Capítulo 1

213 21 3
                                    

Yeandry

La habitación se siente más fría de lo normal, mi vista puesta en el techo como único entretenimiento. Un suspiro sale de mis labios, debido al aburrimiento en estas cuatro paredes, la puerta es abierta y mi hermano mayor entra cerrando detrás de él.

—Hola, ¿cómo te sientes? —preguntó mi hermano, a veces me dan ganas de simplemente no responderle, sé que debería ser optimista pero sinceramente, no es algo que me salga sin problemas.

—Para que te digo que "bien" si miento. —hablé recalcando bien.

Él resopló un poco cansado por mis respuestas repetitivas, y mi comportamiento: —Por lo menos te encuentras con vida. —rodé los ojos, gesto que a él le fastidió.

Es mi hermano mayor y sé que quiere lo mejor para mí, pero demonios no me gusta que me recuerden las cosas, tal vez sería mejor estar tres metros bajo tierra, aunque estuve a nada se de morir.

Hacía cuatro meses y medio, había tenido un accidente automovilístico el cuál estoy seguro de que fue provocado, pero debido a la falta de pruebas no se pudo hacer nada, el accidente fue tan fuerte que perdí la movilidad de mis piernas, a veces trato de sobre llevar la situación, pero sé que nada de esto será fácil, no por el momento.

Aunque yo sé que algunos creen que solo son ideas mías debido a la fuerte conmoción que tuve, esos meses fueron difíciles nunca me había sentido tan poco comprendido, además siento que ahora ellos deben tener más responsabilidades conmigo, cosa que no me gusta, pero es el único modo.

—Por suerte. —suspire. —Te quería comentar algo y no sé qué pienses al respecto. —lo mire.

—¿Querías?, es decir, ¿ya no quieres?

—Quiero comentarte algo. —puntualice.

—A ver, dime. —presto su atención en mí.

—¿Me puedo quedar contigo en, tu casa? —espere a ver su reacción.

—Sabes que trabajo prácticamente todo el día y no podré estar contigo cuando me necesites. —respondió, en esa parte tenía razón.

—Eso lo sé, sabes lo estresante que estar aquí sólo y encerrado, es frustrante. —contesté.

—¿Recuérdame quien fue que decidió que te quedarás aquí? —no respondí porque esa decisión la había tomado yo, pensé que tal vez era y sería una mejor opción. —¿Y quién te ayudará mientras yo no esté? Apenas te estas acostumbrando, por el amor de Dios.

—Pues no sé... —me interrumpió.

—Sabes que te quiero y mucho, sé que eres demasiado terco y testarudo, no es fácil convencerte.

No le respondo pues es la verdad, siempre termino quejándome por las decisiones que en muchas ocasiones yo tomo.

—Vamos a hacer una cosa. —propone, por lo que sonrió y lo observo fijamente. —Sí aceptas que alguien esté pendiente a ti, mientras no me encuentre te puedes ir conmigo... —lo interrumpo.

—¿Pero, por qué?, no necesito a nadie ¡joder! no soy un crío.

—Lo tomas o lo dejas, al final nuestra madre viene cada que puede, que es todos los días prácticamente. Y sabes porque no viene de forma continua.

—No hay como refutar tu respuesta. —asevere, algo cabreado.

Dos semanas después

La conversación de hace unos días se había extendido y al final no quedamos en muchos términos, salvo que acepte su propuesta muy a las malas, su casa era más grande que mi apartamento, eso porque me gusta que mi propio espacio no lo sea tanto. Además, tiene una gran biblioteca de libros, tiene un cine y de cierto modo hay mas paisaje para ver, que desde la altura en la que vivo, solo observo, edificios y más edificios.

Un Idiota En Apurós ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora