Introducción

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La música me estaba atravesando los tímpanos.

Yo no quería estar en esa fiesta. Quería estar en mi casa, tumbada en el sofá, con una manta -aunque no hiciera frío viendo una película y acariciando a mi gatito Felix mientras él dormía plácidamente sobre mi regazo.

Mi amiga Lenny estaba bailando en la pista de baile con el que supuse que sería su próximo lío. Mientras yo estaba en la cocina de esa casa, tomándome una cerveza.

Lenny era mi mejor amiga, era una chica preciosa, bajita de pelo negro que le llegaba por la cintura. Ojos marrones casi negros pero con un brillo especial en ellos. No tenía un cuerpo muy voluminoso, pero tenía una sonrisa perfecta. Ella siempre bromeaba con que era un imán para los chicos, pero que su sonrisa era el toque especial.

Intenté acercarme a ellos, pero la multitud de gente me lo impedía, así que decidí dejarle un mensaje avisando de que me iba y de que cogería un taxi hacia mi casa.

Cuando salí de la casa donde se celebraba esa fiesta -que no sabía ni de quién era- estaba lloviendo.

Al pasar por el jardín noté una mirada clavada en mi nuca, una muy intensa, que me hizo girarme de golpe para ver al responsable, pero me sorprendí al ver que no había nadie.

Miré a mi alrededor con atención.

Pero nada.

Genial me estaba volviendo loca

Me di la vuelta para centrarme en mi camino y, de golpe, choque contra alguien.

Lo primero que noté fue su olor, era una mezcla de tabaco y colonia, y no era muy desagradable esa mezcla.

¿A quién quería engañar? Me encantaba.

Poco a poco recorrí su pecho con la mirada, ya que era lo que tenía enfrente, llevaba una camiseta gris con una chaqueta negra encima. Fui subiendo la mirada hasta su cuello, tenía trozos de algún tatuaje del cual no sabía identificar lo que era, así que supuse que ese tatuaje seguiría por debajo de su ropa. Llegué a su cara, tenía la mandíbula bastante marcada. Los labios eran gruesos y de un color intenso. La nariz la tenía ligeramente levantada. Los ojos eran casi negros y gritaban peligro en dieciocho idiomas distintos, pero nose porque  no podía apartar la mirada.

Su pelo era negro y un poco largo, mojado por la lluvia, haciendo que se le taparan un poco los ojos.

No me di cuenta hasta ese instante de que estaba pegada a él y mirándolo fijamente medio embobada.

Me aparté de golpe sonrojándome por la vergüenza, él también pareció volver a la realidad aclarándose la garganta.

- Lo siento, no te había visto- dijo él.

Su voz, hay madre, con solo decirme eso hizo que se me cortara la respiración por unos segundos.

Me quedé unos segundos más mirándolo. Era guapísimo, y hasta ese momento no note lo alto que era.

-Em... Sí, no te preocupes.- conseguí decir con un hilo de voz.

Nos quedamos los dos en silencio durante un rato hasta que él decidió romperlo.

-¿Ya te ibas de la fiesta? Si ha empezado hace solo media hora.

-Sí... es que tengo dolor de cabeza... Aparte las fiestas no son lo mío.

Nos quedamos otra vez mirándonos en silencio. Como no decía nada me limite dar un paso hacia la salida.

-Bueno yo ya me voy... Adiós.

No llegué a dar cuatro pasos cuando escuché su voz detrás de mí.

-¿Tienes coche?- Me preguntó con media sonrisa.

-No... iba a pedir un taxi...

-¿Quieres que te lleve?

Entre en pánico, pero mantuve mi expresión igual, o por lo menos lo intente...

-No, gracias. No puedo ir en coche de desconocidos- me limité a decir

-Quién ha dicho nada de un coche- Me dedico una sonrisa de lado levantando el casco de moto que llevaba en una mano.

Eso me hizo sonreír.

-No gracias, ya he pedido el taxi.- dije sonriéndole.

-Bueno, vale- bajo la mirada al suelo antes de continuar, cuando la levantó estaba sonriendo completamente- Ya nos veremos, Eider.

Diciendo eso se marchó hacia la fiesta, dejándome sola en ese jardín.

No podía moverme, era como si me hubiesen congelado.

Quería seguirlo, pero escuche el motor de el taxi.

¿Cómo él, siendo un desconocido, sabía mi nombre?

Cuando por fin pude reaccionar me encamine hacia la salida, aún con mi mente funcionando a toda velocidad.

Lo tenía que conocer de algo, ¿no? Por eso se sabía mi nombre...

Pero descarte esa idea, esa cara era imposible de olvidar, si lo hubiese conocido lo recordaría.

Me subí al taxi y le indiqué mi dirección. Por el camino una pregunta rondaba en mi cabeza.

¿Quién es ese chico sexy pero misterioso?

Ni siquiera sabía que existían ese tipo de personas, pero por alguna razón inexplicable era como un imán. Pero ya no sé si es simple curiosidad lo que me atrae de él.

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Nota de autora: Holaa, esta es la introducción de mi primer libro. Espero que os guste y sobre todo que lo disfrutéis.

Si has llegado hasta aquí, gracias por leerlo, nos vemos en el siguiente capitulo.

Miradas bajo la lluviaWhere stories live. Discover now