8.- (Decisiones)

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Un alfa tomaba la mano frágil del omega que estaba recostado en una camilla. Buscando calmarse mutuamente.

Un médico se hallaba en su silla detrás de su escritorio, esperando a que el omega despertase, luego de corroborar que no había mayor peligro por ahora.

Un par de ojos azulados comenzaron a abrirse, Noan sentía que estaba en otro mundo. Estaba agotado, con sueño, y no tenía ni la menor idea de porqué estaba en una habitación blanca y luminosa.

Volteó rápidamente a su izquierda, y se encontró con Gunner, el cual acariciaba su mano y tenía su vista perdida en el techo.

El tacto suave de aquella gran mano sobre él, lo confortó un poco. Si Gunner estaba ahí, entonces Noan no estaba en peligro o en un lugar horrible.

El platinado bajó la vista, y se abrió de felicidad cuando vio al castaño despertar.

—Doctor, ya despertó —informó, y volvió a mirar al chico—, Noan, ¿cómo te sientes? ¿Qué te pasó?

El mayor no respondía, estaba confundido de qué sucedía.

Gunner lo ayudó a sentarse en la camilla para que el médico hiciera los chequeos necesarios posteriores a un desmayo.

—Parece que usted tuvo un desmayo que... no debería ser muy común en alguien sano, sus niveles en la sangre están en orden, es otra cosa lo que me preocupa. ¿Padece de alguna condición anormal?

Noan asintió, aún sin poder decir nada en concreto, alejó su mano de la del alfa. Y se centró únicamente en lo que el doctor le dijera.

—Joven Noan, me gustaría charlar con usted sobre algo, a no ser que él sea su acompañante de confianza y quiera que esté aquí.

Y si Gunner alguna vez creyó que ya era más importante para Noan que antes. El castaño volvió a derrumbar esas ilusiones.

—Podemos hablar en privado. Es mejor.

Price pasó saliva con dificultad, pero ante las miradas de Noan y el doctor, solamente se levantó de ahí, y se fue del consultorio algo molesto.

El doctor se aseguró por una ventana que Gunner se haya alejado, y finalmente, caminó hasta apoyar su espalda baja en el borde de su escritorio.

—Ese chico usó el teléfono de usted para llamar al médico que lo atiende. Y me tomé el atrevimiento de hablar con mi colega doctora para informarme sobre qué pudo haberle sucedido. No quise decirlo en voz alta ni adelantarme sin que usted me lo dijera con sus propias palabras, pero, usted es una persona infertil. ¿Cierto?

—Sí, gracias por esperar a decirlo —asintió.

—Después de hablar con su doctora y compartir los signos de su desmayo y la información que ella me proporcionó, afortunadamente su caso no es misterioso ni desconocido, pero no es bueno —cruzó sus brazos—, usted no ha tomado el tratamiento que debió desde hace tiempo. ¿Hay alguna razón?

—No tenía mucho dinero para comprarlo... y, no creí que fuera tan necesario si yo me sentía bien.

—Joven Noan... no quiero asustarlo. Mucho menos derrumbar su vida, pero hay algo que debe de saber. Ese desmayo, solo puede ser el inicio de algo mucho peor. Puede tener ataques recurrentes, más desmayos, e incluso celos mucho más dolorosos e insoportables, y también podría no tenerlos, que es peor. Sabe que usted es infertil, así que no tiene feromonas suficientes para sobrevivir, necesitaba un tratamiento o un alfa que le compartiera esas feromonas sino quería tomar medicamento el resto de su vida. Y no hizo ninguna de las dos.

—Doctor... ¿puede decir todo lo demás directamente?

—Con gusto —asintió, y regresó a su silla para anotar algo en un recetario—, usted, joven Noan, llegó al límite de un omega infertil. Debieron avisarselo y ahora es una realidad, usted ya no podrá tratar su infertilidad con medicamentos. Usted necesita un alfa y rápido. Usted mejor que nadie sabe que sus celos son irregulares y nunca sabe cuándo pueden llegar. Así como puede llegar en una hora, podría llegar en cinco meses.

Mi Silenciosa Tentación © |MSV#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora