Borja Luzuriaga, un Alfa dominante.
Es uno de los empresarios más grandes de todo LA, con una reputación impecable y una vida hecha. Tiene a su perfecto prometido Raúl Álvarez, conocido en la industria de la moda como "Auron".
Luzu, un gran hombre...
-Señor Borja, necesitamos que firme estos documentos para el próximo proyecto.
Una de las empleadas lo perseguía por la oficina, mientras el hablaba tranquilamente con el encargado de tan dichoso proyecto.
-Déjalos sobre mi escritorio Akira, los firmaré en un rato.- la chica asintió y a paso veloz se fue, dejándolo solo con Samuel.- Entonces, ¿cómo vamos con el proyecto?
-De maravilla Luzu, el K.A.R.M.A funciona correctamente y si todo sale bien podremos expandirnos.- el pelinegro sonrió satisfecho.
K.A.R.M.A era el proyecto en el que Luzu había estado trabajando toda su vida: un medicamento más fuerte que los inhibidores, pero que no causaba daño alguno en los omegas. Su plan era bajar la taza de abusos sexuales en el mundo con aquel proyecto, pues aunque muchos no lo aceptaran era un gran problema que aún seguía existente, y todo por culpa de los alfas que no sabían controlar sus instintos.
-Pero también tengo malas noticias.- carraspeo y Luzu le dio toda su atención.- Descubrimos que algunos de nuestros médicos a los que surtimos están vendiendo ilegalmente a científicos de drogas, están alterando el medicamento para drogar y abusar de los omegas.
-Jodidas escorias.- dijo frunciendo el ceño, siempre buscaban la manera de hacer de las suyas.- Hay que localizar cuánto antes a los traidores.
Un ligero empujón contra su espalda lo sacó de la conversación con Samuel y se giró mirando a un chico de cabellera negra y grandes alas, que miraba nervioso sus zapatos y se disculpaba una y otra vez.-L-Lo siento... No quise, me tropecé.- tartamudeo y Luzu sonrió divertido.
-Tranquilo, ¿cómo te llamas?.
-Alex.- seguían con la vista fija al suelo y eso comenzaba a irritar al castaño.
-Bien Alex, tal vez sería mejor si recortaras tu cabello para no tropezar.- acercó su mano al cabello largo sobre la frente del más bajo y este retrocedió apretando los papeles contra su pecho.- O no.
-T-Tengo que irme, lo siento.
Salió corriendo de aquel lugar entre tropezones y con la vista de todos sobre él, incluida la de Luzu, que se dio el tiempo de analizar a aquel descuidado chico: cabello largo y despeinado, sudadera negra más grande que él junto a unos leggins ceñidos a sus piernas, un par de botas de combate negras y unos lentes que descansaban sobre el puente de su naríz.
Escuché que tiene una horrible cicatriz en la cara y por eso siempre está mirando al suelo.- susurró a una de sus empleadas a otra que estaba a su lado.
-Que rarito.- Samuel exclamó junto a él, sacándolo de sus pensamientos.- En fin, haré lo que me pediste y trataré de llegar con noticias cuánto antes.
-Gracias, Samuel.
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Exhaló cansado mientras despeinaba su cabello, sus orejas se agitaron ante el tacto y frunció el ceño. A veces odiaba esas cosas, pero odiaba más su estúpida cola que se enredaba y atoraba con todo; la última vez alguien había cerrado la puerta y había apresado su sensible cola marrón, tuvieron que enyesarla y se veía jodidamente patético.
