⚜ Encuentro ⚜

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Estaba atardeciendo, una joven se encontraba caminando por el bosque rumbo a su casa, su cabaña, luego de tener un día largo recolectando hierbas medicinales. Nuestra pequeña protagonista tiene un gran poder de sanación, era capaz de combinar distintas hierbas y usando su poder sanaba cualquier herida, torcedura, enfermedad y huesos rotos. Sin embargo tenía miedo de mostrar su poder a otras personas, pero aun así ayudaba a algunos viajeros heridos que encontraba por el bosque. Siempre cuidando de no llamar demasiado la atención.
Al llegar a la entrada de su patio pudo divisar un hombre apoyado en la puerta de su cabaña. Asustada se acercó al hombre con cuidado.
- Disculpe... señor... - Hablo con miedo la joven.
- Hmm... - El hombre apoyado sobre la puerta le dirigió una mirada que hizo que la joven se cubriera la cara con la cesta de hierbas.
- Lo siento, no quería despertarlo! - La joven exclamó asustada. - Esta es mi cabaña, yo solo quería entrar a mi hogar.
- Solo es una mocosa... - Dijo el hombre y se desmayó.
- Oiga señor! - La chica se acerco al hombre con preocupación y pudo ver todo su cuerpo cubierto de heridas, la ropa rota y manchada de sangre.
Ella no dudo ni un momento y decidió atender sus heridas, pero antes tendría que entrar a su casa. El hombre seguía apoyado en la puerta, ella uso sus llaves para abrirla y al hacerlo el sujeto termino acostado en el piso bloqueando gran parte de la entrada. La joven se quito las zapatillas y con cuidado de no pisarlo paso por encima del hombre.
- ¿Ahora como haré para moverlo de ahí? - Miro al hombre de arriba a abajo realmente era alto y corpulento. Debía de medir casi un metro ochenta y quien sabe cuanto pesaría. Tambien notó que su rostro se veía joven, tal vez no era mucho mayor que ella.
La joven suspiro y decidió primero atender sus heridas, luego resolveria como moverlo de la entrada. Reviso primero las heridas de su torso, levanto la camisa y con algo de vergüenza palpo su pecho. Su preocupación aumento al sentir que tenia algunas costillas rotas, observo varios moretones y algunos cortes. Rápidamente la joven fue a su cocina y de un estante saco algunos ungüentos que tenía para emergencias, también tomo una jarra con agua y algunos trapos.
Estando de nuevo con el sujeto, ella decidió limpiar primero sus heridas. Como la camisa le estorbaba la cortó con una tijera para poder quitársela, agradecía mucho que estuviera desmayado ya que sentía una gran vergüenza atendiendolo de esta manera. Luego tomó la jarra y remojo un trapo limpio en ella; con eso lavó todo su torso, con otro trapo lo seco y después empezó a aplicarle los distintos ungüentos en su cuerpo. Para finalizar ella apoyo sus manos en su torso y cerró los ojos concentrando toda su energía, en ese momento una luz comenzó a brillar en sus manos y luego se extendió por todo el cuerpo del muchacho unos segundos hasta que desapareció por completo. La chica abrió los ojos y se recostó en el piso, agotada, jamás pensó que hubiera tenido que gastar tanta energía en curar a alguien. Descanso unos minutos, luego se levanto para revisar sus heridas, los moretones y cortes ya no estaban pero no podía decir lo mismo de sus costillas, ella no las sentía rotas pero dudaba que su poder hubiera sido capaz de sacarlas.
Tomó todos los materiales que había usado y los dejo en la cocina. Luego fue por una sábana y con ella esperaba poder mover al joven de la entreda. Con cuidado levantó el torso del joven, realmente pesaba y apenas podía sostenerlo. Se apoyo en su espalda y coloco la sábana debajo para después dejar caer el torso del muchacho sobre la sábana.
- Espero que funcione. - Sujetó los extremos de la sábana y tiró con todas sus fuerzas, para su suerte el cuerpo del joven empezó a moverse y ella lo arrastró hasta llegar a la sala. La joven cerró la puerta de su cabaña y luego fue a recostarse en el sillón, agotada por tanto trabajo se quedó dormida.
Al abrir los ojos vio a un sujeto sentado en el otro extremo del sillón, tenía los ojos cerrados como si estuviera durmiendo. Ella tenía puesta encima la sábana con la que había movido al tipo. La chica no sabía que decir, se sentía algo intimidada por el joven de cabello grisáceo.
- ¿Cómo siguen tus heridas? - Fue lo único que salio de su boca.
El abrió los ojos y la miró, haciendo que la chica se sintiera algo intimidada.
- Estoy mejor. - Dijo el mientras se recargaba en el sillón. - Por cierto ¿Que le paso a mi camisa?
- ¡Lo siento! - Se disculpo la chica. - Estabas desmayado, yo necesitaba atender tus heridas pero la camisa me estorbaba y no podía quitartela. - Dijo rápidamente con sus mejillas sonrojadas.
El chico a su lado solo se río, por alguna razón la chica le hizo recordar al mocoso de Tareo. Era muy amable e inocente, el tipo de persona que le hubiese gustado tener a su lado cuando era niño. La risa del joven, tranquilizo a la muchacha, podía notar que no se trataba de alguien malo. Al menos no alguien que pudiera hacerle daño.
- Tranquila, en realidad me sorprende que una enana como tu pudiera curar mis heridas y además de eso mover mi cuerpo.
- Básicamente te arrastre por el piso. - Dijo ella apenada.
- Es verdad. - Rio él y se levanto del sillón para dirigirse a la salida. - Ya debo irme, nos vemos enana y  gracias.
- No soy enana, me llamo ____. - Ella se levantó y camino hacia el. - ¿Cuál es tu nombre?
- Garou. - Dijo sin mirarla y abrió la puerta para salir.
- Si algún dia te vuelven a herir, puedes volver aquí. - Soltó ella sin pensar.
El solo asintió con su cabeza y luego se marchó.
La joven sonrió mientras veía a Garou alejarse, sentía que podrían llegar a ser amigos. Ella no tenía a nadie más en su vida y era algo solitario vivir así. Tal vez que él chico la visite de vez en cuando, aunque sea solo para sanar sus heridas, no era algo malo.

A veces las cosas imposibles suceden (Garou y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora