Introducción

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—Pi-per... Vamos, dilo, es fácil —tenía mis manos sobre mis caderas. Me encontraba agachada frente a la linda carriola fuera del restaurante del cual acababa de salir—. Pi... per.

—P-p-p-i...

—¡Sí¡ ¡Ya casi lo tienes! —dije saltando de felicidad.

—Piper, ¿qué rayos estás haciendo? —la voz de Dan me sacó de mi ensoñación. Estaba parado detrás de mi viéndome como si fuera una loca—. ¿Intentas que ese bebé diga tu nombre?

—Depende. ¿Me gritarás si digo que sí?

—¡Piper¡ ¡El niño ni siquiera es tuyo!

—¡Y gracias a todos los dioses que no lo es! —tomé la pequeña paleta envuelta que se encontraba junto al bebé. No creo que a él le importe.

—¿Ahora le robas dulces a bebés?

—Hey, no me juzgues. —lo señalé con la paleta que acaba de robarle al bebé.

—¿Quiénes son ustedes y qué hacen con mi hijo? —la voz de una mujer nos hizo voltear a ambos. Se miraba muy molesta y cuando vio la paleta en mi boca, sacó su teléfono y comenzó a marcar en él.

—¡Vámonos, vámonos! —Dan me tomó de la mano y me jaló mientras corríamos lejos de la señora que ahora ya había comenzado gritar y del bebé que al parecer estaba gritando pipí.

—¡Es Piper, no pipí! -le grité de vuelta con voz entrecortada—. Dan, ya párale, ya me cansé.

—¡Genial¡ ¡Diles tu nombre para que nos arresten!

PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora