Unico

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El caluroso día no permitía a Ichigo ser consciente siquiera de sus propios pensamientos, sentía como si la simple sinapsis de sus neuronas quemara

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El caluroso día no permitía a Ichigo ser consciente siquiera de sus propios pensamientos, sentía como si la simple sinapsis de sus neuronas quemara.

—¡Dios, ya no quiero ser tu mejor guerrero! –. Grito hacia el cielo, sin importar las miradas cargadas de extrañes que recibió.

Por supuesto, el pelinaranja siguió su camino sin pensar mucho en la vergüenza pasada, avanzaba con lentitud y hasta sentía como todo su cuerpo sudaba mientras caminaba con apuro entre las angostas calles y grandes casas viejas de esa parte del pueblo.

Mientras caminaba, Ichigo recordaba la primera vez que había encontrado a el otro en esa situación.

No hacía mucho tiempo, en un día frío como el hielo mismo, las casas se teñían de humedad y fresco aire ante la nueva estación invernal, los colores del cielo se opacaban en tonos grises y azules, demostrando así que era tarde ya para una piscina no climatizada, o una bebida fresca en la playa.

El peli-naranja recuerda haber estado enfadado ese día, había trabajado hasta caerse muerto para terminar el examen y resulta que ni lo darían. Era imposible no estar rabioso ante tal descaro, pero cuando lo vio allí, una obra de arte en toda la extensión de la oración, con su cabello cayendo suavemente entre la tersa y pálida piel, interrumpiendo la vista hacia la bella tormenta de sus ojos, el contrario se encontraba hincado mientras pasaba su mano, la cual al pelinaranja se le hacía cada vez más apetecible para tomar entre las suyas y sentir la probablemente perfecta piel de estas, por el bello pelaje de un pequeño gato.
Fue allí que entendió su rabia no tenía valor, no cuando tal obra de arte se le era extendida ante sus brillantes ojos.

No había necesidad de mentir o ignorar la verdad que se le mostraba ante el, y era sincero cuando admitía haber sentido la necesidad de no sólo ser un observador, sino unirse a tal arte y formar una combinación extraña de colores.

Pero el jamás se llevaría bien con el Quincy, incluso si la mínima vista de el en su tranquilidad le hizo olvidar todo enfado, y el simple pensar en un rose de manos le hacía sonrosar, jamás podría admitir tal derrota cómo sentirse atraído a formar parte de algo con su 'enemigo jurado'.

—Solo soy un observador sin derecho –. Hablo al aire con cansancio, mientras movía su mano con suavidad frente a el en busca de aire para pasar tal calor —. ¿Por que estoy aquí de todas formas? Uryū no va a venir con tanto calor.

Con esa pregunta lanzada en casi un susurro, Ichigo desaceleró sus pasos en la esquina de un callejón entre viejas casas, frenando así para ver a un bonito muchacho de cabello azabache azulado pasar su mano con casi pereza sobre el pelaje de un minino.

Una combinación exótica de colores se generaba apenas y el adolescente posaba su mano sobre el naranja pelaje del gato, que tenía patrones extraños dibujados entre los cabellos de su gatuno cuerpo.

—¿Como estas pequeño Kuryū? –. Preguntó con suavidad el fanático felino mientras lo acariciaba —. Hoy te traje una muy rica pasta de alimento para gatos, y vine con una gran promesa de llevarte a casa la semana siguiente, aunque no a la mía –. Murmuro con una gran sonrisa de perlados dientes.

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2022 ⏰

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