examen global│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻

🌹║10

Copa de vino

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Mientras todos seguían en estado de shock tras ver cómo se refrescaba la pregunta, un sonido repentino apareció en la cabaña...

Sonaba como uñas afiladas arañando una tabla de madera.

—¿Qu-quién?

A todos se les pusieron los pelos de punta. Miraron a su alrededor buscando la fuente del sonido.

En este aterrador escenario, nadie se atrevía a separarse del grupo, así que sólo miraban a su alrededor sin moverse del sitio.

De pronto, alguien gritó desesperadamente.

—¡Detrás! ¡Está detrás de mí! Ayuda...

El que gritó fue el hombre calvo.

Fue el único que no se acercó a la pared de respuesta para unirse a los demás.

Durante todo el tiempo, estuvo sentado solo en la mesa del comedor. Como paralizado del cuello para abajo, permaneció acurrucado en el asiento que había elegido.

El calvo se había desmayado antes de miedo por culpa del cazador A, pero ahora los arañazos lo habían despertado del susto.

Con la cara cubierta de mocos y lágrimas, gritó con pánico:

—Detrás de mí. ¡Ayúdenme! ¡Sálvenme, por favor!

—Pero no hay nadie detrás de ti... —Jaeyi dijo en voz baja.

—Sí, no hay nadie...

Cuando el hombre calvo oyó esto, lloró aún más ferozmente.

Nadie se atrevió a acercarse a él. Sólo podían hacer gestos desesperados al calvo.

—¡No te quedes ahí sentado! Date prisa y ven. Ven aquí.

—¡No puedo moverme! Esta silla... no sé puede mover. ¡Me ha atrapado! —el calvo tenía tanto pánico que sus palabras eran casi incoherentes.

—¿Quieres decir que no puedes pararte después de sentarte en la silla?

—Sí. No puedo... me quiere muerto. ¡Quiere que muera! —gritó el calvo.

Todos retrocedieron temerosos de la mesa del comedor. Sólo Ten se acercó.

—¿Ten? —llamó Yangyang.

Originalmente agarraría a Ten para evitar que se arriesgara, pero cuando pensó en la actuación de su primo y en su propio miserable punto -1, decidió simplemente seguir a Ten.

Caminaron detrás del hombre calvo y finalmente encontraron la fuente del sonido...

En el respaldo de la silla del calvo, el serrín se esparcía mientras el núcleo de color claro de la madera quedaba al descubierto. Era como si una mano invisible arañara la superficie de la silla.

—¡¿Está escribiendo algo?! —preguntó Yangyang.

Ten tarareó de acuerdo.

Este joven era más paciente con el "fantasma" que con los humanos. Se cruzó de brazos y esperó a un lado a que terminara.

Después de que los otros examinados en la sala dudaran por un momento, rápidamente se apresuraron y se apiñaron detrás de Ten.

—¡12! ¡Escribió 12! —gritó el hombre tatuado.