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Ayato se sintió tonto al dudar del rubio, pues al final de cuentas tenía razón, aún cuando la comisión Yashiro y el clan Kamisato estaban en su punto crítico Thoma decidió quedarse. Debía darle puntos por su lealtad.

-Entiendo sus preocupaciones, joven amo, pero hay que darnos una oportunidad, después de todo ambos lo queremos-. El rubio apretó un poco el agarre de su mano y le dedicó una cálida sonrisa.- Igualmente, esperaré por su confirmación si necesita pensarlo, no quiero que se sienta presionado, así que por el momento, regresamos a la hacienda, le preparé el arroz con anguila y dangos tricolor, aunque antes de irnos de Ritou... Necesito comprar algunas cosas.

-Gracias, Thoma... Y por supuesto, te acompaño-. Le sonrió de vuelta, ambos soltaron su agarre y se dirigieron a uno de los pocos locales abiertos a las afuera de Ritou. Después de que Thoma comprará todas las cosas que necesitaba para hacer la cena comenzaron con su camino hacia la hacienda.- Por cierto, no es necesario que me hables tan formal, simplemente llámame Ayato.

-Mi señor, no, pero yo no podría-. Fue interrumpido

-Esta bien, aunque igualmente prefiero que me llames Ayato, llevamos bastante tiempo conociéndonos y bueno... Yo siempre te he llamado por tu nombre.

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Thoma y soltó un pequeño suspiro.

-Esta bien, Ayato, aunque creo que es mejor que te llame así en privado.

-Me conformó con ello, aunque esa era mi propuesta.- río suavemente.- solamente tengamos cuidado cuando estemos en público.

Thoma asintió con su cabeza y el resto del camino pasaron en un cómodo silencio, después de todo, ambos tenían muchas cosas en las cuales pensar y por supuesto, aparentar normalidad ante los demás sirvientes y Ayaka.
Después de algunos minutos finalmente llegaron a la hacienda, saludaron a los guardias y a algunos sirvientes.

-Ire a preparar la cena, joven amo.- rápidamente Thoma se retiró a la cocina y Ayato se dirigió a su escritorio, tenia que firmar algunas cosas y acomodar sus reuniones con los demas comisionados y con Yae Miko para algunos asuntos de Ritou.

Después de algún rato, el amo de llaves regreso con el arroz con anguila, los dangos tricolor y té verde, lo dejo sobre su escritorio e hizo una pequeña reverencia.

-Me retiro, joven amo.- Antes de que se fuera, Ayato lo tomo del brazo.

-Quedate, cenemos juntos, igualmente ya no hay nadie aquí.

Ese gesto hizo que el corazón del amo de llaves se sintiera cálido, solamente asintió y se sentó frente a él.

-¿Ya cenaste?- el peliazul dejo de escribir  y comenzó a comer, una pequeña sonrisa apareció en su rostro y se relamio los labios.- Por cierto, sabe delicioso.

-Por supuesto, cené rápido antes de venir.- Thoma le sonrió.- Me alegro que te gustará, ¿Quisiera comer algo en específico mañana?

-Si no mal recuerdo, eres de Mondstadt, ¿Qué tal si preparas algo típico de tu ciudad?

Eso tomo por sorpresa al alfa rubio pero aún así asintió con su cabeza.

-¿Gusta también vino de diente de león? Hace poco llegó un cargamento así que puedo conseguirle algunas botellas.

-Me encantaría, si puedes trae la caja completa, me diste una idea.

-Lo que desee, ahora coma, joven amo, se va a enfriar.- Ayato siguió la orden y continuo comiendo mientras Thoma lo miraba de vez en cuando mientras le ayudaba con las cosas que estaban en su escritorio, quería que disfrutará su cena y que se fuera a dormir temprano, no quería que su amo enfermara.

-Sonare indeciso, pero sinceramente, creo que tienes razón, quiero tener algo contigo pero también tengo miedo de que algo llegué a pasar...- soltó un suspiro, termino el arroz y comenzó a comer uno de los dangos.

-Lo entiendo pero no podemos saber si algo llegara a pasar si no lo intentamos, al final de cuentas, todo puede terminar bien o incluso puede haber sorpresas.- Thoma dejo los papeles y por mero instinto acarició con suavidad su mejilla a lo que hizo que Ayato se sonrojara.

-Tienes razón...

-Aunque como te dije anteriormente, tomate todo el tiempo que necesites para pensarlo, Ayato, puedo esperar sin problemas, eso no va a cambiar mi lealtad hacia a ti y lo sabes.

El peliazul se sentía cálido y no solo por la dulce mirada que tenía Thoma, sus palabras de alguna lo reconfortaban aunque seguía teniendo sus miedos y dudas. Aún así, finalmente había tomado una decisión y esa era que quería estar con su amo de llaves. No podía dejar que sus inseguridades lo siguieran frenando y con eso en mente beso al pelirubio.

Está acción tomó por sorpresa al amo de llaves haciendo que sus mejillas se pusieran rojas pero aún así, correspondió cerrando sus ojos.
Ambos movian sus labios sobre los contrarios y que poco a poco fue escalando a pequeños roces entre sus lenguas, sus respiraciones comenzaban a agitarse, sus aromas se mezclaban en el aire y las caricias no tardaron en aparecer, Thoma no quitó su mano de la mejilla del contrario y la acariciaba con suavidad mientras que Ayato jugaba suavemente con el cabello del contrario, enredandolo en sus dedos para después soltarlo y bajar su mano a su cuello y acariciar su nuca. Se sentían abrumados pero felices, habían pasado tanto tiempo deseando esto que simplemente parecía un sueño.

Estaban tan llenos de adrenalina por el simple hecho de que alguien los pudiera atrapar pero las luces tenues de la hacienda, las leves caricias y el completo silencio que fue sustituido por los suspiros de satisfacción y algunos chasquidos era sin dudas erótico, no querían parar y podrían llegar a algo más pero simplemente fue interrumpido por Ayato al poner su mano en el pecho de Thoma y apartarse por la falta de aire.

Ambos se miraron, tenían los labios rojos y un poco inchados y el peliazul le sonrió.

-¿Debería tomar eso como un si?- Rieron levemente y Ayato se limitó a dejar un pequeño beso en la mejilla del contrario.

-Definitivamente es un si, Thoma.

Matrimonio Perfecto [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora