único

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dirty talk, mina g!p, nayeon menor.

Luego de un bostezo leve, Nayeon se coloca la típica y macabra máscara que siempre cubre su rostro

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Luego de un bostezo leve, Nayeon se coloca la típica y macabra máscara que siempre cubre su rostro.

En lo que camina una de sus manos toma el cuchillo metido en uno de los bolsillos traseros de su pantalón, agarrando el mango con fuerza mientras observa el gran edificio en el que se encuentra, aquel que estaba jodidamente abandonado y el cual le costó un siglo hallar.

Se relame los labios detrás de la máscara con un poco de nervios, sus ojos no paran de mirar hacia todos lados buscando el objetivo por el cual estaba metido allí adentro.

Porque sí, ella estaba ahí por algo, o, mejor dicho, por alguien. Por alguien al cual destrozaría hasta que su cuerpo deje de chorrear aquel atrayente flujo rojo, ese que tanto le encanta y el cual moría por ver otra vez escurrir de algún cuerpo que fuera torturado por ella.

Está un poco oscuro, lo cual dificulta un poco poder caminar sin tropezarse con algún que otro resto de algo. En realidad, no le afecta mucho, por supuesto que no ve, pero lo que ella cree que necesita en este momento es escuchar, no ver.

Oh, conejita, si supieras que ahora también necesitas ver.

Suspirando, a Im no le queda de otra que abrir la boca, a pesar de que su vista esté nublada de negro.

— ¿No piensas salir, bastarda? —aprieta el cuchillo con más fuerza, un gruñido apoderándose de su boca al no recibir la respuesta que quiere—. Cobarde, no te tengo miedo, sal de dondequiera que estés, cabrona.

El silencio seguía siendo la única respuesta a los llamados de la asesina, por lo que continuó caminando aún alzando la voz para que aquella chica de cabellos azabaches se decida a aparecer.

Todo estaba hecho una ruina y Nayeon comenzaba a creer que estaba perdiendo el tiempo metida en ese lugar; ninguna señal de la imbécil y poco a poco la paciencia que estaba teniendo se iba yendo.

Una risa burlona de pronto lo detiene, y Nay empuña su cuchillo rápidamente, sus oídos atentos a cada sonido que sea capaz de captar, obteniendo sólo palabras en susurros que no entendía y risas leves y juguetonas que la confundían todavía más.

Gruñó y apretó el mango del arma que siempre le acompañaba, harta de estar ahí y no ver una mierda.

¿La pequeña conejita está perdida? —aquella voz que le susurraba de repente se tornó grave y profunda, se oía como un jodido satoori, que le provocó un escalofrío en todo el cuerpo.

— Tu puta madre está perdida, hija de perra —Nayeon se aleja, sus oídos atentos a cualquier cosa—. ¿Tienes miedo? ¿Eh? —Im ríe con burla—. Vamos, no voy a hacerte daño, sólo quiero que pruebes el filo de mi cuchillo.

— ¿Un cuchillo? —ahora la voz vuelve a burlarse de ella—. Vamos, Bunny, ¿sólo eso? ¿Me estás jodiendo? —una risa ronca proviene de algún lugar del pasillo, dejando un tanto nerviosa a la de cabellos castaños—. Qué básico, ¿cómo es que los policías aún no te han atrapado siendo que sólo utilizas un cuchillo de juguete? Se nota que no sirven para nada.

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