Querido diario. Como sabes, soy Lena, la camionera más famosa de Bumania, y hoy es mi gran día para triunfar como anfitriona. Esta noche vienen a visitarme mis amigos del grupo. Estoy un poco nerviosa porque es la primera vez que los veo, y es que a pesar de que ya tengo confianza con ellos, no puedo evitar agobiarme un poco cada vez que voy a conocer a alguien. A pesar de todo, ¡estoy segura de que pasaremos una gran noche!
Llevo 6 meses yendo a clases de cocina solo para poder prepararme bien para el día de hoy. Es verdad que a los dos días ya estaba harta de las clases y no me estaban gustando nada, pero como ya las había pagado no iba a dejarlas ahora. Una no es millonaria y no estamos para desperdiciar el dinero. Lo importante es que he aprendido mucho en el curso, que cuando me da por algo no paro hasta saberlo todo sobre ese tema. Soy una intelectual, ¿qué le vamos a hacer? Pues con mi grandes conocimientos, como si fuera Satoshi Minamimoto, que en rodillos descanse, me dispongo a preparar la cena. Tomate, cebolla, puerro, harina, miel, pato, salmón, sirope de fresa, queso... Mierda. Me faltan dos cosas y no me da tiempo a ir a la tienda. Claro, si ayer me comí las galletas para merendar y eran las últimas. Pues nada, se cancela la cena y cada uno a su casa a pedirse una hamburguesa.
Es broma, voy a ver si encuentro en el libro alguna receta que pueda hacer con lo que tengo. Hay una que puedo hacer, pero parece bastante complicada. Con la mierda de ingredientes que tengo no me da para nada más, así que voy con esta. Preparo todas las cosas en la encimera y ya me agobio un montón. Pero bueno, hay que disfrutar del camino, ¿verdad? Aunque espero que no sea solo disfrutar de hacerlo y me quede algo rico, que no quiero envenenar a esta gente. Otra vez. Pero esta vez prometo no echar detergente.
Nada más empezar a cocinar suena el timbre. Qué oportunos. Voy a abrir y resulta que son Voka y Toivo, y como no puedo atenderles todavía, los dejo en el salón viendo la tele, así no molestan. Cuando llevo un rato haciendo la cena, me doy cuenta del gran problema de esta receta: hay que usar el horno. Es mi peor enemigo en clase, nunca entiendo cómo funciona y ya me da vergüenza preguntar delante de todos. Pero mira, como el profe es majo, seguro que no le importa que le mande un correo ahora preguntándole cómo se hace. Cojo el portátil mientras se calienta el sirope con el salmón y me pongo a escribir.
"Querido profesor don Miguel de la Santísima Sartén Espátulo. Estoy aquí preparando la receta 12.3 del libro y estoy que no sé encender el horno. ¿Me ayudas?" Leo el correo un par de veces pero no me convence cómo lo escrito. Bueno, mejor lo guardo y le echo luego otro vistazo que si no se me quema el pato. Mientras estoy extinguiendo el fuego, oigo a Toivo y Voka llamándome a gritos. ¿Pero qué les pasa ahora? Cuando llego, están los dos de pie porque no saben cómo sentarse en mi sofá. Es verdad que tengo un sofá muy moderno y hay que aprender a sentarse en él, así que les explico cómo se hace y cuando ya están sentados vuelvo a la cocina.
Durante las siguientes horas, llegaron Diego, Kratso, Krys y Zen, aunque yo no me moví de la cocina en ningún momento. Llegó un punto en el que ya estaba experimentando con la receta porque no tenía ni idea de cómo hacerla. Pero mira, casi que prefiero explorar y ver de lo que soy capaz antes que pasarme todo el rato pensando en lo mal que puede acabar esto. Cuando me acuerdo, miro el correo que le iba a mandar al profesor y me agobio porque es una mierda. ¿Pero cómo le voy a preguntar eso después de 6 meses? Pues nada, lo borro y a otra cosa, ya cocinaré la miel en el microondas.
De pronto, empiezo a escuchar gritos en el salón otra vez, y cuando me asomo, veo a Krys y Diego discutiendo y al resto mirándolos asustados. Parece que están debatiendo sobre cómo conducir un camión. Mi especialidad. La verdad es que los dos están diciendo muchas tonterías, ¿qué dicen de límites de velocidad? Pero bueno, como Krys es mi amiwi, apoyo las cuatro cosas en las que tiene razón y me callo el resto. Total, que como Diego estaba diciendo tantas tonterías me pongo a decirle todo lo que no es verdad. Pero bueno, tampoco voy ahora a darle clases de camionería, que vaya al cole de vez en cuando. Y mientras vuelvo a la cocina, escucho a Zen y Voka discutiendo también. ¿Pero qué les pasa hoy? Pues resulta que está Zen criticando Pingu. PINGU. La mejor serie de la historia. Tengo que defenderla, así que me tiro un rato explicándole a Zen por qué Pingu tiene la narrativa perfecta, pero no lo entiende. Pues mira, que le den, no voy a pasarme toda la noche hablando de eso.
De vuelta en la cocina, me salta un anuncio en el ordenador. Que si quiero conocerme a mí misma. Pues no, la verdad. Es lo último que me apetece en este momento. Termino de preparar la cena y la llevo a la mesa, pensando que por fin podremos comer. Pues no. Porque por la discusión con Krys resulta que Diego se ha mareado y está en el suelo llorando. No sé qué hacer con él, así que lo dejo ahí y que le ayude otro. Y mientras estoy caminando me agarra la pierna y me dice que lo está pasando fatal. Me da penilla, pero tengo que aceptar que tampoco puedo hacer nada por él, así que le digo que no puedo ayudarle. De verdad, a veces me siento como la prota de una historia con un montón de secundarios rarísimos sin importancia.
Mientras cenamos, se pone Toivo a preguntar tonterías. No se qué de viajes en el tiempo y mierdas así. Yo no respondo porque no me he enterado de la pregunta y no sé qué decirle. Luego se pone Kratso a contar que tiene sus vacaciones super planeadas y nos enseña un excel con todo. ¡Un excel para las vacaciones! Estás tú que voy a hacer yo eso, en vacaciones se improvisa a tope. Pero vamos, tampoco le voy a decir nada, que haga lo que quiera. Yo es que soy muy del vive y deja vivir, prefiero centrarme en lo que creo yo en vez de criticar las tonterías que piensan los demás.
Cuando terminamos de cenar, se reinicia la discusión. Diego y Krys casi llegan a las manos, a Voka tendría que haberle preguntado cómo encender el horno, porque me encontré a Zen dentro, y Kratso estaba pintando un excel en la pared del salón. Como ya estaba cabreada, me puse a gritar y los mandé a todos a la mierda, ya les pediré perdón otro día. Menos mal que mañana podré descansar y celebrar mi cumple tranquila con una tarta para mí sola. No voy a salir para nada, como si me hubieran dejado atrapada en casa.