Harry y Draco llevaban saliendo hace 4 años aproximadamente. La guerra los separó un poco, pero después de todo el desastre pudieron hablar y convivir otra vez.
A Harry le encantaba Draco, la manera en la que hablaba, en la que miraba con superioridad a los demás, a su maldita costumbre de arrastrar las palabras, sus ojos grises con toques azulados, sus labios finos y rosados. Draco era perfecto, y Harry no podía perder aquella oportunidad.
Se ganó a la familia de su pareja y se lleva mejor con Narcissa que con Lucius, pero los dos Malfoys' lo querían.
Aquella navidad quiso ir a Malfoy Manor para darle aquel regalo a su novio. Tuvo que inventarles una excusa a Hermione y Ron, pero valía la pena.
—Eres un inculto, Potter—le dijo enojado el rubio, haciéndole agachar la cabeza.
—Pero yo me crié con Muggles, Dragón, no entiendo costumbres mágicas—se disculpó el azabache.
—Inculto.
Cuando Draco y él se fueron a dormir se quedaron en el balcón del rubio.
Harry suspiro fuerte, transmitiendose confianza a él mismo.
Aprovecho que el de ojos grises estaba maravillado viendo el cielo, se posicionó, saco aquella caja de terciopelo negro y la abrió, dejando ver un hermoso anillo plateado con unas letras pequeñas bordadas que decían "La vida es una sola, mejor cagala conmigo antes que con otro".
Draco vió por el rabillo del ojo que la sombra de su novio estaba rara, se giró y de quedó petrificado al ver aquella escena.
—Por las bolas de Salazar, Harry—fue lo primero que le salió de la boca al rubio, que seguía en un estado de shock.
—Draco Lucius Malfoy Black, ¿Quieres casarte con este tonto Gryffindor? Prometo cuidarte de todo aquello que te haga daño, quiero pasar el resto de mi vida contigo y ver tu linda sonrisa siempre al despertar, ¿Me darías el honor de ser el afortunado?
Bien, Draco sentía que iba a llorar, maldito Potter y sus cursilerías baratas que le hacían mal al corazón.
—Mierda, eres un Gryffindor con con toda palabra—se burló, causandole un poco de miedo a Harry—. Acepto pedazo de condón roto.
Harry era feliz, Draco era feliz, y eso era lo importante.
En el colegio era otro tema, todos sabían que Draco Malfoy llevaba un jodido anillo de compromiso, ¿cómo era eso posible?
Draco tenía en la cabeza todo el tiempo que iba a ser un Potter. Un Potter, ¿entienden? Él todavía no caía, pero le encantaba pensar en eso.
Le hablo a sus amigos de eso, y ellos solo aguantaban como el rubio decía emocionado que iba a ser un Potter, aunque estaban a punto de pegarle un sopapo para que se calle.
Pero nada se compara a esa clase de pociones dónde todos se enteraron de su relación.
Estaban todos atentos a sus calderos, intentaban no distraerse para que su poción no explote.
Draco estaba tan absorto en sus pensamientos recordando cuando Harry iba a su habitación y le besaba llamándolo "señor Potter" o "futuro señor Potter", que no se dió cuenta de lo siguiente:
—¡Señor Potter!—llamo el profesor.
—Mande—contestaron Harry y Draco, se miraron sorprendidos hasta que el rubio se sonrojo hasta las orejas y se tapo la cara, el azabache solo sonrió con ternura.
Y obviamente la cara de todos era está: 😦.
(…)
Q bonitos son los gays no?
Draco Potter 🛐🛐🛐🛐🛐
