✳🫐Capítulo 6🫐✳

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Víctor la miró alucinado.

Iria se giró y también la miró.

- ¿Qué pasa? - preguntó Carla ante las miradas de asombro de sus primos .- No es tan raro que la coja al aire, ¿no? Me la ha lanzado.

- No, no - dijo Iria -, es normal, son reflejos.

- Solo que...no pensábamos que pudieras hacer eso - dijo Víctor -. Pero nada, nada.

Esa noche Carla no dejó de pensar en la reacción de sus primos. ¿Cómo que "no pensábamos que pudieras hacer eso"? Ella no era estúpida ni pija. Miró a Iria, dormida a su lado, iluminada por la luz de la Luna que se filtraba por la ventana. Después miró a través de la ventana, hacia las estrellas. De alguna manera, le empezaba a gustar aquel lugar.

~·~

- Carla, ¿estás despierta? - susurró su prima.

Carla abrió los ojos y asintió desde su posición.

- Oye, ¿quieres hacer una cosa? - le preguntó su prima sentándose en la cama.

- Depende, ¿qué cosa? - preguntó Carla, todavía tumbada.

- Vamos a la cocina, allí agarramos una olla y un cucharón cada una y vamos a despertar a los chicos - dijo su prima con una sonrisa traviesa.

- Bueno, ¿qué hora es?

- Las 9:30 pasadas, ¿por qué?

- A ver, si fuera muy pronto probablemente tus padres, al despertarlos, nos pegarían una buena bronca - explicó Carla.

- Jaja, es verdad. Creía que no sabías lo que era eso. Bueno, ¿vamos?

Por un momento, Carla se extrañó, pero no le dio importancia.

- ¡Vamos!

Fueron de puntillas en silencio hasta la cocina, y allí, tratando de no hacer mucho ruido, cada una cogió una olla, Carla cogió una cuchara de metal e Iria el cazo, y en silencio se acercaron a la habitación de los chicos, los cuales aún estaban dormidos. Entraron escurriéndose por la puerta entornada y se colocaron cada una a los pies de una cama. Intercambiaron una última mirada y comenzaron a golpear sus ollas. Los chicos no tardaron en despertarse. Víctor fue el primero, y nada más incorporarse, les lanzó una mirada asesina que las hizo reír. Gonzalo había abierto los ojos, pero seguía tumbado.

- ¡Arriba, campeón! - dijo Iria riendo.

- Si luego tengo sueño, será vuestra culpa - se quejó el pequeño, bostezando.

- Lo sentimos, teníamos que hacerlo - dijo Carla, y las dos rieron de nuevo. Carla se sintió extraña, era la primera vez que se reía allí, pero sentaba bien.

Sus tíos, que ya se habían despertado, bajaron a hacer el desayuno, y los niños, riendo, bajaron al jardín y se tumbaron en la hierba.

- Si queréis, podemos bajar hoy al lago. El agua está muy tranquila - propuso Víctor.

- Me parece bien - aceptó Iria

- Lo mismo digo - comentó Carla

- ¿Y tú, Gonzalo? - le preguntó Iria

- Me parece bien - dijo él.

- Bueno, pues vamos a cambiarnos y a prepararlo todo - dijo Víctor levantándose

- ¡A desayunaaaaar! - llamó su tía desde la cocina.

- Peeeero después de desayunar - dijo Víctor corrigiéndose mientras cambiaba de dirección.

Desayunando, Iria lanzó un cachito de pan directo hacia la cara de Gonzalo, a lo que él respondió con un cereal, el cual le dio a Carla, y prácticamente en diez segundos tenían montada una batalla campal de comida.

- ¡Dejad de jugar con la comida! - los regañó su tío cuando los vio.

- Madre mía, me voy a tener que duchar - dijo Carla entre risas

- No te da tiempo, ¡te bañas en el lago! - le contestó Víctor - ¡Vamos ya!

Después de terminar de desayunar y lavarse los dientes, se fueron a cambiar a sus respectivas habitaciones.

- Me encanta tu bañador - le dijo Iria a Carla.

- Es uno de mis favoritos - sonrió ella.

Iria también sonrió. A Carla le pareció que sabía algo que ella no.

Al salir al pasillo, ya vestidas, Carla preguntó

- ¿Nos hacemos una foto?

- Vale - dijo Iria - pero que no salga la cara.

Se hicieron una foto de la espalda, que años más tarde, enmarcarían, recordando para siempre aquel momento.

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2023 ⏰

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