PERDIENDO EL MIEDO

CAPÍTULO 1

Siete años después.

Escucho ese fastidioso sonido retumbando en mis oídos, provocándome dolor de cabeza, lentamente abro los ojos, todo se ve borroso al principio, hasta que logro ver con más claridad, contemplo la cama de la litera que se encuentra arriba, perdiéndome en un punto imaginario. Hasta que la alarma de mi celular logra hacerme regresar al mundo real, recordándome una vez más que son las 5:40 de la mañana. Como puedo trato de apagar la alarma.

Todo mi cuerpo duele por el cansancio, mis párpados comienzan a cerrarse suplicando que duerma más, así que con toda la pesadez del mundo me levanto de la cama antes de que me quede dormida, siento escalofríos cuando mis pies hacen contacto con el frío piso, pero de igual forma prosigo a buscar mi ropa y me dirijo al baño a darme una ducha.

Nadie dijo que ser una estudiante universitaria sería sencillo.

Mientras mi cabello está envuelto con una toalla en mi cabeza, y estoy vestida, procedo a cepillar mis dientes, después lo hago con mi cabello un poco húmedo, el cual suele ser un fastidio cepillarlo. Y aunque intento una y otra vez hacerme una coleta decente, fallo en todos los intentos, las chicas de instagram lo hacen ver como lo más fácil del mundo, pero cuando decido intentar por mi cuenta resulta todo un desastre. Así que mi mejor opción en estos momentos es dejarlo suelto.

Me dirijo a la habitación, pero veo que mi compañera de aula y una de mis mejores amigas sigue durmiendo. Me acerco para despertarla.

–Gwen. –digo en un susurro. Se mueve, pero no se despierta –Gwen. Despierta. Se nos hará tarde. –le vuelvo a susurrar.

–¿Uhm?

–¡Gwendoline! –se sobresalta ante mi grito. –Despierta, llegaremos tarde. -digo mientras me dispongo a acomodar mi cama.

–¿Qué hora es? –bosteza, alcanzo mi celular de la mesita de noche.

–Son las 6:05. –anuncio la hora.

Se incorpora con pesar de la cama, bajando por las escaleras de la litera y dirigiéndose al baño.

Incluso estando toda somnolienta Gwen se ve demasiado linda, su belleza le ha hecho acreedora de muchos pretendientes, tantos que podría hacer una lista de ellos, y no creo que pudiera terminar, a veces me pregunto cómo puede lidiar con ellos.

En lo personal, me hace sentir nerviosa. Incluso cuando tengo que comunicarme con los chicos de la carrera, me convierto en un mar de nervios, aunque solo nuestras conversaciones se enfoquen con temas estudiantiles. La única excepción a la regla es Paxton. Sin embargo, eso me hace cuestionarme que pasaría el día en que conozca al chico de mis sueños. Si es que llegó a conocerlo.

Cuando estoy lista para ir a la universidad, Gwen entra al cuarto, termina de alistarse, mientras corroboro que no olvide nada de importancia.

Escucho el claxon de un auto afuera de la casa, y de inmediato sé que se trata del vecino de Gwen, él ser más generoso y amable, de tan noble corazón que le gusta ofrecerse a llevarnos a la universidad todas las mañanas, porque considera que la puntualidad es fundamental es nuestra formación profesional. Já.

La realidad es que al individuo con tal de pasar tiempo con Gwen, no le importa despertarse temprano para llevarnos a la universidad, lo cual es beneficioso en cuanto económicamente se refiere, sobre todo para mi, una humilde foránea que vive en casa de su mejor amiga, porque le queda relativamente más cerca su casa que la mía a la universidad.

–¡Ya llegó! –anuncia Gwen. Como si no fuera consciente de la llegada del individuo.

Salimos de la habitación para cruzar la pequeña sala de la casa, logro ver a la mamá de Gwen quien está sentada en sofá viendo las noticias, mientras bebe una taza de café caliente, nos observa y sonríe, se despide y nosotras le devolvemos el gesto. Salimos por la puerta principal, y en efecto el "vecino generoso" como suelo decirle, está recargado sobre el auto rojo, esperándonos...o mejor dicho esperando a Gwen.