2. Prisiones sin barrotes.

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Tal vez aquello no había sido la mejor de las ideas.

Había sido un arrebato, el ver a una chica joven y hermosa, valiente, tan valiente, delante de ella en aquella mazmorra tan fría como su corazón, había despertado en ella algo que llevaba dormido mucho tiempo.

Su lado humano.

Llevaba tanto tiempo siendo un monstruo, dejando que la rabia y la soledad la consumieran, que ya no creía en la posibilidad de poder...

-No. Es una locura. –Murmulla para ella misma.

Porque, ¿quién en su sano juicio iba a querer estar cerca de una bestia como ella?

-No debería haber dejado que se quedara -dice, mientras deja escapar un gruñido -Todo por una rosa. Siempre por una estúpida rosa. Si ni siquiera he tenido el valor de pedirle que cenara conmigo, ¡¿cómo quiero...?!

La frustración hace que estampe una de sus enormes zarpas contra la pared más cercana, provocando que sus garras chirríen contra ella.

La bestia escucha un sonoro carraspeo tras ella y se gira para encontrar allí a su ama de llaves, mirándola con el ceño fruncido.

-Ni el mármol italiano de la pared, ni mis oídos, tienen por qué sufrir su frustración, Alteza -Le recrimina la tetera -Vamos a tener que trabajar mucho en ese temperamento suyo.

El enorme animal resopla y se deja caer sobre una de las butacas como un peso muerto.

- ¿Cómo está? -Pregunta, dejando que su mirada se pierda entre las ondeantes llamas de la chimenea.

- ¿La chica? Menos asustada de lo que cabría esperar, teniendo en cuenta el recibimiento.

-Me ha mirado con tanto miedo...

-A ver..., normal. No se ofenda, pero mide usted más de dos metros y tiene cuernos.

-Nada, nada, solo tiene que acicalarse un poco y poner su mejor sonrisa -comenta Angie, entrando animadamente por la puerta, a lo que la bestia responde intentando dibujar una mueca parecida a una sonrisa en su cara, pero solo consigue que sus enormes colmillos queden al descubierto. -O mejor no. -Comenta de nuevo el candelabro. –Olvidemos la sonrisa. Nos la ganaremos por el estómago. Ya he puesto a Ramiro a trabajar en ello.

-Nada de hacer bailar a las cucharas, por favor. -Se quejó Selena. -Estoy harta de que me revoluciones a la vajilla. Al menos intentemos que la primera vez que cenen juntas no tengan distracciones.

El candelabro se dispone a objetar la idea de la tetera, cuando escuchan a la bestia resoplar y se giran hacia ella, justo para encontrarse a su ama hecha un ovillo encima de la butaca y con la cabeza medio escondida entre sus rodillas. Era una escena que hacía años que no veían, y les resultaba incluso tierno ver a semejante animal, con sus cuernos y sus afilados colmillos, sumido en aquel gesto tan indefenso.

-No va a servir de nada. -Dice con un tono tan vulnerable que casi recuerda a su voz original.

-Alteza, con el debido respeto, -Dice la tetera, que se acerca para ponerse frente a ella, -Si tuviera manos, ahora mismo le daría una bofetada.

-¡Sele! –Exclama Angie ante la actitud del ama de llaves.

La sorpresa se hace evidente también en el rostro de la bestia, que por fin levanta la cabeza para mirar a la tetera.

-No, -continúa Selena, indicándole a su amiga que todavía no ha acabado, -Ya he tenido bastante de su actitud de niña egoísta y cobarde. –Entonces se gira de nuevo hacia la señora del castillo, -En menos de dos meses cumple veintiún años, así que si no quiere pasar el resto de sus días con la apariencia de un monstruo y rodeada de antiguallas sin vida, va a hacer el esfuerzo de una maldita vez, y se va a comportar como la princesa que es.

La bella y la bestia // MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora