Prólogo

3 1 1
                                    

El sol pegaba un poco haciendo contraste con las hojas ya color naranja del otoño. Mis pasos son lentos, necesitaba despejarme un poco por todo lo ocurrido, la escuela con el trabajo era algo abrumador aveces y hoy estaba aprovechando que era mi día de descanso.

Levanto la mirada que hasta ese momento no se había despegado del suelo y sonrío al ver a la señora Helena sentada en una banca descansando mientras lee un libro tranquilamente, tiene el cabello un poco blanco ya por lo años, su cara comienza a marcar la edad por las arrugas pero hay algo en especial que siempre llama mi atención... Su mirada, una mirada llena de tristeza y melancolía.

No me malinterpreten, ella siempre está sonriendo e incluso es alegre a la hora de contar anécdotas graciosas pero es como si algo le hubiera faltado, algo que la vida le robó. 

Ella levanta la mirada y me sonríe alegremente, me siento a su lado mientras ella deja el libro de lado para mirarme.

—Hola, querida. Me alegra verte. ¿Cómo estás?— una sonrisa leve se asoma en su rostro y yo se la devuelvo.

—Estoy bien, pero ya sabe. La escuela y el trabajo me tienen ocupada, entre los proyectos y correr para atender a clientes estresados apenas me da tiempo hacer algunas cosas.

—Me imagino... Aunque si me permites darte un consejo yo creo que debes enfocarte en escribir. Después de todo eso te apasiona. Me lo has contado muchísimas veces.

Sonrío al notar que recuerda eso. Me encanta mucho crear historias pero en este momento no estaba en la mejor etapa de mi vida. Ni siquiera podía tener el control de escribir la mía. Suspiro y niego levemente.

— Aveces no creo que eso funcione, es como algo que está fuera de mi alcance... Talvez la escritura no sea lo mío y solo estoy envuelta en una loca fantasía.

La señora Helena me mira y sonríe, un brillo se asoma por sus ojos como si hubiera recordado algo. Se quedó en silencio por unos momentos y me tomo una mano para después decir.

— Una persona especial alguna vez me dijo que lo único imposible es aquello que no intentas. Nunca sabrás si eso es lo tuyo o no si no tienes paciencia y perseverancia... —Suspira y noto como una profunda tristeza se instala en sus ojos.

Pude haberme quedado callada o decir que lo intentaría para animarla pero no, lo que mejor se me da es ser imprudente.

Menuda novedad.

— ¿Usted dejó de intentar algo y ahora se arrepiente?

Si ella se molestaba y me respondía mal. Vaya que me lo merecía... Pero no fue así, solo sonrió y se acomodo mejor en la banca.

—¿Lista para escuchar otra de mis historias?

Asiento muy alegre, ella siempre tenía buenas anécdotas y está parecía ser igual de buena y por el brillo en sus ojos me atrevo a decir que incluso era especial. Algo que guardaba con mucho amor en su corazón.

Sonrió por mi entusiasmo y comenzó.

— El llegó de una manera… rara en mi vida, nunca imaginé que aquel chico que me sacó el susto de mi vida esa noche, se metería tan dentro de mí dejando marcada cada parte de mi cuerpo, cada latido de mi corazón y cada pensamiento de mi cabeza.

>>Pero como lo dije antes, lo único imposible es aquello que no se intenta, no se con que objetivo la vida me puso ante él, no se con que intención el destino hizo que me enamorará de él hasta el último espacio de mi corazón, lo único que si te digo es que a pesar de los años y las circunstancias que nos rodearon... Aún lo sigo amando, pero para eso querida... Iremos desde el principio. 

Di Que No Te Vas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora