azul.

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El hormigueo en sus brazos comenzaba a subir ligeramente su tono, tal vez la fuerza que estos ejercían al abrazar entre ellos sus piernas, estaba siendo demasiada como para que sus extremidades sintieran la repentina necesidad de terminar con aquel agarre.

Sus piernas dobladas servían de almohada para su gacha cabeza que reposaba por encima de sus rodillas, sus rubios cabellos parecían no ir en una dirección sincronizada al caer sobre la mezclilla de su pantalón, ya que algunas hebras llegaban a cubrir su frente, cayendo sin permiso sobre sus ojos, los cuales empapaban grácilmente con pequeñas gotas que desde ellos brotaban, cada osado y dorado mechón que intervenía en su camino.

Parte de la mezclilla se había mojado también, desde luego que no de la misma manera en la cual sus desnudos pies se encontraban después de haber sido bañados tenuemente entre la azulada agua que pasaba a visitarle momentáneamente y se iba tan rápido como sus dedos se humedecían, encargándose de entremezclarlos con los finos granos de la pálida arena también.

De a ratos se daba la oportunidad de alzar la mirada.
Pronto el color del cielo cambiaría, pedazo a pedazo se iría desintegrando ese anaranjado para que así pudiera reinar el azul oscuro por encima del mar.

Y es ahí cuando cae en cuenta de lo mucho que le gustaría parecerse aunque sea ligeramente al cielo.

Sería lindo poder desintegrar pedazo por pedazo el seco dolor que en su pecho se instaló desde hace tiempo.
Y piensa que sería lindo lo anterior ya que lo único que caía a pedazos era él.

Se caía a pedazos por su ausencia.

Seungkwan se estaba cayendo a pedazos por su ausencia, pero la batalla que en él se desarrolló no le permitía pensar en si quiera tenerlo cerca de nuevo. No quería verlo nunca.

Ciertamente podía ser un crudo límite aquel al cual decidió llevar la situación, pero no podría culpársele.

Ya tenía a otro.

La hipocresía que habitaba en su interior era inmensa; amarle, dejar de amarle. No tenía sentido. No hayaba sentido en hundirse.
Porque Seungkwan estaba hundido.

Lo peor es que no se había hundido físicamente dentro de las pacíficas olas que ahora parecían tener un comportamiento más agresivo que se daba a notar gracias al fuerte sonido del gran volumen de agua chocando contra las oscuras y anchas rocas que por fortuna, se encontraban lejos de él.

Estaba hundido en un hábito. Ya se había hundido en el amargo hábito de amarle.
Lo peor de la situación radicaba en que era un hábito no compartido, no existía un lado bueno en esa interminable rutina.

Le había olvidado, Hansol le había olvidado y su mente se lo había estado recordando los últimos días de su existencia, realmente era desgastante.

El cielo era azul ya, el mar nunca cambió su color y las lágrimas rondando por las mejillas del chico finalmente se habían secado o probablemente se perdieron con el volumen de agua más grande. Sus ojos no miraban un punto fijo, pero sus pensamientos habían cesado brevemente para permitir que fuese uno en específico el que apareciera en él.

Seungkwan era amor y aquel 28 de febrero lo había entendido.

Liberaba a Hansol de su mente, lucharía para vivir y reconstruir cada uno de sus pedazos tirados, esperando también poder salir del hábito de amar a Chwe.


𖥻𝆬  🐻‍❄️ 〽️ 𝅄⭒ ֢

Del 28 de febrero al 01 de Marzo, hay luna azul. 🌬

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⏰ Última actualización: Oct 08, 2022 ⏰

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