CAPÍTULO ÚNICO.

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     Corría a través de la nieve, buscando encontrarla de manera desesperada.
No podía perderla. No podía ni quería.

     Con cada paso que daba, sentía sus pulmones gritando por ayuda, su garganta reseca y su piel helada, pero ahora nada de eso importaba. Lo único que quería, que deseaba, que anhelaba era decirle lo que sentía. Ese sentimiento tan hermoso y fuerte que todos llamamos amor.

     Sabía de antemano que si no llegaba a tiempo jamás la volvería a ver, y por lo mismo intentaba con todas sus fuerzas olvidarse del frío, de la nieve y el hambre.

     La quería a ella y a nadie más. Se arrepentía mentalmente por no haberlo dicho antes, y se motivaba gritando hacia sus adentros que aún había esperanza, y que la iba a encontrar.

     Gracias a Kanroji se había enterado de que Kanae se mudaría a otra ciudad para continuar con sus estudios en medicina, y que este cambio duraría unos años, por lo que no se podía permitir perderla. No después de todo el enorme esfuerzo que le llevó admitir y aceptar sus sentimientos hacia ella.

     Su hermano menor lo había visto decaído hacía unos cuántos días, e intimidado por fin se atrevió a hacerle una pregunta, la que tanto temía enfrentar: ¿lo que sientes es por Kocho-san?

     Al principio se sobresaltó e intentó negarlo, pero al ver aquella sonrisa tan cálida y gentil por parte de su hermano, no pudo resistir más, y terminó confesándole que se encontraba perdidamente enamorado de la mujer que actualmente era Pilar de la Flor.

     Genya se emocionó por dicha noticia, y prácticamente le rogó que se lo dijera ahora a ella. El chico estaba más que seguro de que para Sanemi sería difícil, pues no era muy bueno expresando lo que sentía, pero las palabras del menor lo convencieron con una parte en específico: "si no se lo dices ahora o antes de que se vaya, lo más probable es que en esa otra ciudad a la que se muda conozca a otro que sí lo haga, y puede que ella lo acepte. No dudes más y díselo". A lo que él le respondió tajante "¿y si ella no siente lo mismo? Quedaré como un idiota", fue entonces que el único hermano que le quedaba le contestó lo que lo hizo animarse a correr hacia la estación de tren para encontrarla justo antes de subir al vagón:

     "𝘑𝘢𝘮á𝘴 𝘭𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘳á𝘴 𝘴𝘪 𝘯𝘰 𝘭𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘴".

     —¡KANAE!

     —¡¿Sanemi?! ¿Qué haces aquí? —le preguntó alarmada. Recordó que él fue el único que no se despidió de ella al tomar sus cosas y marcharse para comenzar a caminar hasta la estación, lugar donde su tren esperaba.

     —Yo, no puedo dejarte ir —le explicó al mismo tiempo que jadeaba y recuperaba el poco aire que podía antes de hablar. Su corazón latía desenfrenado y su rostro se encontraba teñido de un suave color rosa —. Kanae, maldición, estoy jodidamente enamorado de ti. No aguanto un solo segundo más: te amo, como no tienes idea.
Y no estoy seguro de si sientas lo mismo, pero déjame hacerlo aunque sea una vez.

     No esperó ningún tipo de reacción de su parte y se acercó hasta impactar sus labios con los ajenos. Se sentía tan bien. Dios, era la mejor sensación que jamás hubiese experimentado. Sus labios eran suaves, con sabor a menta, y su aroma tan embriagante que perfectamente podía quedarse así todo el día.

     Pero más fue su impacto cuando sintió un movimiento por parte de su contraria, y dicho movimiento era nada más y nada menos que la correspondencia de dicho beso.

     Kanae lo tomó por el cuello y luego lo acercó más hacia sí misma, provocando sorpresa en su contrario pero aún así, ninguno paró.
En cuanto ella abrió un poco más la boca, sus lenguas formaron una danza única y cargada de sentimientos que luchaban por salir.

     Pasaron segundos, que para ellos parecieron horas, pero se terminaron separando debido a la falta de aire. Fue ahí cuando Kocho por fin decidió hablar.

     —Me tengo que ir —le dijo con pesar.

     —¿No puedes quedarte?

     —Solo serán dos años, luego de eso regresaré. Además, podemos enviarnos cartas —propuso con una pequeña sonrisa.

     —Pero no será lo mismo. Odio ser un maldito egoísta pero... No soporto un segundo más sin ti.

     —Sanemi, mi amor —sintió su corazón detenerse ante aquel apodo, jamás creyó que ser llamado de esa forma se sintiera tan bien. Y pues claro, si era ella quien lo había hecho—, no seas impaciente. Prometo no enamorarme de otro que no seas tú —prometió con una sonrisa de ojos cerrados. Esa tan hermosa que solo a ella le quedaba perfecta.

     Y por fin, luego de un suspiro resignado, dijo:

     —Está bien; pero cuando vuelvas serás solo mía.

     —Acepto. Igual que tú serás solo mío.

     —Me vuelves loco —confesó tomándola por la cintura y besándola una última vez, cuando ella subió al vagón.

     Se despidieron con la mano y él la vio irse. No le sería para nada fácil no tenerla cerca por tanto tiempo.

     Finalmente volvió a su finca, con las manos reposando en sus bolsillos y la mirada perdida, junto a una pequeña y casi imperceptible sonrisa, repasando mentalmente cada detalle de ese beso tan apresurado pero perfecto que estaba seguro de que iba a añorar.
Pero ya lo habían prometido, se mantendrían en contacto mediante cartas y ninguno de los dos se enamoraría de alguien más.

     Aunque él estaba más que seguro de que esto último no sería difícil, pues ella era la primera mujer a la que amaba de esa forma. Y no pretendía dejarlo de hacer por un muy, muy largo tiempo.

~FIN.~
(05 de Octubre de 2022).

No puedo dejarte ir. [SaneKana].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora