Cantad, oh musas, la historia del elocuente Cilenio, hijo del crónida soberano y la mayor atlantia. Era esta una joven de gran hermosura, de castaños cabellos y azulados ojos, que denotaban su ascendencia marina, pues tenía el honor de ser la primogénita de Pléyone, una de las hijas del ilustre Océano. Durante la reluciente era en la que el dominio del mundo se ubicaba en el Otris, se emparejó la oceánide con Atlas, hijo de Jápeto, a quien hizo padre de las pléyades, la mayor de las cuales fue la hermosa Maya, de las híades y de Hiante, único varón de la titánica pareja. Gozó la deidad en sus primeros años de la mayor de las dichas y vivió en paz con los suyos, mas el destino estaba sellado para ellos y llegó el día en el que estalló la gran guerra.
Duró una década el enfrentamiento entre su tío Crono y unos hijos vengativos, que se saldó con la victoria de los seis crónidas. Un nuevo orden fue iniciado en el mundo, cuyo epicentro pasó a trasladarse al Olimpo y donde los enemigos de los siguientes soberanos fueron sometidos a juicio. A Atlas tocó la desgracia de ser el primero, ya que había sido él el caudillo de los titánicos ejércitos, y, todavía guarecidos en su palacio del Otris, su esposa y progenie contemplaron desazonados cómo era conducido a servir de sostén para el estrellado techo que zozobraba sobre sus cabezas. La desdichada Pléyone no tuvo tiempo de llorar la suerte de su amada pareja o, al menos, sus temores la impidieron hacerlo. ¿Y si Zeus, una vez castigado el titán, traspasaba su tormentosa ira a la descendencia de este para asegurarse de que no fuera vengado? Así, la madre reunió a sus vástagos y descendió con ellos a buscar refugio en las rugosidades de su abuela.
El ourea Cilene, quien también contemplara el nacimiento de la progenie marina, los cobijó entre sus oquedades. La oceánide separó a sus hijas entre las diferentes cuevas del monte, de esta manera, si eran localizadas, parte podría escapar a tiempo. Aquel lugar se convirtió en su nuevo hogar, desde el que fueron testigos de cómo la tierra se recuperaba de las heridas sufridas, tras diez años de cruentos enfrentamientos, y los extintos hombres de la gloriosa era eran reemplazados por los de plata y, posteriormente, por lo de bronce, creados a partir de la piel de la Gran Madre por obra de su tío traicionero.
Los años pasaron y ya se olvidaban del peligro, pensando que el crónida se había olvidado de ellos, cuando la Arcadia se oscureció. Nubes de gran magnitud, negras como las profundidades del gran pozo, cubrieron los cielos en torno al Cilene y eclipsaron a la vista terrestre el recorrido del astro cegador; y, poco después, el aire y la tierra vibraron sacudidos por los fortísimos truenos, que se extendieron desde las alturas, al mismo tiempo que los vientos se agitaban arrasadores.
En las oquedades del ourea aumentaron las angustias y las atlantias, aterradas porque percibían la llegada del dirigente olímpico, salieron de sus escondites para arremolinarse alrededor de su madre.
-Mis hijas queridas, llegado ha el día que más temíamos -hablolas con una voz que calmada trataba de mostrar, aunque temblorosa por sus propios miedos. En esos momentos, a los truenos sumáronse los rayos y relámpagos, que, crepitantes, emergieron con celeridad de las nubes para estrellarse contra la ladera del monte. Las pléyades y las híades no pudieron evitar los gritos que ascendieron por sus gargantas, ni las lágrimas de pavor que aguaron sus ojos-. ¡Idos! -Ordenó entonces la angustiada Pléyone-. Separaos. No os perdáis en vuestras lamentaciones.
-Pero...
-¡Ya habéis oído a madre! -La voz, proveniente de Maya, elevose por encima de la de sus hermanas-. Tenemos que salir de aquí. ¡Vamos! -Las hijas de Atlas precipitáronse a la salida, siendo detenidas por una figura humana que, espada en mano, apareció en la entrada-. ¡Hiante!
-¡Salid, rápido! Cubriré vuestra huida.
-¿Enfrentarte pretendes a tu primo? -El joven no respondió, sin embargo, su mirada y la forma con la que aferraba la empuñadura eran respuesta suficiente-. ¡Es una locura, hijo! ¿Recordarte tengo cómo derrotó a Cronos, su propio padre? ¡Te matará!
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OLIMPEIA
FantasyHistoria basada en la mitología griega. Si quieres saber sobre los mitos griegos, te aconsejo que busques alguna cuenta en redes sociales, hay muchas y buenas, yo aquí la utilizaré, pero cambiaré coas, añadiré otras y realizaré cambios desde mis gus...