Capítulo Piloto

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—¿Me lo explicas de nuevo?

El pendiente de Kazutora tintineó con el viento de la avenida en la que se encontraba el bar bajo su nuevo apartamento arrendado, escuchandose solo para ellos debido al bullicio.

Baji había corrido varias manzanas a su encuentro tras ver el mensaje enviado de su amigo de ojos ámbar. Tras recibir una única y seca frase sin contexto alguno de: "Urgente. Código rojo".

No se lo pensó dos veces, dejó a Chifuyu con su batido de chocolate en la mesa de la cafetería y corrió hasta el nuevo apartamento de Kazutora sin mirar atrás. Sabía que su amigo solía ser  exagerado, pero aún así no dudó en acudir a su encuentro y más sin haber respuesta detrás.

— He, visto, a, un, tío... ¡desnudo en el espejo! — Volvió a explicar, como si la frase fuera difícil de entender, haciendo pequeñas pausas entre las palabras.

El de cabello largo azabache frotó su entrecejo con el dedo índice y el pulgar, repitió sus palabras en sus adentros por milésima vez e intentó completar un extraño rompecabezas carente de lógica
que se había formado conforme hablaba su amigo. Pensó que quizás no le estaba entendiendo de nuevo y pedirle que por favor, lo repitiera una quinta vez no le pareció para nada una mala opción.

— ¿Y estabas tú solo en casa?

—¡Sí! — Sus ojos brillaron al ver que Keisuke captó lo que le quería decir. — ¡Pero eso no es lo más raro..! ¡Cuando me giré a confrontarlo él ya no estaba allí!

Baji se quedó unos segundos en silencio meditandolo y dejando un claro énfasis mientras que Hanemiya ansiaba oír su respuesta.

— Kazutora, ¿has vuelto a aceptar las pastillas de Sanzu?

El mencionado golpeó la mesa con la palma de sus manos con indignación, contorsionandose su rostro en una mueca y levantándose de su sitio abruptamente en protesta; haciendo que Baji pegara un pequeño respingo desde su asiento por su repentina brusquedad.

— ¡Lo que te estoy contando es serio, Baji!

— ¡Lo sé! Pero no tiene sentido.

— ¡A eso es a lo que voy!

La camarera del bar bajo su edificio, se acercó a la mesa, haciéndoles reducir su tono varios decibelios. Kazutora avergonzado volvió a tomar asiento y miró a la empleada intentando averiguar si había escuchado su tan vergonzosa y peculiar situación.

— Su pedido, caballeros.— Posó las bebidas gentilmente a cada uno, Coca-Cola para Kazutora y agua del grifo para su acompañante sudoroso. Luego se movió para atender a los clientes de la mesa de al lado.

— ¿Crees que sea un fantasma? La casera mencionó que el piso tenía mala fama de ello.

— Da igual, lo que sea, yo no entro a casa hasta que no venga un exorcista a fumigarlo de espíritus exhibicionistas.

Baji lo miró perplejo y tomó de su vaso para no reír.

— No va a venir ningún exorcista a tu casa.

— ¿Por qué no? ¿No era eso a lo que se dedicaban? — Se cruzó de brazos esperando una respuesta lo suficientemente convincente como para dejar de lado su descabellada idea, tentandole el teléfono de su bolsillo para llamar a un sacerdote con esos maravillosos dotes.

— Ellos expulsan a los demonios no a los Fantasmas.

— Eso es un demonio, un demonio de la lujuria, por eso estaba desnudo. — Insistió. — Y si no es un demonio... ¿a quien se supone que llame?

Actividad paranormal [HanTora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora