⚘ ᴘᴀʀᴛᴇ úɴɪᴄᴀ﹕

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(Capítulo corregido.)





Removió las sábanas de la cama a medida que se movía en ella, gruñendo por lo bajo al no encontrar una posición amena para continuar durmiendo, pero en lo inesperado... La alarma se hizo sonar por las paredes de la habitación. Se sentó de un solo, tomando una almohada y lanzándola a la alarma en la mesita de noche, donde dejaba un vaso con agua y los lentes que ocupaba para leer por las tardes. El aterrizaje fue de lo peor, ya que votó el aparato que sonó provocando que se rompiera en el proceso.


—¡Maldición! ¡Este ya es el quinto en el mes! —bramó, sacando los pies de la cama y aproximándose a levantar los pedazos rotos del aparato. —Deberían hacer más resistentes estas mierdas... —se quejó y las piezas fueron lanzadas al bote de basura que se topaba a un lado de la mesa de su habitación. Encima de la madera había una portátil de color negra y unos adhesivos de gatos, así como una montaña de cuadernos y papelería desordenados, plumas, lapiceros, colores y marcadores.


Se sacudió las manos, y se llevó una detrás de la cabeza, tomando la liga que apenas tomaba un poco de su cabello desaliñado. Hundió las yemas de sus dedos dentro de las hebras, peinándose con movimientos pausados y vertiginosos, para al final, volver a hacer un nudo en su corta cabellera que apenas tocaba los hombros cuando lo desamarraba.


—¡Che, levántate! —aporrea la puerta de color marrón de su hermano al salir de su habitación. —¡Báñate, y baja a comer! —vuelve a apalear la madera. —¡Levántate o ya verás!


Luego de sus gritos, trotó a la cocina y encontró a los gatos que ya tenían al menos siete años de estar viviendo con ellos, y que al parecer estaban esperándolo antes de irse a dar un paseo. Buscó los tazones para servirles comida y agua, los dejó encima de una alfombra especial que absorbía la humedad cuando de su hocico dejaban caer unas pequeñas gotas.


—Coman, coman. —les ordena, dándoles una corta acaricia: Pasta y Chicle. Como los nombró su hermano cuando los encontró en una caja, fuera de casa. Y al final del pasillo, salió corriendo una cachorra que adoptó y que apenas rozaba los seis meses. —¡Nori, no corras!


La cachorra se detuvo a golpe, dando unas vueltas de gato en el proceso antes de quedar por los pies de Porsche.


—Ah, qué distraída. —sisea, tomándola con cuidado y dejándola a la par de los gatos que maullaban, más no le hizo nada.


—¡Ya bajé! ¿¡Y el desayuno!? —rezonga Che sentándose en los banquillos de la isleta de la cocina. —¡Para qué me despiertas a las siete de la mañana si no tienes ya hecha la comida!


—¿¡Qué!? —berrea, girándose con las manos en la cadera. —¡Te grité porque tú te levantas muy tarde, mocoso! ¡Aparte de que hoy vendrán esos tus amigos!


—Ah... —arruga la nariz. —¿Pero y el desayuno?


—¡Ya lo preparé! ¡Espera!


Avanzó a la cocina, sacando de la refrigeradora huevos, tocino y debajo del lavadero una cacerola donde vertió un poco de aceite. Con una cuchara quebraba el cascarón y el contenido lo vaciaba en un plato hondo, posteriormente, dejó ir unos granitos de sal. En tanto se removía para sacar de la bolsa unas rodajas de pan y metía dentro del tostador. Buscó unos platos donde servir la comida, dos tazas y dos vasos. Cuando sintió que ya tenía todo, preparó los huevos revueltos y el tocino. El tostador sonó a medida que la comida se terminaba de guisar.

Mimos. ᦗ KinnPorsche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora