Carnaval/Festival/Naruto

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Naruto siguió caminando lentamente, sin prisa por llegar a su hogar, con las manos metidas en los bolsillos y una expresión de aburrimiento y cansancio mirando hacia todas direcciones de manera descuidada.

Su camisero blanco ondeaba, se revolvía y se inflaba con el viento, era demasiado fresco para esa época del año en el todo se vuelve frio y aun así se sentía un poco mejor. El pantalón negro era un poco holgado y sus sandalias ninja demasiado resbaladizos y helados. Dejando que su hitai-ate atado a su frente y que la larga tela detrás de su cabeza vuele en todas direcciones. 

Y aun así, estaba acostumbrado otra vez.

Naruto levantó la mirada hacia arriba, dejando de mirar el suelo lleno de piedras y basura. El pueblo volvió a ser construido cuidadosamente para que cualquiera que lo viera pensara que nunca había ocurrido ninguna guerra, todos los aldeanos estaba haciendo mandados sin preocupación.

Observó por el rabillo del ojo cómo una mujer se detenía en un puesto de frutas, su pequeña mano sujetando una mano aun mas pequeña; Su pequeño hijo brincaba una y otra vez, señalando los dulces y las frutas frescas que quería que fueran comprados. Ella solo sonrió dulcemente y permitió que su hijo metiera las frutas una por una en su canasto.

Una punzada de envidia apretó su corazón, el hijo estaba feliz mientras más y más hileras de manzanas, peras, mandarinas, duraznos, mangos caían. Naruto siguió mirando a la pequeña familia y al comerciante que estaba ayudando a su cliente femenina mientras esta sacaba su billetera para pagar y luego marcharse satisfecha.

Naruto los miró fijamente, observando con incredulidad cómo a pesar de la cantidad que debía pagar la madre no parecía enojada. Naruto no sabia que había estado conteniendo la respiración hasta que suspiró ruidosamente, viendo como esa familia se perdía entre el túmulo de gente. 

La vista hizo que de nuevo la soledad viniera a él como una roca pesada.

Con el ceño fruncido sacudió la cabeza para ahuyentar sus debilidades, decidido a alejarse mas para ir a su hogar. Mientras cruzaba los brazos detrás de su cabeza continuó mirando el cielo azul pasado del medio día. 

"Qué estúpido", murmuro bajito, pero si estaba hablando de sí mismo o de ellos no estaba muy seguro.

Esa pequeña y molesta picazón no se fue.

Naruto Uzumaki era muchas cosas: Hiperactivo, exuberante, fácilmente excitable, impulsivo, con un lapso de atención corto, estar rodeado siempre de situaciones cómicas, sacar de quicio a medio mundo, ser bromista en los momentos menos indicados, discutir y pelear con sus clones, ser el tipo de persona que no piensa antes de actuar, no tener mucha paciencia y enfoque, no ser eficaz con el silencio o sigilo y ser un bruto cabeza dura, pero ser envidioso nunca había estado en sus cualidades.

No realmente.

Y actualmente, incluso sin quererlo, estaba un poco enfadado y envidioso de esa familia, que parecía feliz a pesar de derrochar y sin preocuparse sobre si alguno desperdiciara la comida. Porque para él comprar todo sin pesar le carcomía la conciencia. 

Supo lo que era pasar hambre y carencias de niño, así que ver que compraban alimentos que probablemente irían al tacho de basura hacia que tuviera un disgusto. El exceso es malo, lo aprendió cuando era muy pequeño.

También estaba esa imagen vivida en su cabeza, repitiéndose frente a él con insistencia, estaba desgastando su último nervio; la sensibilidad de extrañar poco o nada de lo que no tiene ni nunca tuvo en su vida desde que nació: Una madre, una familia.

¿Envidio a su familia? ¿Estoy enfadado por su exceso? ¿Estoy molesto por su felicidad?  A pesar de sus preguntas quisquillosas, simplemente  sentía que no debía ni intentar formar alguna respuesta exacta en su cabeza, le dolía la cabeza.

Feliz cumpleaños, NarutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora