trémula pero su resplandor le bastó a Kvothe para contemplar los dos objetos que descansaban en el suelo.
Las cabezas cercenadas de Elodin y Mola.
- Pronto brillaran como la luna -dijo Auri con voz apenada.
Kvothe, aterrorizado, alzó la mirada hacia Auri. La debilucha Auri, con su vestido hecho jirones, con su pelo flotando alrededor de su cabeza.
Súbitamente, el pelo de Auri se encendió.
Se encendió en un resplandor azul eléctrico que iluminó toda la estancia.
Portaba en su mano un cuchillo con la superficie grasienta.
El rostro de Kvothe estaba bañado por una relampagueante luz azul zafiro.
- No hay regalos para ti hoy -dijo Auri.
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CRÓNICAS DEL PRECIO DE LA MANTEQUILLA (en proceso)
Fiksi PenggemarColección de pequeños relatos alternativos sobre la obra "Crónica del asesino de reyes" de Patrick Rothfuss y los personajes de esa saga en los libros "El nombre del viento", "El temor de un hombre sabio" y "La música del silencio". Se trata de un h...