D o s .

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Despierto y siento un pinchazo en el labio, palmo con mis dedos esta zona para ver que hay sangre casi seca. Intento levantarme, la cocina luce igual que cuando llegué y al dar un vistazo rápido puedo asegurar que papá no se encuentra en ningún lado.
 
Al lograr levantarme todo mi cuerpo duele, como puedo agarro mi mochila del suelo y camino para subir las escaleras. Algo agitada luego de dar cada paso por esos tortuosos escalones abro la puerta de mi cuarto, allí al ver todas mis cosas tiradas pude sentir como mi vida se ddesmoroa en un segundo. Caigo con mis palmas abiertas, me duele y sollozo por esta vida de mierda que yo misma me provoqué. Si bien no fui planeada con amor, nunca antes me demostraron que mi existencia era así de innecesaria, tanto como para que yo terminara así.
 
Mis ojos arden con cada lágrima brotando de mis lagrimales, miro en un punto fijo.
 
¿Porqué nací? ¿Porqué? ¡¿PORQUÉ?!
 
Me levanto y de la rabia golpeo el espejo en el que me estaba reflejando, el vidrio se rompe y mis manos hechas puños terminan con algunos de aquellos fragmentos incrustados en la piel, sangrando y provocando más dolor. Veo la escena con enojo, rabia y miedo. No tengo idea de qué voy a hacer.
 
 Abro las puertas de mi armario y guardo algunas prendas básicas en mi mochila, busco aquel sobre en donde estaban mis ahorros y con algo de suerte logro sacarlo del fondo de la oscuridad entre la ropa. Llevo mi identificación, la guardo con las demás cosas junto a mi cargador y teléfono. Aún perdida en mi cabeza recuerdo a Jack, su número estaba plasmado en un papel guardado en mi bolsillo, dudo en si llamarlo, tengo moratones en todos lados y se asustaría al verme así.
 
Una vez con todo lo necesario para sobrevivir un tiempo salgo de la casa, veo alrededor, está amaneciendo y gracias a la cantidad de abrigo que tengo puesto el frío no lograba congelarme.
 
Enmarco mi camino a un lugar desconocido, nosé a donde ir, no tengo amigos ni familiares a los que acudir ni mucho menos a alguien de confianza, prácticamente estoy sola en esto.
 
Doy con una plaza con vista a un puente, este está junto a un río tan grande como para que algunas barcas rojas paseen en el. Es muy bonito al ojo. Me hubiera gustado recurrir a este lugar con mamá, en aquellos momentos donde éramos muy unidas y salíamos a escondidas de papá.
 
Doy unos pasos acercándome a una silla con una mesita hechas de concreto, estaban algo deterioradas por la lluvia y su color verde estaba barrido. Me siento y abro la mochila en busca de algo para comer, unas galletas algo viejas se asoman en el fondo, era lo único, saco una de estas y me la llevo a la boca. Al cabo de unos minutos me asqueo, son horribles.
 
—Hey —escucho. Giro mi cabeza mientras mastico ese alimento con sabor a nada—, ¿quieres un poco?
 
Un policía joven de cabello rapado y negro, muy alto, también conocido en el barrio por dar vueltas de vez en cuando con una patrulla, se asoma con dos sándwiches, uno en cada mano. Dudo si tomarlo, tengo hambre, no pude comer nada desde ayer al mediodía y mi estomago ruje amenazando con vomitar.
 
—Este… bueno —tomo uno y lo ataco de un mordisco. El policía me observa comer con algo de curiosidad—. ¿Qué?
 
—No nada —dice volviendo en sí, muerde el trozo de comida empanada—. ¿Te molesta que te acompañe?
 
Niego con la cabeza.
 
—La verdad es que no. ¿Le di lástima o algo oficial?
 
—No es eso, solo que supuse que a estas horas una persona estaría desayunando en su casa.
 
—No me urgía —comento.
 
—Ahora hablando en serio, te ví muchas veces por la calle doce pero al verte por aquí tan temprano creí que habría sucedió algo contigo.
 
Quedo anonadada con su deducción. Me siento algo incómoda, parecía alguien inocente, no puede ser como esos polis de las películas, de esos que son corruptos o acosan a las personas.
 
—Solo quise salir un poco, no es importante —miro mi sándwich que está a punto de desaparecer.
 
Me escondo tapando mi rostro con mi cabello negro.
 
—No es necesario que te escondas —dice al ver que evito sus ojos—, no te asustes por lo que dije, no soy un acosador.
 
—No es eso, de hecho yo sé quien eres, haces rondas de vigilancia en el barrio —en un acto de equivocación mi rostro es mostrado.
 
—Rayos —pronuncia. Los ojos café del policía se tornan aún más oscuros—, ¿qué te sucedió?
 
