Memorias

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Aquel relámpago estalló con brusquedad contra la ventana siendo rápidamente seguido por un estruendo que provocó que la tierra misma temblase.

Aquella habitación, aquel lujoso y adorable ático decorado de rosa con sedas blancas y fiushas reposaba en un frío silencio, con aquella tierna doncella meditando en su pesar, inquieta pero a la vez tan estática que parecía que en cualquier momento rompería en llanto o bien, rompería en un ataque de cólera.

Emitió un pequeño quejido mientras sus orbes se llenaban de lágrimas, en verdad se sentía horriblemente mal desde hace años, ¿pero por qué? ¿acaso su colección de fotos de niños horrorizados, que crecía año con año, no era suficiente? ¿acaso sus dos compañeros, fieles fotógrafos del mal, no la complacían lo suficiente? ¿por qué su corazón se sentía tan vacío? ¿por qué sentía que, aún pese a tener todo cuanto pudiera imaginar, no tenía nada en lo absoluto? ¿por qué aún después de la muerte se sentía tan vacía, infeliz, triste?

Se alzó en elegante vuelo, acercándose a aquella pizarra de corcho, viendo una por una aquellas fotos de niños rubios, morenos, altos, bajos, gentiles y malos, arrancando uno a uno de estos, dejando que aquellos pedazos de papel cayeran lentamente al suelo, desesperada, rebuscando en aquellas pilas de memorias una en específico, ¿dónde...? ¿dónde estaba?

Soltó un grito lleno de histeria, sacando de una zarpada todas las fotos de aquella larga década, revelando ante ella aquel hermoso y preciado tesoro que había perdido hace tiempo.

Sí, en aquella pizarra de corcho aún reposaban aquellas fotos de aquel lobezno salvaje de pelaje oscuro, oh, ahí estaba, mostrando sus afiliados colmillos, viéndose agresivo, dominante, varonil, tan salvaje, tan perfecto para ella.

Esbozó una tímida sonrisa llena de picardía, tristeza y amor, pasando la yema de sus delicados dedos por aquellas fotos gastadas y hasta arrugadas, deseando tenerlo aquí presente a su lado, deseando tenerlo cerca una vez más, sí, a aquel adolescente que tanto la angustió y le hizo rabiar solo para después conquistarla y enamorarla de forma perdida.

Sus orbes zafiros empezaron a llenarse de lágrimas, torciendo aquella suave sonrisa en una mueca de dolor puro, pegándose más a aquella pizarra de corcho, liberando su agudo llanto en aquella que era su falta, viéndose como una pequeña niña herida que, lo único que deseaba, era volver a aquella dulce noche y para volver a verlo tan indiferente, tan bromista, tan alocado, tan salvaje.

Se aferró fuertemente a aquella pizarra, arrancandola de su lugar, viniendose con esta abajo, cayendo arrodillada contra los suelos de madera alfombrados de violeta, retrayendose en su pesar mientras abrazaba con fuerza aquel dulce y agrio recuerdo del ayer.

Las pesadas gotas de la lluvia exterior golpeaban fieramente contra la vieja ventana de aquel tímido rincón, siendo testigo del dolor de aquella joven de eterna belleza, velando por ella y su sufrimiento junto a las tenues luces de amarillo que las rodeaban entre aquellos tonos de pastel.

Lentamente aquellos seres semitransparentes se fueron acercando hacia ella, entristecidos, sintiendo que, ni la mejor de sus fotos podría animarla ahora, sintiéndose en efecto los peores, aunque... ¿podría eso cambiar?

Lentamente se desplazaron hacia ella, en silencio, dudando si interrumpir, dudando si lo que traían para ofrecer sería suficiente para aliviar su dolor, dudando... de si ella realmente deseaba volverlo a ver.

El más alto posó cuidadosamente su mano sobre el hombro de la más joven, mordiéndose el labio inferior ante los nervios de que esta respondiera de mala manera.
La joven de cabellos violetas se giró hacia ellos, sin pretender ocultar sus lágrimas, son pretender ocultar nada.

Memories ft. Sonic×LahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora