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No está aquí

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No está aquí. Salió de debajo de la cama y se dirigió al armario. Tampoco aquí. Cerró la puerta del armario y buscó tras la cortina. Inténtalo de nuevo.

—Nayeon, ¿has visto mi otra zapatilla?

—No, Minari.

—Pero, si estaba aquí en la mañana. 

—Mina, seguro que no buscaste bien.

—Te juro que he buscado en toda la habitación.

Salió de allí, dirigiéndose a la cocina, donde por alguna extraña razón estaba su zapatilla
 —¿Cómo llegó aquí? —estaba a punto de tomarla cuando una cabecita salió de esta. —¡¿Pero qué...?! Ah... eres tú.— rió levemente e intentó tomar al cachorrito para sacarlo de ahí, sin embargo, este se aferraba con sus patitas a las agujetas. —Oye, sal de ahí. Necesito eso.— soltó a Kookeu para no lastimarlo, y el pequeño aprovecho para comenzar a morder el borde de la zapatilla. —¡No, no hagas eso! ¡Nayeon, ven!

—¿La encontras... aww, que lindo es. —cubrió su boca con sus manos al ver a Kookeu jugar con el calzado de Mina.

—Nayeon, se está comiendo mi zapatilla.

—Ay, Mimi, tienes muchos pares.— se acercó al cachorrito y lo tomó entre sus brazos, quien cedió inmediatamente.

Mina suspiró. —Nayeon.

La mencionada se acercó y le dio la bota a la azabache para después dejar un suave beso en sus labios. —No te enojes… —abrazó el torso de Myoui con su brazo libre y hundió su rostro en el pálido cuello.

Una boba sonrisa se dibujó en los labios de Mina mientras correspondía el abrazo, estaba perdida.

Nayeon sabía sobornarla sin siquiera darse cuenta de que lo hacía.

Nayeon sabía sobornarla sin siquiera darse cuenta de que lo hacía

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