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El reloj de su pared marcaba las ocho de la mañana, el cielo estaba despejado y la luz iluminaba todo con ese brillo matutino y el calor acogedor de esa hora.

El chico de cabello negro se encontraba sentado en el borde de su cama aún con su pijama puesto, tenía ambos pies sobre la alfombra y en su rostro se dejaba ver una mezcla entre sorpresa y decepción mientras sostenía el teléfono contra su oído.

—Es una broma, ¿Verdad?— Preguntó después de permanecer un buen rato en silencio, procesando lo que acababa de escuchar.

—Ojalá lo fuera Quacks, pero no. Estábamos todos formados ya cuando dieron la noticia, y desde entonces el mánager está intentando conseguir asientos en otro vuelo— La voz de Luzu dejaba notar toda la tristeza que aquella situación le generaba, como también la frustración de no poder hacer nada de inmediato para cambiar la situación.

La pareja llevaba tiempo esperando para reunirse, contando los días que faltaban hasta el fin de la gira de la banda de Luzu en donde él podría, por fin, volver a casa. Habían hablado de eso tantas veces, imaginandóse un reencuentro de película.

Pero ahora la dura realidad los había golpeado a ambos, y había dejado en claro que las cosas no siempre salen como uno quiere.

—Espero que lo logre, llevo tanto tiempo lejos de ti que siento que estoy enloqueciendo.

—No imaginas lo raro que era estar solo en la habitación del hotel, me hacía falta la compañía de mi patito.

Para Quackity fue imposible ocultar la sonrisa que se asomó en sus labios al escuchar su apodo favorito. Aunque esta duró poco, volviendo a recordar que no vería a su novio aquel día.

Acomodó unos mechones sueltos mientras se ponía de pie y salía de su habitación, con la voz de su novio en su oído explicándole el resto de cosas que habían sucedido ese día.

Fue hasta la cocina y decidió preparar un plato de cereal con leche, bastante simple pues todo su ánimo y sus ganas de existir se encontraban enterradas bajo tierra. Lo único que le hacía sentir mejor eran los coqueteos que Luzu soltaba en medio de su discurso, deteniendo la historia que contaba solo para poder escuchar esa risa nerviosa que el menor producía cuando se ponía nervioso.

—Tengo que colgar Quacks, Rubius me está llamando.

—Sí, sí, no hay problema. Llámame en cuándo tengas alguna noticia, ¿Vale?

—Vale, te amo mucho.

—Te amo mucho más.

Cuando la llamada finalizó, la soledad inundó todo rincón de la casa nuevamente, y Quackity comenzó a sentirse ahogado en ella. Ni siquiera terminó de desayunar puesto a que el hambre se le quitó de golpe, así que decidió llamar al único de sus amigos que se despertaba tan temprano como él.

—Heeeeeey, ¿Hoy vuelve Luzu, no?

Y entonces se arrepintió de llamar.

—Buenos días para ti también, Karl.

—¿Por qué te escucho triste? ¿Pasó algo?

—Les cancelaron el vuelo en último momento y aún no saben cuándo volverán.

Karl hizo un sonido de sorpresa.

—Lo peor de todo es que es mañana es Nochebuena, así que no creo que hayan vuelos hasta dentro de unos días más.

—Sé que es complicado, pero trata de tener un poco de esperanza, Estoy convencido de que Luzu hará hasta lo imposible por conseguir un vuelo y pasar Navidad contigo.

Quackity se mantuvo escuchando a su amigo mientras daba un vistazo por su armario en busca de algún traje para usar ese día. Escogió uno que cumplió con sus requisitos y lo dejó sobre la cama para buscar una corbata.

Entre el montón de corbatas coloridas que poseía, la primera que le llamó la atención fue la corbata celeste con estampado de patitos que Luzu le regaló el día en que se graduó de la universidad.

Mientras la observaba, una triste sonrisa se asomó en sus labios.

Realmente extrañaba a su novio, más de lo que imaginó que lo extrañaría.

Terminó por elegir una corbata negra y la regalada por Luzu, dejándolas junto al resto de su vestimenta y asegurándose que todo se viera bien.

—¿Me estás siquiera escuchando?

—¿Cómo?— Cuestionó, volviendo a la realidad y recordando que aún seguía en llamada con Karl —Lo siento, no escuché lo último.

—Te decía que si querías almorzar conmigo hoy.

Al escuchar la propuesta una pequeña mueca se adueñó de sus labios, no se encontraba en condiciones para salir y existir junto a otros seres humanos. Pero aquella pincelada de emoción con la que Karl había propuesto la salida lo convenció de aceptar, además, el trabajo los había mantenido ocupados últimamente y Quackity extrañaba los abrazos del contrario.

—Me parece bien, ¿El mismo lugar de siempre?

—Sí, así con la comida y los postres te sube un poco el ánimo y las ganas de existir.

Ambos chicos se carcajearon ante el comentario, antes de despedirse y dar por finalizada la llamada. Aprovechó de enviar un mensaje al grupo que tenía con sus amigos, cancelando el plan que tenían para esa noche.

El pelinegro miró la hora, sintiéndose un poco más en calma ya que tenía tiempo de sobra antes de tener que irse a trabajar. 

Comenzó entonces su recorrido hasta el baño, en donde se deshizo de su pijama y se metió en la ducha rápidamente, asegurándose que la temperatura del agua fuera de su agrado. Dejó que esta cayera sobre su rostro, tratando de refrescarse y limpiar la tristeza que sentía.

Desde el primer momento supo que esto sería así, que habrían épocas donde su novio estaría a kilómetros de distancia y él tendría que volver a la soledad en la que siempre estuvo, refugiándose en su oficina y en sus amigos. Cuando Luzu le anunció que se irían de gira, lo hizo con muchos meses de antelación para que pudiera prepararse y mentalizarse sobre la separación que tendrían, como también lo dejó participar de algunas reuniones para poder pasar la mayor parte del tiempo juntos.

Pero aun así, cuando Quackity volvió a casa después de dejar a Luzu en el aeropuerto, la soledad lo invadió y se dio cuenta que no estaba preparado en realidad.

Y que nunca lo estaría.

Terminó de ducharse y se amarró su toalla a la cintura, dio unos pasos hasta el espejo empañado y pasó su mano por él para poder ver su rostro. Lucía igual que siempre, sin contar que sus ojeras estaban un poco más oscuras que antes.

Sin dudas debía volver a dormir las ocho horas recomendadas.

Salió del baño y fue directo a vestirse mientras realizaba una lista mental de todas las cosas que debía hacer ese día. Debido a las festividades que se acercaban, su trabajo se reducía levemente, lo cual le daba la posibilidad de relajarse un poco más y ocuparse de otros asuntos.

Añadió a su lista mental el tener que ir a comprar comestibles sí o sí, ya que de tanto posponerlo terminó con la nevera vacía y la idea de seguir alimentándose a base de cereales no le agradaba.

Una vez terminó de vestirse, tomó la corbata de patitos y la sostuvo con fuerza, guardó su teléfono en el bolsillo izquierdo de su pantalón y salió de su habitación con dirección al pequeño estudio que tenía en casa, donde solía dejar su maletín de trabajo. Revisó que estuviera todo en su interior y guardó la corbata en él también.

Se dirigió a la puerta principal mientras intentaba darse ánimo, fallando miserablemente en el intento. Tomó las llaves de la casa y de su automóvil, y dando un suspiro salió finalmente de ese lugar.




505 [Luckity​]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora