Mi historia paranormal (basado en hechos reales)

Capítulo II "La bruja "

La tormenta continuó en mi niñez; la mayoría de las noches la bruja se aparecía.

Una mañana bajó a desayunar mi abuela y mi mamá.
Ambas me observaban, me dijeron que me veía preocupada y espantada. A lo que yo les respondí "descuiden, estoy bien, no se preocupen".
Pero, en lo más profundo de mi ser seguía pensando en aquella primera noche cuando vi a la bruja. Lo más extraño es que aún no he podido esclarecer mis dudas sobre el por qué la bruja no deja para de seguirme. La mayoría de esas noches no podía descansar bien.

Una noche me quedé sola en casa.
fuí a ver la televisión, de pronto escuché ruidos extraños afuera del cuarto; posteriormente se escuchó un grito, luego se empezaron a escuchar pasos, cada vez más cercanos.
Salté de la cama, mientras la televisión empezó a quedarse sin señal. Me sentía estupefacta, en seguida vi una sombra afuera del cuarto, no tenía la menor idea de qué era; tenía miedo.

Tomé mi pulso y me noté alterada. El extraño ruido continuaba.
Se escuchaban las pisadas; era como un rumor de pasos con sonido de tacón. De pronto me cubrí mi rostro con las cobijas, estaba temblando de miedo, inmediatamente escuché la puerta rechinar, sentí pánico con un toque de escalofríos; el ambiente se había tornado gélido.

Procedí con cautela a destaparme lentamente mi cara, de pronto observé en la entrada del cuarto a una mujer.
Sus ojos parecían carbones encendidos, su mirada, su rostro, su físico me parecía conocido. La reconocí, y pensé ¡Es ella, es la bruja!. Me sentí aterrada y con miedo.

Ella trataba de acercase a mí lentamente, ahora su cara se veía horrible, le salía sangre de los ojos como si estuviera llorando, su rostro estaba lleno de sangre, sus manos tenían sangre. En seguida cubrí mi cara de nuevo, estaba temblando. ¡Tenía mucho miedo!.

De repente, después de cinco segundos se escucharon otros pasos y que alguien se sentaba en el sillón rojo que está justo a lado de la cama.
Sin hacer ruido retiré otra vez la cobija de mi rostro, vi sentado en el sillón a un señor. Tenía su cabello corto, quebrado de color negro como la noche. Su piel era pálida. Vestía de corte anticuado.

Él me observó, y luego miré a la bruja. Parecía que ella no podía acercarse a mí, como si algo o alguien no le permitiera dar un paso más.

Notaba que el señor era el que no la dejaba acercarse a mí. En ese instante me pregunté quién sería ese espectro masculino que no permitía que la bruja se acercara; porque parecía que ese fantasma me cuidaba.

Mientras miraba el reloj colgado en la pared, indicaba exactamente la una, el fantasma me miraba sin parpadear, por lo que mis ojos comenzaban a cerrarse. No sé cómo, pero él hacía que me diera sueño.

Comencé a ver muy borroso, pero alcancé a ver qué la bruja iba desapareciendo, comenzando a gritar muy fuerte y a reírse. Su grito se escuchaba tan espantoso que sentía mi corazón salirse del miedo, en segundos me quedé dormida, sin entender el porqué de ello.

Para mí esa noche fue la más extraña, con el miedo que aún permanecía en mí; me volví a quedar con preguntas por resolver.

Me desperté a las 8 a.m.
Mi familia ya se había ido a trabajar. Por lo que desayuné cereal.
mi tía Lupe me habló y cuando fuí a verla me preguntó, "¿Estás bien hija?" Yo le respondí "Sí tía estoy bien ¿Por qué la pregunta?".

Mi tía me dijo que en la noche escuchó gritos de mujer y que vio brujas bajando del cerro. Cuando mi tía me platicó aquello, quedé con miedo.

Mi tía me comentó que cuando su hermano estaba en el anexo ella le limpiaba su cuarto. Una madrugada cerca de las 12:00 a.m. o 1:00 a.m se escucharon ruidos en el cuarto, ella se asomó por la ventana y vió a tres mujeres aventando cosas y riéndose. Dice que se espantó mucho, entonces se fue a su casa y esperó a que amaneciera para regresar al cuarto y ver qué había ocurrido.

Al llegar abrió la puerta y observó que la ropa de su hermano estaba tirada en el piso, los zapatos aventados, pedazos de vidrio en el piso y gotas de cera; Mi tía se apuró hacer limpieza, estaba estupefacta.

Luego echó agua bendita al cuarto; a partir de entonces ya no volvió a escuchar risas ni ver brujas ahí. Únicamente la noche del aquel día después de bendecir el cuarto, mi tía Lupe escuchó susurros y luego un golpe en el techo, de ahí ya no volvió a suceder lo mismo.