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Era un nuevo día, y por primera vez en un largo tiempo, despertó sin compañía.
Detrás suyo ya no había una pesada persona adicional enterrando su nariz con forma perfecta en su cabello crecido, ni unos brazos duros atrayéndolo a su estómago, y unas dulces palabras mañaneras luego de ambos despertar. "¿Qué tal si haces el desayuno?".
Casi una semana había pasado. Y había sido un tanto dificultosa más que nada por explicar y repetir demasiadas veces que no había estado secuestrado, (lo cual si era real), que simplemente había estado lejos, y que no había avisado porque no creyó que se extendería tanto o una tontería así.
Pero, tal como fuera elaborada su historia, y, sin importar que tanto la jurara y repitiera intentando creerla también él mismo, estaba seguro que no la habían creído para nada. Quizás, ya estaban planeando algo para sacarle la verdad, quizás, ya lo estaban investigando, o, quizás, ya lo sabían. Pero, quién sabe.
Annie fue como siempre. Buena, amigable y cordial. Osea que se preocupaba, se asustaba mucho, y que había incluso dejado de lado el tema de las peleas anteriores que tuvieron cuando lo volvió a ver, tan sano y salvo, tan estable y en una pieza. Billy, tal como era, normalmente más duro que ella, no se quebró fácil, y no saltó sobre él. Pero, sí se mostró indudablemente feliz de verlo de igual manera. Le brindó unas palmaditas en sus hombros.
Y, bueno, los demás, reaccionaron justo como lo esperaría, como le pertenecía a su manera de ser. Preocupados, preguntando mucho, examinando todos sus lados, y, luego, mostrándose felices y contentos de verlo. Ya estaba completamente asegurado que sus amigos estaban bien, y ellos que él estaba bien, y con ello el mundo entero también estaba bien.
Menos una persona. Bueno, dos, en realidad.
Como fuera, y volviendo al dia de hoy, continuó cumpliendo con su típica rutina mañanera en cuanto abrió los ojos. Entonces, fue a la cocina a comer algo preparado y recalentado de, quizás, ayer, refrigerado y guardado con cuidado en un topper pequeño y cuadrado. Luego, cepilló los nudos rizados de su cabello, fue a lavar su cara con agua fría para despertar mejor, y lavó sus dientes.
Los últimos tres pasos los hizo mirándose fijo al espejo del baño, y por ello, notó como sus ojeras seguían presentes, oscuras y prominentes. Y es que no había dormido muy bien últimamente. Porque, imaginar la idea de dicha persona super poderosa irrumpiendo en su casa era, sin dudas, un pensamiento lo suficientemente aterrador como para quitarle el sueño. Pero, finalmente, ya luego de terminar, tomó sus llaves, y salió por la puerta principal.
Empezó a caminar por varias cuadras, alejándose más de casa y acercándose a los lugares sociales recorridos de la ciudad. Siendo en este caso, el parque. Y se adentró en él una vez estuvo lo suficientemente cerca, cruzando el camino de piedritas acomodadas junto al pasto crecido y echando un vistazo a las bonitas fuentes de agua limpia. Luego, se sentó en la banca más alejada del resto, esa junto a los arbustos enormes y rellenos de flores sobre ellos y a su alrededor.
