En un parque cerca del centro, en uno de esos bancos escondidos donde nadie pasa, donde nadie ve, se encontraba una chica otra vez llorando. Intentaba, realmente quería dejar de hacerlo, debía volver a su casa antes que anochezca pero ¿Realmente importaba? No había nadie allí esperándola. Sinceramente, tampoco podría ir a lo de su única amiga, pues ella seguramente estaba con su novio, como todos los días ¿Ahora entienden por qué llora?
No podía seguir en ese lugar, sus hinchados ojos ya habían perdido todo el brillo que le quedaba, andaba en modo automático, solo debía regresar a su casa. Se paró de aquel asiento y se dispuso a caminar, pero antes de poder dar el primer paso se detuvo un chico no muy grande. Su misteriosa sonrisa la hipnotizo por unos segundos, de repente se inclinó hacia su lado.
— ¿Quieres desaparecer? — Su voz era baja y muy grave, el tono de esta no iba con la cara del chico. — ¿En eso piensas?
—Yo... Yo no. — La muchacha no podía decir nada, sentía que él estaba dentro de su mente.
Su sonrisa se hizo más grande, se volvió a erguir y la miró de arriba hacia abajo, sentía su penetrante mirada en cada parte de su cuerpo. Sorpresivamente agarro el largo cabello de la joven y lo observo con determinación.
—Castaño... esto no va a servir. — Lo soltó pero aún la miraba.
— ¿Qué quieres? — De a poco empezó a dar pasos para alejarme de él.
—Yo vengo a ofrecerte eso que tanto buscas, Aisha. — Su mirada siniestra, su sonrisa maliciosa, todo le decía que escape de ahí pero no podía estaba congelada.
—Yo no. —Por un momento se quedó sumergida en sus propios pensamientos. — No busco nada.
—Oh ¿Esa es la verdad? —
—Claro. —Mentía. Por su cabeza pasan cientos de deseos, pero había uno que era más fuerte que los demás.
—Quieres desaparecer ¿No? — Se sentía como si hubiese leído sus pensamientos de nuevo. —Aisha, yo te puedo ayudar.
— ¿Cómo es qué sabes mi nombre? —Pregunto ingenua la castaña.
—Yo sé todo de ti, querida. Podrías decir que soy como ¿Un ángel guardián? —Negó con la cabeza. — No ese término es muy malo. Emm soy tu guía. Si, eso me gusta más.
Aisha no sabía qué hacer, correr parecía lo más lógico pero le tentaba aquello que el hombre le ofrecía, desaparecer.
— ¿Me harías desaparecer de la vida de todo el mundo? — Cuestiono sin animarse a verle a los ojos.
—Nadie sabría quién eres, nadie te recordaría, serias un falso recuerdo en la mente de aquellos que jamás estuvieron para ti — Se acercó nuevamente hacia ella, la mirada del hombre parecía como si se la quisiera comer con los ojos. — Como ahora, no habría diferencia ¿Aceptas? —
Las dudas seguían en la cabeza de la niña. Al escucharlo hablar empezó a llorar nuevamente pero esta vez no eran lágrimas desgarradoras como antes, esta vez aquel rocío salado era producido por la insuperable situación en la que ella vivía.
—Acepto. — Un susurro salió de sus labios, casi inaudible.
—Perfecto, perfecto mi niña, entonces ven conmigo. — El hombre le dio unas palmaditas en la espalda aplicando la suficiente fuerza como para lograr que ella se moviera.
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¡Sáquenme de este maldito cliché!
Romance¿Qué pasaría si un autoproclamado guía espiritual te ofrece desaparecer de tu mundo y llevarte al que el escribe? Parece una buena idea, pero ahora nuestra protagonista debe jugar bajo las reglas del autor quien parece tener un problema con ella.