En Argentina, Nahiara había sido una adolescente normal. Sin embargo su vida dio un giro inesperado cuando fue seleccionada para un programa de intercambio cultural en Japón. Donde tendría que pasar tres años en tierras niponas, adaptándose a una nu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sol del mediodía resplandecía con fuerza sobre los pasillos del instituto mientras avanzaba junto a la señora Marta, la secretaria, rumbo a la dirección. Mi mente se arremolinaba en un torbellino de posibilidades, intentando descifrar la razón de esta repentina convocatoria. Quizás algún compañero había incurrido en problemas nuevamente, o tal vez me había visto involucrada en alguna tontería sin siquiera percatarme.
Al ingresar a la sala de profesores, una palpable tensión me envolvió de inmediato. El director, el señor López, lucía visiblemente nervioso, acompañado por un hombre elegantemente vestido con un traje impecable.
— Hola, Ramírez. Hace tiempo que no te veo —rompió el incómodo silencio mientras señalaba la silla frente a su escritorio—. Toma asiento, necesito presentarte a alguien.
Obedecí sin opción, pues no tenía alternativa.
— Te presento al señor Juan Álvarez.
Saludé cordialmente, recibiendo un saludo en respuesta.
— Director, ¿por qué me ha llamado aquí? —fui directa, consciente de la extrañeza de la situación. Prefería no especular demasiado, pero algo no encajaba.
El señor Álvarez tomó la palabra, clavando su mirada en la mía.
— Nahiara, has sido seleccionada para participar en un programa de intercambio del gobierno en Japón, específicamente en la UA, la academia más prestigiosa de héroes.
Me quedé perpleja ante tal revelación.
— ¿Qué? —fue todo lo que pude articular—. Pero no quiero ir, no puedo abandonar a mi familia y mis responsabilidades aquí —me negué rotundamente. Ni en sueños consideraría dejar mi vida por una escuela de héroes.
El hombre del traje negó con la cabeza, como si ya hubiera anticipado mi reacción.
— No puedes negarte. Existen leyes que respaldan tu participación.
— ¿Puede explicarme brevemente esas leyes y cómo se aplican en mi caso? —intenté mantener la calma, aunque me resultaba imposible.
— La Ley de Protección a Menores avala tu participación en el programa de intercambio, considerándolo una oportunidad educativa y de crecimiento personal. La Ley de Educación Internacional promueve el intercambio cultural y académico, respaldando tu estancia en Japón. La Asistencia Financiera ofrece programas y becas para cubrir los gastos relacionados. Además, se consideran tus circunstancias familiares y, dado el estado de coma de tu padre, hay provisiones y excepciones que adaptan el programa a tu situación personal.
La abrumadora realidad me golpeó como una bofetada. No solo conocían mi difícil situación familiar, sino que también estaban al tanto de mi rendimiento académico y habían encontrado una forma legal de llevarme a Japón.
— ¿Y bien, aceptas?
Busqué apoyo en la mirada del director, pero este evitaba encontrarme los ojos. Evidentemente, él había proporcionado mi información.
— ¡Hijo de puta! —pensé, deseando que las miradas pudieran matar—. ¿Qué hago? —mi mente intentaba formular una respuesta coherente para negarme, pero sabía que enfrentarme a esto tendría consecuencias. Si ya lo habían hecho por la vía legal, ¿qué serían capaces de hacer si optaran por métodos más oscuros? Ese pensamiento me provocó un escalofrío.
— Sí, acepto —respondí, resignada. Sabía que no tenía otra opción—. Aunque cómo desearía no tener que ver a ningún héroe en toda mi vida.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Queridos lectores,
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que se encuentren muy bien y listos para embarcarse en esta nueva historia. Estoy emocionado/a de compartir esta aventura con todos ustedes y espero de corazón que les guste.
He trabajado arduamente para esta historia.
Sin más que decirles, solo me queda despedirme por ahora. Espero que disfruten cada capítulo y que esta historia les brinde momentos de entretenimiento y satisfacción. ¡Nos vemos en las páginas!