Prólogo

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Philip Anderson

Era tarde, un doce de Abril, día de primavera y yo, un chico de depresivo (como muchos me llamaban) andaba en mi pacifico hogar con mi franela favorita, holgada y gris, leyendo un libro que me habían recomendado en el instituto, junto a mi taza de café matutino.

De pronto un ruido de auto me saco de mis pensamientos, lo cual me parecía extraño puesto que era una calle vacía, donde yo vivía no habitaba mucha gente y la poca que había siempre salía en bicicleta o caminando. Era un lugar muy tranquilo y estaba acostumbrado a eso. No pensé que fuera a cambiar.

De pronto veo cómo salen del auto un chico de rizos dorados y sus padres. Una señora muy joven de aproximadamente veinte años y un corpulento sujeto de rizos dorados.

Sin darme cuenta noté que el joven me había descubierto observándolos y se acercó a mi con una sonrisa amigable.

-¡Hola!

- Hola - le respondo sin apartar la vista de mi libro.

-¿Cómo te llamas? Yo soy Alfred.

- Soy Philip, mucho gusto. -lo miro de arriba a abajo, no me gustan los extraños- ¿Cuántos años tienes?

-Quince años ¿y tú?

- No es de tu incumbencia.

Veo cómo reacciona sorprendido por mi respuesta. - ¿Qué estás leyendo? -recupera fácilmente su amable tono.

-Un libro de Psicología - contestó fingiendo indiferencia - ¿te interesa?

-Mi madre es psicóloga.. - responde rápidamente - la he visto leerlo y me lo ha recomendado.

Me quedo en silencio y continúo con mi lectura, al parecer entendió que quería privacidad para seguir leyendo así que se sentó a mi lado callado observándome. Me empecé a sentir incómodo pero no duro mucho cuando escuche a su madre llamarlo para ir a cenar.

- ¡Alfred! Ven a cenar cariño - y regreso a la casa.

-Mm.. debo irme. ¿Nos vemos mañana? -preguntó levantándose de las escaleras.

-Claro. -le respondo viendo sus ojos, quizás solo quiere hacer amigos, y una compañía no me vendría mal de vez en cuando.

-Hasta luego. -se despide con una sonrisa genuina, me agrada su compañía.

Lo veo marcharse a su casa, les tomará un tiempo limpiarla, esa casa ha estado abandona durante un año pero supongo que sigue habitable si decidieron mudarse. Es muy parecida a la mía, dos pisos y paredes grises. Sin duda a este barrio le hace falta color.

Escucho a mi madre llamarme desde la cocina y recojo todo para entrar de nuevo a la casa, antes echo una ultima mirada a la casa vecina y veo a Alfred desde la ventana del primer piso saludándome. Sin duda su carisma hará lindos cambios al frío lugar.

Al entrar me encuentro con mi hermana en el sofá conectada a su teléfono, me analiza de arriba a abajo y no disimula la sonrisa que se forma en sus labios. Su cara es regordeta con cachetes inflados y su pelo corto y rizos oscuros.

-¿Qué te hace sonreír tanto? -preguntó cortando el silencio.

- Philip Anderson, el inadaptado introvertido ¿hizo un amigo? -suelta con risas acompañadas.

- ¿Qué puedo decirte? Soy irresistible. -alardeó mientras camino hacia la cocina para cenar.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2022 ⏰

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