amor especial

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Tenue, como el calor de primavera y delicado, como el suspiro de un granjero a media tarde. Así es el amor que le da Xie Lian.

Hua Cheng ha esperado esto toda la vida. Francamente no entiende como ha tenido tanta suerte. Luego de ochocientos años, solo y viviendo de sueños, todo esto parece ser una ilusión. Todos los días cuando Hua Cheng abre los ojos, tarda un buen rato en convencerse a si mismo que esto es real.

Se dice, con una mirada extraviada y un pecho apretado, que allí duerme su amado, enterrado en su pecho, protegido por sus brazos.

Un pedazo de fantasía, Hua Cheng se pregunta, recién despierto, frotando su nariz contra la cabeza de su amado que aun duerme, "¿durante cuanto tiempo estuve esperando esto?" Es una pregunta de fácil respuesta, pero difícil comprensión. Hua Cheng está acostumbrado a despertar solo y con frio, así que le cuesta creer que este calor suave y tierno, es real y es para él.

Su esposo, no puede entender simplemente, lo mucho que lo ama.

Xie Lian es su objeto de adoración, Hua Cheng quiere regalarle todo.

- ¡San Lang! ¡San Lang no compres eso! ¡Es muy caro!

Cosas así diría siempre su esposo, pero nada podría detenerlo. Xie Lian solo tenia que ver demasiado tiempo una vitrina o algo objeto o siquiera asomar la idea que necesitaba algo y Hua Cheng ya iría a buscárselo. Después de todo, todo ese dinero lo ha ahorrado para agasajar a una príncipe real.

A veces Xie Lian le regaña por esto.

Xie Lian le tomaría de las manos y lo sentaría en una silla y le explicaría con las cejas un poco fruncidas y una voz demasiado paciente, el porque despilfarrar es mala idea y lleva pronto a la perdición. Le haría entender la importancia del ahorro y la austeridad.

Hua Cheng escucharía todo pacientemente, generalmente aceptaría su castigo con honra, bajando la mirada y apretando los labios. Si fuera un zorro, mantendría sus orejas gachas y la cola se movería medio nerviosa.

Pero esta postura de alumno obediente solo duraría poco, porque cuando Hua Cheng levantara la vista y mirara lo bonito que se ve su Gege al estar molesto, una sonrisa colmilluda adornaría sus labios y pronto, se le lanzaría encima en un ataque de besos. Xie Lian al principio se resistirá diciéndole cosas como -¡Ah! ¡San Lang no me estas escuchando! - pero inevitablemente cedería, riendo, disfrutando de la malcriadez que Hong-Er aun dejo en su esencia.

Xie Lian es hermoso.

Y a las cosas hermosas se les canta.

Hua Cheng a veces, sin necesidad de ser un momento especial, lo busca, tomándole de la cadera cuando esta fregando los platos y le canta, suavemente al oído algún pedazo de canción. Mi dulce amado de ojos de miel, mi corazón es débil ante la forma de tus piernas. Y Xie Lian es débil, sonrojándose hasta las orejas.

Otras veces es más elaborado, como aquella vez cuando consiguieron una guitarra vieja en el camino y Hua Cheng le hizo una pequeña serenata a media madrugada, cuando aún estaban desnudos en la cama, llenos de sudor, muertos de cansancio y ya hartos de tanto placer. Hua Cheng esa noche le canto, canciones improvisadas acerca de un corazón enfermo de amor y un deseo obsceno y febril.

A él le gusta cantarle, y Xie Lian le gusta escucharle, con una mirada dulce, con sus tiernas mejillas ardientes. Siempre se pone tímido y siempre tiene esa pequeña sonrisa dulce, con sabor a ternura.

Ellos, son un poco tontos.

A veces bailan sin sentido y sin música.

Xie Lian baila muchísimo mejor que él y le enseña siempre, pasos y movimientos. Al ser un príncipe sabe muy bien las formas y temas de ritmo, así que Xie Lian siempre es el "hombre" cuando bailan, llevando a Hua Cheng como si fuera su dama.

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