— Senjuro ¿estas bien? — no. No lo estaba, realmente desearía irse y morir por lo que pasaba por su mente; ver el cuerpo sudado de su instructor de artes marciales le provocaba de maneras inhumanas. La calidad mano de aquel omega de hermosos cabellos rosas hasta la altura de sus hombros, que siempre iba recogido en una cola de caballo tocó su hombro provocandole una agradable sensación, la cual no debería sentir — estas rojo ¿estas enfermó?
— N-no Akaza san es-estoy bien — tartamudeo con las mejillas rojas por aquella cercanía — si-sigamos con la cla-clase
Su rostro ardió mucho más al tener en su frente la mano cálida, suave y blanca de aquel maestro. Su rostro estaba casi cerca del suyo, donde detalló cada facción desde sus bellos ojos color ámbar que le recordaban a los girasoles, sus singulares pestañas color rosa pálido tan frondosas, su rostro tan fino hermoso y delicado que lo hacían ver como una bella muñeca de porcelana. Y sus labios aquellos labios color durazno que se veían más apetecibles con aquel brillo labial que los hacía ver más suaves y jugosos
¿𝘙𝘦𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘦𝘳á𝘯 𝘵𝘢𝘯 𝘴𝘶𝘢𝘷𝘦𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘦 𝘷𝘦𝘯? Se preguntó aquel chico de singular cabellera flameante que en ningún momento apartó su vista de aquellos músculos que se fruncieron con preocupación. El menor sintió como aquella mano era retirada de su frente, sintiendo inmediatamente la corriente de aire que se filtraba por su ventana al no sentírla más allí
— Kyo? Si! Soy yo mira tu hermano esta rojo y — su expresión alegre se desvaneció al oír el nombre de su hermano con aquel lindo apodo y de esos finos labios que nunca podrá sentir — entiendo. . . . El hospital más cercano es donde trabaja mi cuñada. . . . Allí te veo, adiós. . . . También te amo — otra vez esa opresión en su pecho, ¿porque su hermano? ¿Y no él?. ¿Porque Kyoujuro puede ser el remitente de esas bellas palabras, de las caricias a su cabello, y el único que puede probar esos dulces labios?
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— ¡Senjuro! — al oír su nombre ve al causante de sus males correr con preocupación hacia ellos. Por muy cruel que sea decirlo pero realmente no deseaba ver a su hermano, no ahora — ¿¡que te pasó!?
— hermano hola — fingir una sonrisa cuando lo ve es la peor cosa que puede hacer — no es nada solo era agotamiento, Akaza san exagero
— oye! Mocoso — un ligero golpe a su cabeza lo hicieron ver al Omega de ojos ámbar que se veía muy preocupado — no me vuelvo a preocupar por tí
— vamos cariño no te pongas así — el mayor de los dos abrazo de la cintura a su pareja y le dio un beso en sus labios — Senjuro no es una persona que le guste preocupar a otras
— eso lo se, pero igual no deja de ser molesto — asegura con el seño fruncido y con los labios curvados en una mueca de enojo — no vuelvas a besarme frente de tu hermano porfavor
— 𝘦𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘯𝘰 𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘰, 𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘮𝘦 𝘥𝘶𝘦𝘭𝘦 𝘷𝘦𝘳 𝘤ó𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘮𝘰 𝘦𝘴 𝘣𝘦𝘴𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘰𝘵𝘳𝘢 — piensa el joven Rengoku con celos al ver como los labios de aquel bello Omega ya tenían dueño y ese era su hermano mayor — 𝘺𝘰 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘰 𝘣𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘴𝘶𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴
— es hora de irnos Senjuro vámonos — sus dos manos son tomadas por ambos adultos, se siente feliz de que al menos pueda tocar la suave piel de ese Omega. Pero el deseo de besar esos labios sigue en su mente, como el escuchar esos “te amo” para él una vez auque fueran en un sueño
