Yo ni siquiera fumo, soy demasiado tonta cómo para saber hacerlo bien.
Además tengo asma.
Y pese a eso, voy por el quinto cigarrillo de la noche, creo.
Y ni siquiera sé si los he fumado como se debe, pero intentar hacerlo me distrae, verlos consumiendose me ha menguado la ansiedad y el sabor amargo que deja en el inicio de mi garganta de hecho me gusta.Apago al pobre en la falda de mi vestido blanco de novia, odio el blanco.
Pero quería casarme de blanco, quería entrar de blanco, con perlas en mi pelo, con música cursi y todo el asunto ese de la gente tirando arroz al salir de allí.Todo de blanco, hasta el estúpido arroz.
Y en su lugar, estoy sentada en la banqueta descolorida de la calle... ¿Que calle era esta? No recuerdo, no sé cómo se llaman las calles, sólo sé como llegar a ellas.
A veces.Le doy otro beso a la boca de la botella de ron que me robé de la recepción, el líquido pasa por mi garganta y se tarda para llegar a mi estómago.
Tengo frío, ¿o tenía calor?
Me rasco la palma de la mano y la siento adormilada.
Que sensación tan chistosa, me río escupiendo un poco sin querer.Me meto la mano en el escote para sacar los billetes que me quedan y contarlos, ni siquiera leí el nombre que estaba en el sobre dónde venían.
Bueno, supongo que ya no importa mucho.
Tengo suficiente para comprarme más cosas para hacerme daño y la noche es joven, creo.Que bueno es poder elegir tu propio daño y no que te lo hagan y ya, maleducados todos.
Vuelvo a guardar los billetes y bebo otro trago, este me dio náuseas así que no pude evitar arrugar la cara.
Ah no amigo, los vicios se quedan adentro hoy.Me levanto como puedo agarrándome de la pared y me truenan las rodillas en protesta, Dios, es que estoy toda jodida.
Las luces de los faroles parecen hilos, alargandose y volviéndose lejanas, aunque estén a unos pasos y me hacen sentirme mareada.Me acomodo el escote y me aferro a la botella detallando lo que sólo puedes detallar ebria; la nada.
Es la misma nada de siempre, la de la calle de la panadería, la que daba igual hace unas horas y ahora, la unica que me acompaña en mi noche de bodas.La mitad de mis ahorros se fueron en invitar como a cien personas a esa boda, y ninguno está aquí compartiendo esta botella conmigo.
Bueno, tampoco es como si yo hubiera avisado que me iba, ni dónde estaba, o algo así.
Pero igual me voy a quejar, ¿okay?
Muevo los dedos de mis pies sintiéndolos dormidos y me acabo de dar cuenta de que me falta un tacón.
Y me dan más ganas de llorar.Se me fue media quincena allí y sabrá Dios donde acabó el diablillo de marca.
Me quito el otro tambaleando y lo miro, sintiendo que el zapato tiene la culpa de todo.
-Malnacido, te odio tanto -. Le escupo con asco y lo tiro al suelo con hastío.
Pero este se rompe en mil pedazos y de repente unas gotas me salpicaron.
Acabo de estrellar la botella de ron.
Maldita sea.Inconscientemente doy saltitos hacia atrás y pego un grito frustrada tapandome la cara.
Estoy cansada de esta mierda.
Y me río, me río porque me di cuenta de que olvidé hasta mi número de identificación pero no se me borra que estoy bebiendo por tonta, por rota; por enamorada.
No se me olvida que estoy triste y me siento peor, porque aparte de enamorada y triste, ahora también estoy borracha.
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Tristeza mal curada
Short StoryMarina acaba de perderse su propia boda. Y Leo no encuentra la dirección del pedido asignado Ella hace mil cosas y la mitad le sale mal. Él realmente no sabe como iniciar nada. «Tengo la extraña sensación de estar eternamente triste, enferma, como...