Concentrada en mi jardín regaba aquellas flores a mi alrededor, admirando lo que me rodeaba de aquel lugar pude lograr divisar una nueva vida floreciendo, curiosa me acerque para adivinar de cual se trataba; ¿Un limón? Era raro, normalmente crecian flores distantes con intensos colores y lenguajes más rudos nunca había tenido un limón aquí decídi dejarlo, quizas me equivocaba sobre aquella planta e iba a crecer como las demás.
Un tiempo había pasado y aquel limón había crecido, quería sacarlo de ahí, demasiado agrio para mi gusto, extraño, algo raro, me disgustaba que estuviera ahí así que lo arranque desde la raiz para alejarlo de mi vista, deseo que nunca más vuelva a estar aquí, perturba mi quietud. Pasando los meses solo visitaba mi jardín para regar aquellas flores conversar con ellas para luego irme, viendo todo me fije en que nuevamente aquel limón estaba creciendo, ahí, en mi jardín, como si nunca le hubiera arrancado; debía desaparecerlo, puede que me perturbe de nuevo y no lo deseo. En el momento en que iba a quitarlo me detuve, ¿Puedo intentar que se quede? ¿Me dañara? ¿Dañara mi jardín? Quizas lo amargo termine destruyendo todo, no creo que sea buena idea; mi cabeza era inundada por las dudas e inseguridades que tenía al respecto, una parte de mi quería dejar a ese limón muerto y lejos, la otra parte tenía curiosidad, muy en el fonde de mi ser quería dejarlo ser, con miedo lo deje quedarse de igual forma siempre iba a estar alerta por si llegaba a hacer daño.
Al parecer no era tan agrio y acido como pensaba, el limón crecía, poco a poco el tenía más confianza, hablabamos de vez en cuando, me contaba cosas que desconocía sobre el, mientras yo le hacía conocer sobre mi jardín, nos empezábamos a llevar bien y en realidad era bastante facíl entablar una conversación con el limón, era comodo y me traía paz, más de lo que yo pensaba aunque me inquietaba aquello algunos problemas en mi jardín empezaron a suceder en mi jardín, las flores me rechazaban, se escondían para luego a marchitarse de forma rápida lo cual me frustraba, porque tenía que empezar de nuevo a que ellas florecieran, no queria quedarme sola, era la escasa compañía que tenía y las necesitaba; mi atención se concentro en ellas al punto de que todo era asfixiante, mis charlas con el limón eran escasas.
Una noche mi mente había colapsado, necesitaba hablar con alguien pues llevaba reprimiendome desde hace tiempo, fui a mi jardín en busca de mis flores a resguardarme en ellas, una vez dentro me senté en el suelo.
- Necesito hablar con ustedes. - Mencioné - Me encuentro muy mal -
Silencio.
- Por favor... las necesito -
Silencio.
Me acorde que ellas nunca me hablaban, solo querían que yo estuviera atenta a ellas y a sus necesidades, cerré los ojos mientras la lágrimas caían.
- Yo puedo ayudar... -
Logre oír a alguien, volteo a mirar quien era, aquel limón, con quien no había hablado en mucho tiempo se había ofrecido en ayudarme el quería, me senté más cerca y junto a su compañía decidí hablar lo que tanto calmaba y resguardaba en mi corazón, esa noche sentí la propia calma, estaba acompañada, siendo escuchada.
- Gracias - Me limite a decirle expresando mi gratitud ya después de estar más calmada y aliviada.
- Siempre estaré aquí para ti. - Dijo mientras yo me iba.
Desde ese día pasé más tiempo junto a el, me dedicaba a escucharlo y viceversa, nuestro tiempo juntos era más seguido, de esa forma me empezaba a dar cuenta que el en realidad no era agrio no era ni una pizca de aquello o quizas no lo percibía de esa forma, en realidad era bastante facil llevarse con un limón. Quería ayudarlo, que la gente viera la verdad a través de esos vacíos estereotipos y malas lenguas, deseaba que creciera, fuera quien es con tranquilidad, que viera lo extraordinario de su propio ser tal como mis ojos lo percibían.
Con el paso del tiempo aquel limón y yo ya éramos inseparables y mis flores se marchitaron, ya no sentía una pesadez en mi corazón, juntos estábamos cortando las propias malezas de nuestro alrededor, viviríamos juntos para siempre y a pesar de que me podría convertir en algo amargo como el, carecia de importancia para mi, me conseguí un amigo cítrico; fue el suceso más genial de mi vida y estoy agradecida por ello.