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TERCERA PERSONA

Felix se hallaba llorando, rogándole a sus padres que detuvieran el auto, que lo hablaran con palabras, pero todo era en vano: ellos ya lo habían decidido y no pensaban cambiar de opinión.

Entró en la recepción del lugar, temblando.

- Nombre - Preguntó la secretaria que estaba en turno en ese momento.

- Lee Felix. - respondió su madre - Viene a terapia con... ¿cómo se llamaba?

- Licenciado Hwang Hyunjin, un gusto - Habló un hombre detrás de ellos.

Todos lo miraron excepto Felix, que tenía la mirada fija en el suelo, aún llorando.

- Buenos días, Licenciado. Él es Felix, mi hijo - Habló el padre.

El psicólogo se tomó el tiempo de estudiar al mencionado atentamente. Tenía el pelo rubio, algo largo pero no lo suficiente, ligeramente desordenado; tenía lindas pecas por la mayor parte de su rostro; era delgado, aunque tenía un cuerpo notablemente trabajado; una playera de manga larga algo holgada, un pantalón holgado igual y unos converse negros.

Tampoco ignoró el hecho de que el chico estaba llorando y temblando a más no poder.

- Está bien - dijo al finalizar -, pasa a mi consultorio, Felix.

El mencionado asintió distraídamente y fue al lugar donde Hyunjin le indicó, sin detenerse a ver a nadie.

El mayor lo siguió, con los padres de Felix pisándole los talones.

- ¿Si, alguna duda, señores Lee? - preguntó el psicólogo al ver que los padres también habían ingresado a la habitación.

- Oh, no, ninguna - habló la madre -. Ya puede comenzar a terapear a Felix.

- Para eso necesito que salgan del consultorio.

- ¿Disculpe? Nosotros pagamos una terapia, así que por ende nos puede permitir estar aquí presentes en ella, ¿no?

- Me temo que no es así, señora Lee. La terapia es personal, o sea, sólo paciente y psicólogo, nadie más. Si se le permitiera a más gente ingresar en la terapia entonces sería terapia grupal, pero este no es el caso. Ustedes me pidieron "terapear" - hizo las comillas con los dedos en la última palabra - a su hijo Lee Felix por algo que no me quisieron decir, así que he de asumir que él lo hará, de nuevo, repito, a solas, conmigo, porque así son las terapias.

- Pues no me parece. Conseguiré a un mejor psicólogo. Uno que si nos deje estar presentes al momento de la terapia.

- Si la terapia es personal, entonces no sería un buen psicólogo. Cualquiera que se haya graduado en psicología y tenga un título no la dejará estar presente en la terapia de su hijo, independientemente del caso.

- Está bien, nos vamos, pero volveremos en una hora.

- Perfecto, justo cuando acaba mi terapia - sonrió forzadamente y les despidió con la mano mientras ellos salían de la habitación. Supuso que vería a este chico por lo menos dos veces por semana ahora que conocía a sus padres -. Muy bien, Felix. ¿Podrías comenzar diciéndome qué sucede? - tomó una pila de papeles y comenzó a ordenarla, esperando la respuesta del chico, que había dejado de llorar pero seguía mirando al suelo con la vista perdida. Le echó una mirada rápida y siguió hablando al ver que no conseguía respuesta -. Tus padres no me quisieron decir porqué estás aquí, solamente...

Little SunflowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora