La caja ingnífuga

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Los bomberos y los servicios de emergencia tardaron en llegar, fue cuando una vieja vio el fuego y llamó al 112. Para entonces la casa de Daniel ya estaba reducida a cenizas. Dani explicó lo sucedido a la policía: el joven de la ropa blanca con sombrero, la extraña pintura verde, los hoyos en el patio... A la policía le costaba de creer, no había rastro de un tercer individuo, pensaron que se trataba de un episodio psicótico del crío, o quizás de su madre y que todo acabará muy mal. Obviamente al preguntar si consumió algún tipo de alucinógeno respondió que no con una mueca en la cara, quizás lo consumió sin saber lo que era o que su madre venía muy cansada de todo...

Un bombero se acercó a Dani (que pasó la noche en comisaría) para entregarle una caja que sobrevivió al incendio; la caja que contenía un pincel y dos recipientes de pintura, uno azul y otro verde. Estaba forrada con un vinilo ignífugo, quien la diseñó le puso mucho empeño en que no se quemara, como si ya supiera lo que iba a suceder.

El bombero pensó que pintar un poco haría que Dani no pensara demasiado en su madre chamuscada. ¿Y ahora qué? Dani no tenía donde vivir, no tenía más familia, bueno, tenía una tía que no veía en mucho tiempo (hermana de su madre), pero no vivía aquí, sino en una isla, la isla de Corto Maltes.

Como única alternativa llamó a su tía con las cabinas de comisaría, no sabía qué decirle, cómo explicarle lo sucedido, y nada más oír el "¿sii...?" por el telefonillo; comenzó a llorar...

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