''Las cartas de poker''

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Atada en una silla mientras veía morir a la persona que más quise, así es como termina mi historia, pero no tiene sentido saber eso sin saber el resto.

Me levanté de mi cama al escuchar la voz horrible de mi padre borracho. Nunca me ha gustado tener que lidiar con él, así que lo mejor es vestirse e irse de casa.

En la plaza de debajo de mi casa, quedo con Leo y Erica, son los que me dan esas setas que me ayudan a salir de mi asquerosa realidad, la verdad les agradezco mucho, no sé que haría sin esas setas.

Es mi primer día de bachillerato, me he mudado a esta ciudad bastante grande y bonita, el problema es que estoy en el barrio más peligroso.

A las 8 entré en la clase después de escuchar a la profesora decir mi nombre.

-Hola, me llamo Amelia, tengo 16 años. Esas son las únicas palabras que salieron de mi boca en ese momento.

Sé que no tengo las pintas de la típica niña sana, educada, lista y bonita que a todo el mundo le gusta, así que estoy acostumbrada a que me miren.

-Mirala, seguro duerme en el contenedor de al lado de mi casa. Todos soltaron una risa después de escuchar ese chiste gracioso que dijo alguien.

Aguante todo el día con burlas de los compañeros de las clases, y cuando llegó el momento de irse a casa, unos compañeros de la clase de al lado me robaron la mochila y tiraron todo el interior en una fuente cercana.

-Uy perdón, no quisimos. Dijeron mientras se marchaban y tiraban la mochila a la basura.

Cuando logré llegar a casa encontré a mi padre dormido encima de la mesa, lo cual me parecía normal. Subí a mi cuarto pensando en el pedazo día que tuve.

-He hecho tantos amigos. Susurré mientras caminaba por el pasillo y me entraban esas ganas de llorar.

-Solo espero que no sean todos los días así. Volví a susurrar.

Tiré la mochila en el suelo y me tiré en la cama, abrí el móvil para ver si tenía alguna notificación, lo cual no había ninguna, como siempre.

¿-y yo ahora que? Pensé mientras miraba el techo tirada en la cama.

-ring... ¿Una notificación? Pensé. Mire el móvil para ver que era.

-¿Un mensaje de Erica? Dije bajito.

¿-Hey tía, estamos aquí abajo, bajas? Tenemos algo que te puede gustar. Leí sonriendo un poco.

¿-Ds(droga, setas)? Le respondí por mensaje.

¡-Correcto!!! Me respondió ella.

-Claro ahora bajo. Le dije y cerré el móvil mientras soltaba un suspiro.

Baje las escaleras y salí del portal. Me dirigí al banco del fondo de la plaza donde estaban Leo y Erica.

¡-Hey tía!! Gritó Erica al segundo de verme. Les saludé con la mano mientras me acercaba a ellos.

¿-Qué hacemos? ¿Vamos al callejón? Pregunté.

¿-Si, como siempre no? Me dijo Leo mientras se levantaba del banco en el que estaba sentado. Empezamos a caminar hacia el callejón, estaba cerca de la plaza así que no tardamos mucho en llegar. Cuando llegamos nos sentamos en el suelo y pusimos música en un altavoz que Erica había traído, Leo sacó las setas de una bolsita y las metió en unos vasos con agua para cada uno. Nos lo bebimos y luego empezamos a notar unos ligeros mareos por el veneno que desprendían las setas al entrar en contacto con el líquido. Cuando ya llevaba unos minutos de haberme bebido el agua, me levanté con Leo y nos empezamos a reír de todo mientras bailábamos con la música de fondo. Ya pasada una hora terminamos los tres caídos en el suelo con una pequeña sonrisa en el rostro y con los ojos entreabiertos.

Bajo el roble rojoWhere stories live. Discover now