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(escuchar con "Sweet Dreams ver. Emily Browing")

Todos tenemos un ángel, un guardián que nos protege. No podemos saber qué forma tomarán. Un día es un anciano, al día siguiente es una niña. Pero no dejes que las apariencias te engañen. Pueden ser tan feroces como cualquier dragón. Aunque no están aquí para luchar nuestras batallas, si no para susurrar desde nuestro corazón, recordándonos que somos nosotros, que cada uno de nosotros tiene poder sobre los mundos que creamos.

Allí estaba, solo, frustrado, dolorido, llorando y lamentándose de su destino.

Sentado en esa cama, buscando respuestas. Apoyó la barbilla en ambas rodillas, que a su vez estaban abrazadas por sus brazos. Un chico de 20 años y de cabellera rubia se encontraba observando a su ventana en un punto fijo, el día era lluvioso y de sus ojos brotaba un mar de lágrimas trsiteza y odio, podía verse en su persona el miedo al futuro y al destino que este mismo le tenía preparado, él sabía que el poco tiempo que había para su madre no sería mucho, pero aún así no quería ser pesimista al tener un poco de fé en que ella mejoraría.

La puerta se abrió, con lágrimas en los ojos el rubio volteo a ver a aquel médico que se mantenía con una expresión nada buena, bajando la mirada y demostrando que nada había sido positivo en sus resultados. El joven salto de su cama rodeando al médico que estaba en su puerta mientras que su cuerpo se inundaba de un pánico inigualable y corrió  la habitación donde su madre se encontraba. Jihyun, su pequeño hermano estaba petrificado en la puerta de aquella habitación, por lo que el mayor empezó a detener su corrida y a caminar con miedo cuando verifico aquellas lágrimas en los ojos del menor ambos, es ahí donde pudo visualizar la silueta envuelta en mantas de su madre en aquella cama. Sin creerlo, ambos hermanos entraron a aquella oscura y fría habitación, donde en su momento de shock ninguno podía hablar, ninguno podía creer que el calor que su madre les había brindado, finalmente se había esfumado.

Y fueron cortos los segundos cuando aquel cuarto se inundó de gritos y llantos de los hermanos, gritos que habían sido retenidos por su mente pero no por su corazón, gritos desgarradores que suplicaban la estadía de su madre por más tiempo, gritos de miedo y angustia al saber que el futuro sin su madre sería terrible para ellos. El mayor entre lágrimas y abrazos de su hermano menor recorrió la habitación con su mirada, queriendo creer que todo aquello era parte de su imaginación y no eras más que una pesadilla de dónde quería despertar. Pero al fijar su mirada en su padrastro detrás de ellos supo que aquella pesadilla era una realidad.

Los ojos de aquel viejo eran brillosos y se podía notar una sonrisa oculta en su grisáceo rostro, una sonrisa que demostraba falsedad y victoria.

El día del entierro de la señora Park fue una escena que aún no terminaba por agradarle a los hermanos, el día seguía lluvioso y el ambiente era pesado y triste. Ambos hermanos estaban hincados entre el lodo y el agua donde el menor de este suplicaba que su madre quedará con ellos, con sus hijos, más el hermano mayor aún con lágrimas en los ojos pudo conectarlos con los ojos simples de aquel señor al otro lado del cajón, sosteniendo un paraguas y vestido de traje le regaló una sonrisa “reconfortante” para luego darse la vuelta y marcharse del lugar.

El rubio sabía que nada estaba yendo bien.

Aquel señor canoso había logrado su posible objetivo, la muerte de su esposa. Quería disfrutar de lujos y demás, quería tenerlo todo aquello que su esposa había prometido para él, aquella riqueza que la difunta mujer poseía, así que entre tragos y risas el hombre se mantenía divertido en su oficina, tomando copa tras copa mientras buscaba entre sus papeles aquella carta de herencia que la mujer había dejado, la felicidad del momento opaco por completo la tristeza del evento, tristeza que nunca fue tomada en su corazón ni mente. Sabía los planes que podría tener a su futuro, el poder y la autoridad que todo aquello le iba a pertenecer, todo era un sueño que estaba por cumplirse y que cambiaría su miserable vida. Más no imagino que el momento que su cuchilla abriera el sobre de aquella carta y leyera el testimonio, sus deseos quedaron en un sueño y no en realidad.

𝐒𝐮𝐫𝐫𝐞𝐚𝐥 𝐋𝐨𝐯𝐞 ┆ 𝒋𝒊𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora