Insaciables

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Luis salió de la ducha, y se perfumó cuidando cada detalle para la cita de esa noche. Finalmente había llegado ese momento en la que conocería a la pareja con quienes venia intercambiando mensajes y fotos mediante la aplicación de citas gay. Ellos buscaban "un chico atlético para diversión en grande", y desde que recibió como respuesta la posibilidad de un encuentro, su ansiedad se disparó. La idea de formar parte de un trío con esos dos muchachos corpulentos, musculosos y altos lo excitaba fuertemente.

Quedó deslumbrado en cuanto los vio por primera vez. Su estómago se llenó de un ardiente cosquilleo en cuanto los vio acercarse con esas camisas ajustadas, y con esos carnosos pectorales que no les permitían cerrarse el botón superior dejando entrever algo de carne. Las fotos no mentían en absoluto, y mientras transcurría una distendida cena entre risas, Luis no podía apartar la vista de esos brazos que rellenaban muy bien las mangas de las camisas, todo una delicia para la vista. Al término de la cena, los muchachos lo invitaron a su departamento. Bebieron unos cócteles frutales con ron, y dejaron que Luis juegue con sus músculos, en la previa a cerrar la noche con sexo.


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Todo pareció normal esa noche.. y en las siguientes dos citas. Los tres disfrutaron de sexo intenso, con Nicolás y Samuel turnándose para dominar al pequeño Luis. Aunque, no es que él sea realmente pequeño, pero su estatura de 1,72 y 75 kilos de un cuerpo fibroso similar al de un jugador de fútbol, no podían compararse al tamaño de esos hércules; 1,88 y 1,92, ambos promediando los 100 kilos de pura masa muscular. Se sentía minúsculo y un poco intimidado al estar rodeado entre esos dos, pero al mismo tiempo estallaba de placer frente a esos cuerpos tallados como esculturas renacentistas.

Nico y Samuel dejaron pasar un tiempo para manifestar discretamente su secreta fantasía al agregar un elemento extra a sus noches de sexo; una inofensiva y erótica salsa de chocolate. Nico presionó el pomo y dejó chorrear la salsa sobre los pectorales danzantes de Samuel para luego untarlos sobre sus tetillas y sus abdominales. Lo mismo repitió Samuel sobre el torso de Nico, incluidas en sus zonas íntimas, para que Luis las despeje utilizando su lengua. Una vez que lo hizo, uno de ellos abrió una caja de rosquillas, las untó con el resto de la salsa de chocolate, y empezó a llevarlas directamente a la boca de Luis. Un juego erótico pensó, y como buen chico sumiso, abrió la boca y dejó que Nico le meta la rosquilla sensualmente. Al morderlas, algo del exquisito relleno de salsa de frutos de bosque precipitó cerca de su ombligo, y allí Samuel inclinó su torso para hacer de su magia con su lengua, deslizándola lentamente hacia abajo hasta coquetear con la cabeza del miembro erecto del invitado. Luis, sumergido en un tremendo orgasmo y dejándose llevar por el intenso placer del momento, solo se dedicó a disfrutar del momento, sin dejar de tragar. Apenas terminaba de tragar, le acercaban mas rosquilla, y no dejaron de hacerlo hasta que la caja quedó reducida a migajas.

Los encuentros sexuales dejaron de limitarse a los Sábado por la noche. Insaciables, lo extendieron a casi todas las noches. Empezaron a esperarlo a la salida del trabajo para invitarlo a cenar, desplazandolo de su hábito de salir a correr una vez que terminaba su jornada laboral. En un principio eran lugares normales, pero luego fueron restringiendose a esas tiendas que vendían esas hamburguesas grasosas, triples con tocino, doble queso, mostaza y cuanto mas condimentos tuviesen, mejor. Hábito que se transformó en diario. Le festejaban cada bocado, y mas tarde, mas bocadillos lo esperaban en la cama. Nico y Samu no dejaban pasar cada oportunidad en la que podían alimentarlo; antes, durante y después del sexo. Así, cada noche terminaba tan lleno que sentía como si su barriga fuese a estallar con un próximo bocado.

INSACIABLES (corto one-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora