Keisuke Baji fue conocido por heredar la corona a sus 20 años, a causa del fallecimiento de su padre en la guerra. Estando acostumbrado a ese caótico ambiente, tuvo que dirigir las tropas para evitar la ruptura de su reino, acostumbrado a reprimir sus emociones. A veces le gustaría negar la emoción de las batallas que lo alentaron a seguir vivo, asegurando que todos los sinónimos de destrucción quedaban con él.
Y consiguió la victoria para su reino en dos meses. Cuando las tropas pudieron descansar, empezaba el verdadero aburrimiento que era evaluar a los prisioneros de los reinos conquistados. Algunos con suerte se quedarían como sirvientes de la realeza o un duque, otros serían ejecutados públicamente como una advertencia ante la rebelión.
El recorrido por las celdas era monótono, escuchando algunos ruegos por piedad, maldiciones. Los cuales ni siquiera se preocupaban en juzgar porque sus guardias empuñaban sus armas para callar a los aventurados en insultar.
—¿Es necesario que esté aquí?
Suspiro con cansancio porque no le gustaba este lugar lúgubre, donde la humedad corría las paredes de piedra. Preguntando si el infierno se sentiría igual, sabe que es un pecador que quita vidas a personas inocentes por excusas banales como proteger a los suyos.
Es un asesino, pero al ser del bando ganador es aclamado por sus súbditos, y lo peor es que sentía que su moralidad decaía por cada paso que daba en esas prisiones. Desviando la mirada cuando las mujeres les sonreían, si conseguían atraer su atención podrían salir de ese lugar y obtener un puesto de concubina de baja categoría.
—No preste atención a esas sucias esclavas su majestad.
—Mhm— ignorando los comentarios denigrantes de sus acompañantes es que se adelantó a la zona que le mencionaba con tanta arrogancia le fascinaría.
Las princesas y nobles desterradas, vendidas por sus padres con tal de salvarse y ni siquiera eso ablandó el corazón de Keisuke, encargándose de colgar sus cabezas en la plaza como advertencia de que ese intercambio no serviría. Recordar a esos asquerosos hombres le causaban escalofríos, buscando como evitar que esas mujeres terminarán sufriendo en algún burdel.
Su indiferencia se detuvo cuando cruzó miradas con unos dorados que chocaban con ese ambiente lúgubre, hasta parpadeo confundido pensando era un engaño de sus ojos. Apreciando a la dueña de esas telas costosas que le sonreía coqueta, ese kimono que cubría su cuerpo de pies a cabeza, caído por los hombros le daba una apariencia seductora que le produjo escalofríos.
—¿Ella es?
—Es hombre, su majestad— corrigió el chico ladeando su cabeza con inocencia, el ostentoso tocado estaba desecho, aunque su cabello suelto le daba un toque misterioso que le causaba pequeños escalofríos. —Un hombre que se hace pasar por dama de compañía, las costumbres bárbaras de ese reino eran asquerosas—
—Apuesto tengo más modales que ustedes— hablaba con una formalidad que aumentó la curiosidad de Baji, parecía que no sentía ningún temor de responder. Provocaba el enojo de los guardias, que golpearon los barrotes para asustarlo y sólo conseguían las risas del chico.
—¿Ocurre algo, su majestad?
Ridículo que todo su interés se centrará en ese descarado, esos ojos ámbar lo habían cautivado, ¿será egoísta querer hablar con él?
A lo mejor recupero este AU para la próxima Bajitora week NSFW /les hago ojitos