La noticia inesperada

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Es imposible saber cuándo conocerás a esta persona que pondrá de golpe tu mundo del revés. Sencillamente, sucede. Es un parpadeo. Una burbuja de jabón estallando. A lo largo de nuestra vida nos cruzamos con miles de personas; en el supermercado, en el autobús, en una cafetería o en plena calle. Y quizás aquella que está destinada a sacudirte se pare junto a ti ante un paso de peatones o se lleve la última caja de cereales del estante superior mientras estás haciendo la compra. Puede ser que nunca la conozcas, ni os dirijáis la palabra. O puede ser que sí. Puede ser que os mire, que ensombrecéis, que conectéis. Es así de imprevisible; supongo que aquí está la magia. Y, en mi caso, ocurrió una noche gélida de invierno, en París, cuando intentaba comprar un billete de metro.Ese fue el día donde conocí a Jack.

Unas horas antes del incidente, estaba en mi residencia de la universidad en Barcelona, el piso no era muy grande, pero se estaba bien, tampoco podía pedir mucho, ya que al menos tenía una beca para poder estudiar psicología allí donde siempre había querido. Mis padres querían que estudiara derecho, porque dicen que si estudio, psicología no tendré futuro. Pero sinceramente su opinión no me afectó. Me dijeron que si no estudiaba lo que ellos querían no me pagarían nada que tengas que ver con los estudios, por suerte he encontrado trabajo en la biblioteca de la universidad y al menos me permite pagar los gastos.

Vivía con mi gato, ya que la idea de compartir el piso con otra persona no me resultaba muy agradable, socializar nunca había sido lo mío. Por lo tanto, siempre estábamos en Sam y yo. Pero en el piso de la derecha, se encontraba mi mejor amiga, Norah. La conozco desde que éramos pequeñas por el hecho de que vivíamos en el mismo pueblo. Siempre habíamos sido nosotras dos.

Pero hace unos meses conoció a Andrew, y empezaron a salir, podríamos decir que me abandonó un poco, no obstante, aunque no charlamos tanto, siempre seguimos nuestra tradición. Los sábados voy a su piso y estamos toda la noche mirando películas, comentando nuestros días... es muy divertido.

Estaba tumbada en el sofá leyendo un libro y de repente alguien toca el timbre -pongo los ojos en blanco-. De verdad, odio que las personas me interrumpan cuando estoy dentro de mi mundo literario, cuando leo es como si cambiara de dimensión, podría estar horas leyendo y no me daría cuenta de que pasa el tiempo.

Abro la puerta y me encontré a Liam, estaba todo mojado y no parecía muy contento. Es mi mejor amigo, lo conocí hace dos años en una fiesta que había ido con Norah.

Dios, qué recuerdos aquella noche, me recuerdo que cantamos con el karaoke nuestras canciones favoritas y bailamos como nunca lo habíamos hecho.

Sinceramente con la universidad y el trabajo casi no tengo tiempo de ir de fiesta, no como Norah que cada fin de semana va a la discoteca que está cerca la residencia, qué envidia, no sé cómo lo hace.

Bien si, sus padres son los más ricos de Barcelona desde que ganaran el premio grande de lotería de hace un par de años, por lo tanto, podríamos decir que ella no conoce la palabra "trabajo". Y yo, con 19 años pagándome la universidad y haciendo trabajo, me siento mucho más vieja. Dejo mis pensamientos aparte y me centro en mi amigo, que parece que viene de la Segunda Guerra Mundial.

- ¿Qué te ha pasado?- pregunto preocupada.

- Lo mismo de siempre - dice encogiéndose de hombros, avergonzado.

No sé por qué no me sorprende, siempre se pelea con su pareja. Yo siempre le he dicho que tiene una relación más tóxica que Chernóbil. Lo dejo pasar y mientras le doy ropa y toallas para que se pueda cambiar le hago el mismo interrogatorio de siempre.

¿Por qué ha sido esta vez? - lo miro con cara seria-. Siempre discuten por cualquier tonteria, recuerdo que la otra semana discutieron por qué  Liam quería cenar en el jardín y Maggie en el sofá mirando una peli, parecen niños pequeños.

Come with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora