Prólogo.

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Saraisi.

La noche era fría y silenciosa, excepto por los sollozos de mi madre en la habitación de al lado y el repiqueteo constante del pie de mi padre contra el suelo.

El humo de los cigarrillos llenaba la sala de reuniones, creando una atmósfera pesada y cargada que ahora debía soportar. En el centro, bajo la luz de una lámpara colgante, se encontraban los dos hombres más peligrosos y poderosos del mundo criminal. Alexei Ivanov, líder de la Bratva y mi padre, y Vincenzo Moretti, el capo de la Cosa Nostra.

La guerra entre ambas potencias se había desatado hace años, dejando una estela de sangre y muerte a su paso, incluida la de uno de mis hermanos. Sin embargo luego de años de lucha sin sentido y la muerte de un sinnúmero de personas menos de los capos de las bandas, estábamos aquí en el despacho de mi padre.

La traición de la Cosa Nostra costó la muerte de mi hermano, y sin embargo debíamos recurrir a la paz una vez más.

Debíamos dejar de matarnos y enfocarnos en un enemigo mucho más fuerte, los Camorra nos estaban cazando y ya habían adelantado bastante territorio. Como mujer no debía estar informada de absolutamente nada; pero mi padre había sido lo suficientemente coherente como para entender que tener vagina no era algo que me impidiera luchar.

Mi padre tomó un sorbo de su whisky y dejó caer el cigarrillo en el cenicero. Su voz grave y un poco rasposa resonó en toda la sala segundos después.

—Vincenzo, esta guerra debe terminar. Necesitamos un frente unido para enfrentar enemigos en común.—mi padre me lanzó una mirada dubitativa.—Proponemos una alianza, una de matrimonio.

Vincenzo levantó una ceja evaluando la propuesta.

—¿Quienes deberían casarse?.

—Podría ofrecerte a una de mis primas, sobrinas o incluso a una de las hijas de mi consigliere. Sin embargo, para demostrar mi sinceridad te ofrezco a mi única hija, para tu hijo Tristán.

—¿Por qué Tristán?. Enzo está más acorde a su edad.—pronunció evaluándome despacio.

—Mi hija podrá tener apenas sus diecinueve, pero es más que capaz para ser la esposa de tu hijo mayor.—hizo una pausa.—Está en sus treinta y no ha tenido ni un solo roce, necesita a una chica viril que pueda darle desendencia si decide penetrarla a los cincuenta.

Sentí mis mejillas ruborizarse y mi padre colocó una mano en mi rodilla y la palmeó varias veces; era su forma de decir que no hablaba enserio.

El silencio se hizo palpable mientras Vincenzo consideraba la oferta, estaba consciente de que era la mejor forma de terminar esta situación que empezó justamente por su hijo mayor.

—De acuerdo.—pronunció luego de un rato.—Pero confío en que Tristán es más que capaz de protegerse. Si intentan jugar sucio, pagarán el precio.

Un nudo subió por mi estómago al verlos levantarse y estrechar su mano. Había oído historias, más que suficientes sobre los Moretti; especialmente de Tristán. Era brutal, astuto y despiadado, era todos los demonios que debían mantenerse fuera de una iglesia y de la vida de alguien.

Vincenzo pasó por mi lado ignorándome y sentí mi alma salir de mi cuerpo, la decisión estaba tomada.

—Saraisi.—mi padre me llamó.—Debes ganarte su confianza y cuando sea el momento adecuado destruirlo desde dentro. Vengar la muerte de mi hijo queda en tus manos.—tomó mi hombro.—También, es la única manera de asegurarnos que estaremos a salvo... que tú lo estarás.

Tristán.

¿Tristán?.

Escuché la voz de mi padre llamarme desde fuera de mi despacho, no era normal que visitara mi ala y mucho menos a esta hora de la noche. Supuse que la reunión con Alexei había quedado con algo muy importante para informar, algo que no podría decirse en el desayuno.

Tome los vaqueros que estaban sobre la silla de noche y le hice una seña a Gemma para que se ocultara tras el escritorio.

—Estoy dentro.

Vocifere colocándome delante del escritorio, aún tenía saliva de Gemma recorriéndome la pelvis, cálida y pegajosa.

—Al parecer estabas ocupado.—pronunció observando el sostén sobre el mueble de cuero bajo la ventana.

—Y al parecer nunca dejarás de mirar toda la habitación cada vez que entres.

Se encogió de hombros y se sentó justo encima del sostén.

—Te vas a casar.

—¿Qué?.

—Los Ivanov propusieron un matrimonio en muestra de paz y unión. Quieren entregarte a su única hija a cambio de eso.

Camine hasta llegar a su lado.

—¿No tiene diecinueve recién?

—Les comenté ese dato, pero le restaron importancia. Dijeron que tus treinta no afectarían a sus diecinueve y que estaba capacitada para ser tu esposa... una muy buena.

Me reservé la opinión propia que tenía sobre Saraisi, la había observado un par de veces antes, no me iba a ser difícil reclamarla.

—¿Puedo negarme?.

Pregunte con el único interés de que Gemma lo escuchara y me alegre al escuchar un rotundo y contundente "No" salir de los labios de mi padre

—Se casarán el mes que viene.

—Si, señor.

La verdad estaba más que interesado en esta unión, desconfiaba completamente de las intenciones de esa familia al entregarme a su hija cuando suponían que uno de sus hijos había muerto en mis manos pero también veía en ello la oportunidad para consolidar mi poder una vez ocupara el puesto de mi padre en unos días, si integraba a más gente, si descubría los turbios secretos que la Bratva ocultaba en lo profundo tal vez podría incluso arruinarla.

Twisted intentionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora