Bocas del Toro

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Dejando atrás el Puerto de Veracruz, Yerin consigue pasar por una arcabucera de infanteria entre los tercios españoles.
Gracias a la ayuda de un compañero gallego con quien se encontró.
Lorenzo Corte Real
Con frases como "ponte esto", "arreglate esa prenda" le iba enseñando como vestian el cuerpo de arcabuceros en el tercio.
De su amigo recibió su primer morrión español con el que se veía como una verdadera y simpática conquistadora hispana.

La misión es establecer camino seguro hasta el Mar del Sur, descubierto hacia pocos años por Eunseo Nuñez de Cabral

La compañia se interna en el bosque y llegan a un claro. Se avecina una tormenta y las nubes cargadas se ciernen
sobre los inmensos árboles de castaña.

Sus rostros estan espectantes ante cualquier emboscada de nativos

—¡En formación!—grita el capitán

—tranquila Yerin, la virgen Santa Maria la Antigua nos ayudará esta ocasión—Lorenzo intenta tranquilizar a su compañera.

—no tengo miedo— Yerin intenta demostar su valentia aunque le tiemblan las manos.

Su amigo le dedica una sonrisa amistosa. Se cierne un pesado silencio, y todos estan con la mirada atenta a todas direcciones.

El viento mueve las ramas abetos y castaños.
Yerin levanta su mosquete hacia las copas de los arboles, atenta contra cualquier peligro.

Pronto, se escucha el grito de guerra de los aborigenes. Una lluvia de flechas cae sobre la infanteria hispana

—¡Ah!—Yerin grita aterrorizada ante la escena.

Muchos compañeros caen heridos, y otros son abatidos.
Lamentos y gemidos de los moribundos resuenan en el claro de bosque.

La fuerza hispana se recompone de la primera sorpresa.
Los ballesteros, arcabuzeros y artilleria de mosquete toman posición y comienzan a disparar.

Una llovisna empieza a caer y humedece el mechero y la polvora de los mosquetes.

En esos apuros Yerin ve caer a su compañero.

Intenta cargar su mosquete, pero es inutil, esta estropeado por la lluvia.

Presa de la desesperación toma la alabarda de un piquero caido y corre a enfrentar a los enemigos.

Derriba y elimina a dos sujetos armados con hachas de obcidiana.

Se enfrenta a otro que lleva espada (que ellos llaman Macuahuitl)
Con agilidad y destreza Yerin logra derribarlo, pero es lastimada en el brazo por una flecha perdida.

Ensiguida sus compañeros corren a resguardarla.

Al final de la contienda, los hispanos dan cristiana sepultura a sus amigos y compañeros. Con ramas del lugar hacen cruces improvisadas para señalar el lugar.

Es el primer evento triste que presencia Yerin el Nuevo Mundo

Sentada en un tronco, Yerin está meditabunda.
«ojalá el intercambio cultural y la evangelización en estas tierras se dé por el mutuo entendimiento y no por las armas»

Sus compñeros lograron encender una fogata en el campamento recién construido

—ven Yerin, acércate junto a la fogata que está haciendo frio—le invitan



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