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« Y siempre dices que nunca estoy satisfecha pero no creo que eso sea cierto »

Al día siguiente de nuestra ruptura fui antes de la hora de entrada a la universidad, sé que acostumbras a estar ahí desde temprano porque no te gusta estar en tu casa.

Te busque por los pasillos, cafetería, sala de música y hasta en la biblioteca pero no había rastro de ti.

Rendido y frustrado tome camino hacia mi salón creyendo que todo eso había sido en vano, porque sinceramente, no tenía ganas de levantarme de mi cama.

Entonces, escuché risas, una risa en particular que reconocería en medio del sonido del mar. Porque para mí tu risa siempre será motivo de mi mayor atención.

Caminé rápido pero con temor hacia el salón de donde provenía ese maravilloso pero extraño sonido, extraño porque yo nunca logré sacar una risa tuya.

Abrí la puerta del salón lentamente y observé lo que mis ojos no querían ver, él estaba contigo. Reían y lo tomabas de la mano con tanta delicadeza que hasta yo me creí que en algún momento podrías romperlo. Cansado de esa imagen que me brindabas carraspee esperando a que se dieran cuenta de mi presencia.

Volteaste extrañado y cuando me viste tu rostro cambio a una expresión seria.

— ¿Que haces aquí?

— Tenemos que hablar.

El chico que te acompañaba soltó tus manos y agradecí al cielo que no te tocará más.

— ¿Quién es?

— Un compañero de clases.

Me dolió, mucho, que ni siquiera me consideres tu ex-novio. Pero claro ¿Por que lo harías? Nunca me tomaste en serio.

— Necesitamos hablar.

Repetí, está vez con más firmeza, dándote a entender que no estaba bromeando y no me iría de ahí hasta que conversemos.

— Oye ahm, tengo que hablar de algo sobre un trabajo en clase ¿Puedes adelantarte a la cafetería? Estaré ahí pronto.

— Okey, te espero.

Se levantó, y dándome una última mirada salió.

— ¿Qué es lo que deseas?

— Explicaciones.

— ¿De qué hablas?

Te mire irritado, lastimado.

— ¿De qué hablo? ¡Me terminaste ayer y ahora ya estás con alguien más!

— Te lo dije muy bien, no me gustas.

— ¿Por qué? A penas teníamos dos meses de relación.

— ¿Y no estás satisfecho? Te di dos meses de mi tiempo.

— ¿Se supone que debería estarlo?

— Si, pero claro, tu nunca estás satisfecho con lo que te dan ¿Verdad?

— ¡Nunca me demostraste nada! ¡Ni un gesto de cariño! ¿Por qué?

— Porque no te quería, ni te quiero. Solo acepte ser tu pareja porque me caías bien.

— ¿Solo por eso?

— Si, nunca llegarás a gustarme.

« Porque lo único que siempre quise fue ser suficiente para tí »

— No lo entiendo...

— No hay nada que entender, no me gustas, ahora sí me permites, debo irme.

Volviste a irte, molesto.

Pero ¿Que podía hacer yo?

Nada de lo que yo haga o diga será bueno para ti. Me esforce tanto y aún así nunca fui suficiente para ti.

Y eso era todo lo que deseaba, ser suficiente.

♪ Koojess-baby

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