Misteriosamente [Camren]

Día 1 - Miami Arts Academy...

Hoy es domingo.

Estaba frente a lo que por los siguientes 10 meses sería mi pesadilla despierta. Apreté más fuertemente la agarradera de mis maletas que llevaba detrás de mí. El auto de mis padres había desparecido hace unos segundos y yo seguía exactamente en el mismo lugar. No es como que ellos me importaran mucho, a penas saqué mis maletas arrancaron sin siquiera despedirse... Respiré un par de veces más, contuve el aliento y luego suspiré. De nada me sirve ya quedarme aquí parada en medio de la acera.

Me acerqué caminando a la enorme puerta de barrotes que se encontraba frente a mí. Di mi nombre y mi matrícula al encargado de la puerta quien me dejo pasar al complejo que sería mi nuevo hogar durante el transcurso de mi primer año escolar en la prestigiosa Miami Arts Academy. El sueño de muchas jóvenes, poder traspasar estas puertas, y yo no soy la excepción. Desde que me enteré de la existencia de esta academia les he rogado a mis padres entrar. Y al final les he convencido diciéndoles que se librarían de mí por 10 meses.

Fui a la dirección por mi horario y mi llave. Habitación 209. Esta es una de las instituciones más caras y difíciles de entrar en todo Miami, por lo que el estudiantado es muy reducido. Mi punto, no tenemos que compartir habitación. La cual es un beneficio para mí pues no me siento muy cómoda en compañía de otras personas. No soy lo que se diría una persona sociable... Quizás sí, solo con algunas personas.

Llegué a mi dichosa habitación. Una enorme cama de sabanas blanca y una colcha de color azul turquesa era lo primero que se veía al entrar en la habitación. En esta había también un escritorio y sobre él una portátil del mismo color que la colcha de la cama y las palabras "Camila Cabello" grabadas sobre ella y una lámpara. Dentro había una silla blanca haciendo juego con el escritorio también blanco. Había dos mesitas de noche a cada lado de la cama. Un estante, un armario y un espejo de cuerpo completo lo suficientemente grande para que dos personas se miren frente a él sin ningún problema. Todo era de color pulcramente blanco, a excepción claro de la colcha de color turquesa y la portátil a juego.

Dejé mis maletas de lado frente al escritorio. Me lancé a la cama que era

extremadamente cómoda, como si te acostaras en una nube.

Había tenido un día cansado. Volar desde México a Miami cansa. Casi sin quererlo me fui quedando dormida...

(...)

Desperté unas horas después. El sol ya estaba poniéndose por lo que la habitación estaba considerablemente oscura. Tenía mucho frío, y como no si estábamos en septiembre y estaba oscureciendo. Me levanté medio gruñendo mientras me desperezaba y desentumía mi cuerpo. Puse mis maletas sobre la cama y comencé la tarea de desempacar absolutamente todo. Y no fue una tarea fácil, me había traído conmigo toda mi ropa, lazos, objetos que cupieran en mi maleta y chucherías que había en mi casa. Cuando terminé, abrí en armario y tome unos shorts de mezclilla y una sudadera blanca y los puse sobre la cama.

Me di una ducha rápida. Me puse la ropa que había sacado anteriormente, arregle mi pelo en una cola alta y salí de mi habitación a dar una vuelta y explorar el complejo.

Tenía un mapa que había venido con mi horario. Según éste, cuando salías del edificio D que era donde se encontraban los dormitorios femeninos, quedaba en frente un parque y luego más allá estaba el comedor. Menos mal porque me estaba muriendo de hambre en ese mismo momento. Puse el mapa dentro del bolsillo de la sudadera junto con mis manos. Aproveché el ambiente y caminé despacio sintiendo en aire frio golpearme la cara. El fuerte olor a césped. Se supone que tenía que atravesar el parque en línea recta. Los pequeños faroles que alumbraban todo el lugar lo hacía ver aún más hermoso. Crucé por un puente sobre un pequeño lago artificial que brillaba a la luz de la luna. Lo único que descolocaba este lugar tan magnifico era una persona llorando junto después del puente.

Estaba sentada en un banco de madera al lado de un farol. Abrazaba sus rodillas mientras sollozaba y temblaba. Me acerqué a ella despacio, y olvidando el hambre que tenía, le pregunte.

― ¿Qué te pasa? 

Ella se espantó. Los sollozos se detuvieron. Ella levantó la cabeza permitiéndome ver su rostro. Lo primero que noté fueron sus ojos, estaban rojos e hinchado de lloran pero indudablemente eran hermosos, quizás de un color ¿Verde? ¿Esmeralda? ¿Grises? Sus mejillas y su nariz estaban rojas y ella sorbía mocos. Su pelo estaba suelto y era de color negro como la noche que nos rodeaba. Ella era hermosa. Demasiado hermosa para estar aquí sola y llorando. Me senté a su lado y la abracé. Mi nana siempre ha dicho que yo tengo un gran corazón y no puedo ver alguna persona necesitada sin ayudarla. Cuando ella sintió mi abrazo estalló en llanto, ahora sonoramente. La abracé y la consolé como pude hasta que noté que su respiración se iba normalizando y tranquilizando. Pero luego noté que se volvía pesada.

― Hey, no te puedes dormir aquí, te enfermarás ― ella abrió un poco los

ojos notablemente cansados de tantas lágrimas ― Anda, te acompaño a tu dormitorio.

Nos levantamos del banco. Noté que ella llevaba los brazos descubiertos. ¿Cómo podía alguien estar así con esta temperatura? Me acerqué a ella y la abracé de nuevo. Ella se tensó, pero siguió caminando con normalidad. Llegamos al edificio D y entramos al elevador. Ella presionó el segundo piso.

― Ese también es mi piso ― comenté. Ella me miró pero no dijo nada.

Caminamos por el corredor y justo antes de pasar mi dormitorio, la chica se detuvo y sacó una llave. Habitación 210, justo frente a la mía. Antes de que ella entrara le dije.

― Me llamo Camila, ¿Y tú? ― ella se detuvo, y tardo unos segundos antes de

voltearse a contestar.

― Lauren ― dijo con voz ronca, seguido entró en su habitación.

¿Qué oportunidades tengo de tener ya una nueva amiga?