—Nada importante —inserto el último trozo de sándwich en la boca—, una disputa con un loco.
 
—Si no fuese importante no tendrías esos moratones por todo tu rostro, déjame ver —con una de sus manos sostiene mi rostro y una mueca de dolor se me escapa al sentir uno de sus dedos rozar una herida—, esto es malo, tienes la nariz rota y el labio partido.
 
—Es bastante intenso, duele en cuanto recuerdo que las heridas están ahí.
 
—¿Cuántas son las probabilidades de que vuelvas a casa? —pregunta.
 
—Menos cincuenta mil.
 
—Eso es mucho.
 
—Losé, no te vas a comer eso, ¿o si? —señalo a su sándwich.
 
—Está bien, puedes tomarlo, pero con una condición —frunzo el ceño—. Dime quién te hizo eso, no puede ser solo un loco que apareció de la nada, no creo que haya sido eso cariño.
 
Vaya, la conversación se tornó en confianza, solo falta que me pida mi número, eso si daría miedo.
 
—¿Y quién crees que haya sido? —tomo las sobras de su comida y le doy un mordisco—, no tengo a nadie.
 
—No creo que estés sola del todo, eres muy joven, nosé ni cuantos años debes tener pero alguien tiene que estar acompañándote.
 
—Tengo dieciocho —refunfuño—, casi la misma edad que tu aparentas.
 
—Tengo veintidós, ahora, ¿me vas a decir quién te hizo esto?
 
¿Porqué me persigue la desgracia? Ya me atrapó, si no le cuento puede que me lleve a un hospital y allí si podrían hacer una denuncia. No quiero lidiar con más problemas de los que ya tengo.
 
—Mi padre, Benjamin Conner.
 
 —Benjamin Conner… —susurra repasando esas palabras—, ¿tu padre era profesor en la escuela de Wellington?
 
—¿Lo conoces? —él asiente algo sorprendido—. Ese imbécil a quien todos los alumnos aman, si, él es mi padre.
 
—Pero si él fué mi profesor, era el mejor de todos, no lo puedo creer —dice llevándose una mano a la cabeza.
 
—Muchas veces cuando te relacionas con una persona, por más que lo hagas por mucho tiempo nunca lograrás terminar de conocerla —suspiro pesado—, y eso es lo que más sorprende.
 
—Escucha este…
 
—Lily —aclaro.
 
—Ok, Lily. Espera aquí, mi turno está por empezar pero estaré pasando por aquí cada tres horas. Trataré de hacerte compañía el mayor tiempo posible —el policía se levanta generando que su sombra tape el sol en mi rostro—. Mientras tanto piensa en si hay alguien a quien puedas acudir. No es justo que estés sola.
 
Me hace recordar a mi madre, tan dulce y terca. El joven alto se gira y antes de llegar a la patrulla en la acera le pregunto en un grito: “¿Cuál es tu nombre?”, a lo que responde “Lázaro”.
 
Vaya nombre curioso. Y bonito.
 
Las horas pasan, doy vueltas en la plaza, camino y subo en cada juego del lugar. Hay niños correteando divertidos con sus padres vigilando, que envidia. Me causa nostalgia, me hubiera gustado mucho el poder tener algo así, hay veces que extraño a mamá y los ratos donde éramos nosotras dos solamente, sin papá correteándonos para ver que hicímos en el día y con quién hablamos. Los malos recuerdos invaden la mayor parte de mi día afectando el punto de vista de todo.
 
Lázaro, cada vez que pasa por esta zona me trae algún dulce y me pregunta cómo estoy. Me parece muy tierno, él hace que me pregunte cómo habría sido tener un hermano mayor. La tarde noche llega, el frío se acentúa mucho más y el atardecer cae dejando destellos rosa en el cielo con ligeras pinceladas de nubes.
 
—¿Ya pensaste en a quién acudir? —pregunta el joven a mi lado.
 
Chisto y miro hacia mis manos, jugueteo con mis dedos debido a la ansiedad que me causa pensar en volver a casa.
 
—No, no tengo a nadie.
 
—Me gustaría ayudarte Lily, pero no puedo —las últimas palabras las dice con culpa—, puedo ofrecerte llevarte a algún lugar con la patrulla, pero no puedo dejar que me acompañes, aunque puedo llevarte a la comisaria si quieres, puedes pensar en si demandar a tu padre.
 
—No, yo me quedaré aquí.
 
—Recuerda que soy policía Lily, si tienes miedo puedo protegerte, pero debes denunciarlo primero.
 
Miro mis nudillos casi violetas, intenté quitar los vidrios pero quedaron unos restos allí. Estoy aún más ansiosa que antes.
 
—Ahora que lo dices… ¿puedes llevarme al centro Phillips? —digo.
 
—¿Centro Phillips? ¿Acaso no es el lugar donde se reúnen los de AA? —dice confundido.
 
—En efecto, ¿puedes?
 
—Está bien, con tal de que no quedes sola.
 
Sonrío ante su amabilidad, aún me daba algo de miedo pensar en las películas donde habían policías acosadores y demás. Los dos entramos en la patrulla y en el camino, Lázaro comenzó a preguntar acerca de muchas cosas, por ejemplo, porqué me golpeó mi propio padre, cosa que ni yo sabía. Solo me digné a enfocarme en las luces azules y rojas que reflejaba el techo del auto a la calle ya oscura. Le conté todo, lo mismo que a los integrantes de AA, le conté aún con algo más de detalles ya que no veía sentido guardármelo. Llegamos al centro y antes de bajar de la patrulla el poli me pidió mi teléfono “por si las moscas", fué extraño pero se lo dí. No me interesó si era para imitar alguna secuencia de terror, solo se lo dicté y el lo guardó en su teléfono.
 
—Ten cuidado Lily.
 
—Lo tendré —respondo.
 
Golpeo la puerta del centro varias veces con la esperanza de que Jack saliera de allí y me mostrara una sonrisa de confort. Pasaron unos eternos segundos hasta que salió.
 
—Hola —dice sorprendido, su torso estaba desnudo y su pelo desordenado con sus rulos cayendo por su frente—, ¿qué haces aquí? ¿sucedió algo?
 
—¿Puedo pasar? —emito con la cabeza gacha.
 
Giro al ver que Lázaro sigue allí esperando a que entre.
 
—Claro, pasa —el rostro de Jack denotaba incomodidad.
 
 Hago una seña al poli para que pueda irse y en cuanto entro al lugar su imagen desaparece al cerrarse la puerta. Doy unos pasos al interior, siento que me observa y en eso clavo mis ojos en los de Jack, este se horroriza.
 
—¿Pero qué pasó? ¿Quién te hizo eso? —toda emoción anterior se desvanece, él se acerca y toma mi rostro en sus manos analizando cada color en mis heridas—. Sígueme.
 
La sala de reunión en la que había estado el día anterior se había vuelto un caos, la pintura roja de las paredes se encuentra manchada de otros colores, tanto pinceles como espátulas están esparcidas por el suelo con distintas tonalidades mezcladas en ellos. Sigo a Jack hasta un pasillo, allí hay un gran cuadro de una mujer de cabello oscuro con ojos completamente negros, estos parecían observar a la persona expectante al cuadro, dando una pizca de miedo. Observo su piel, está pintada en una tonalidad fría de manera muy delicada, sostiene algo que no está pintado y es difícil de distinguir.
 
—Jack —mi voz hace eco en todo el lugar.
 
—Espera un momento, estoy buscando un botiquín, estoy segurísimo de que hay uno por aquí —se escucha desde el baño.
 
—¿Qué es lo que le falta? —digo sin sacar mis ojos del lienzo.
 
—¿Lo qué? —musita con confusión.
 
—La pintura.
 
Un estruendo proviene de dentro del baño y a las corridas, Jack corre casi empujándome hasta dar con el gran lienzo, este tiene la estatura de una persona real, era imposible no verla, pero el pelinegro estaba luchando por taparla con su propio cuerpo.
 
—No la mires, no está terminada.
 
—Es bellísima —replico.
 
La mirada de el joven se enciende dejando ver una ligera chispa en sus ojos negros.
 
—¿Enserio? Siempre fui muy inseguro con las cosas que hago, aún le falta terminar, pero gracias.
 
—¿En quién te inspiraste? —busco una silla con la vista y cuando encuentro una la acerco para poder disfrutar del lienzo aún por terminar.
 
El rostro de Jack se sonroja, eso me da ternura.
 
—Es Lilith, la primer esposa de Adán en la mitología mesopotámica y del folklore demonológico judío, se dice que el creador hizo a Adán y a Lilith como compañeros, sin embargo ella al revelarse, deja a su compañero y abandona el Edén, para luego el creador tomar una costilla de Adán y crear de esa forma a Eva.
 
—No entiendo —frunzo el ceño.
 
—¿Enserio? ¿Nunca escuchaste de Lilith? —su tono de voz suena algo indignado e incluso algo atareado. Me paso la mano por el cabello algo insegura porque la verdad es que no, nunca escuché de esas personas y nunca tuve interés acerca de esas cosas—, sé que pude ser un borracho, pero nunca un imbécil, así que cuando esté inspirado te contaré todo a detalle.
 
Jack entra al baño y al salir de este puedo ver que lleva algo en brazos. Era un contenedor, de este saca algodón y un par de cosas más que no logro identificar, agarra y moja una de esas mini-nubes con algo marrón y lo apoya sobre mi labio provocando que arda con mucha intensidad. Repite esta acción en cada herida de mi rostro, mis manos ensangrentadas con uno que otro pequeño vidrio mientras que pregunta preocupado por todo lo que pasó en cuanto llegué a casa. Mi pecho dolía por lo que le contaba, pero no lloré, no derramé ni una lágrima. Amenazó con denunciar a la policía e intentó convencerme de hacerlo pero aseguré que no era necesario, no le veía caso. Por más que lo intentó mucho, terminó rindiéndose y algo disgustado.
 
A la noche comimos mientras hablábamos de nuestras vidas, él relataba los asaltos que hizo y lo arrepentido que estaba, también que estudió enfermería en prisión, pero que no pudo completar sus estudios. Yo lo miraba mientras que lo escuchaba atenta a cada palabra que decía, me parecía fascinante, no lo conozco, pero siento que conecto mucho con él. La conversación sigue con fluidez, cada cosa que dice termina conmigo diciendo “yo también" o él diciendo esas palabras.
 
Llegó la hora de dormir, Jack insistió en que durmiera en su cama, yo no quise pero terminó por acobijarse en el sillón del living donde hacíamos las reuniones de Alcohólicos Anónimos, terminé por desistir y acostarme en aquella cama con olor a perfume masculino muy relajante.
 
Cerré los ojos agradeciendo estar viva esa noche, no sabía cuanto tiempo resistiría hasta dar con un lugar fijo donde vivir sin miedo. Lo único que quise era poder dormir sin fingir no estar muriendo.
 
°°°
 
—¡MAMÁ NO! —grito en súplica, ella estaba en el marco de la ventana amenazando con saltar, papá esta delante de mí gritándome.
 
—¡CÁLLATE LILY, CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ! —pronuncia él.
 
—Lo lamento mucho mi dulce Lily.
 
En un pestañeo, su cuerpo desaparece generando un estallido, al acercarnos a la ventana vemos que el auto de papá había sido aplastado por el impacto del cadáver de mi madre, inundando todo el lugar con su sangre. Los cabellos rubios se tornaron rojos, devorando con su carmesí cada brillo que una vez transmitió.
 
Despierto con dolor de cabeza, miro al reloj despertador en la mesita de luz de Jack y el número dos cambia a un tres dando las 03:33 a.m.
 
Me levanto y con mis pies toco el suelo rozando las puntas de mis dedos. Tengo sed, camino hasta el pasillo donde se veía la pintura, en la noche se veía tétrica, la sonrisa que en un momento era traviesa ahora era diabólica y desestabilizadora. Mis nervios se tensan electrificando los vellitos en mis brazos.
 
¿Uh?
 
L.
 
LI.
 
LIL.
 
LILI.
 
LILIT.
 
LILITH.
 
LILIT.
 
LILI.
 
LIL.
 
LI.
 
L.
 
L I L I T H .
 
Ese nombre resuena en toda la sala.
 
L i    L I l i lit h LI LITH
 
Mi cabeza empieza a dar vueltas, no me puedo sacar su nombre de mi cabeza.
 
LILITH.
 
Salgo rápido del centro, Jack se despierta despavorido y no le da tiempo a reaccionar. Corro tanto como me dan las piernas, corro muy lejos, mis extremidades duelen. Poco a poco la vista del centro desaparece, Jack no está por ningún lado y la poca luz de la noche no deja más que las estrellas a la vista.
 
¿QUIÉN COÑO ERES? grito desesperada.
 
<<LILITH>>
 
Llego al puente a un lado de la plaza, no había nadie y los autos no pasaban a esa hora.
 
L1L1TH
 
LILI7H
 
LIL17H
 
—¡YA DÉJAME! —suspiro y miro al cielo, mi cabeza duele, duele mucho más que cada golpe o patada que me daba papá, duele mucho más que la ausencia y el vacío que me dejó mamá.
 
HAZLO LILITH.
 
Cierro los ojos tomando impulso sosteniéndome de la barandilla que protegía a los autos de no caer en un accidente. Con mucha fuerza me subo a ésta buscando equilibrio, logrando estabilizarme.
 
El nombre de aquella mujer en el lienzo se repite, mucho, no es algo provocado, losé ya que estaría durmiendo en estos momentos.
 
Tú eres la causa de todo esto.
 
Una puntada muy fuerte me parte la cabeza, haciendo que pise mal el barandal.
 
HAZLO LILITH, TE NECESITO.
 
En aquella pisada me resbalo y logro sostenerme de un fierro, pero mi propio peso me traiciona.
 
—¡LILITH!.
 
Caigo al río impactando con fuerza en el agua.

~♡~♡~♡~

A webo, me gusta mucho como está saliendo este proyecto. Nunca pensé que llegaría a un segundo capítulo la verdad, jaja.

Espero les esté gustando<3

Lulú♡

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2022 ⏰

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